PRONÓSTICO EXTENDIDO

EE.UU. bombardea Afganistán con la llamada : «Madre de todas las bombas»

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«Les voy a cagar a bombas». El Donald Trump agresivo y jactancioso de la campaña electoral explicaba así en un mitin cómo iba a acabar con Daesh (ISIS). Lo dijo en noviembre de 2015, cuando quienes confiaban en su victoria en las presidenciales casi cabían en su avión privado.







Ahora, ya con una experiencia de casi tres meses en la Casa Blanca, da muestras de su intención de cumplir la promesa de campaña.

La aviación de EE.UU. lanzó este jueves en Afganistán la mayor bomba no nuclear de la que dispone su armamento. Su nombre es GBU-43/b Massive Ordnance Air Blast Bomb (MOAB, en sus siglas en inglés), aunque también se la conoce como «la Madre de todas las bombas».

Se trata de un artefacto gigantesco, de casi diez metros de largo y 9.500 kilos de peso, de los cuales 8.165 se dedican a tritonal, un explosivo que mezcla dinamita y polvo de aluminio. La bomba está guiada por GPS y fue transportada por un avión militar MC-130.

Cayó en el distrito de Achin, en la provincia de Nangarhar, un enclave remoto del Este de Afganistán, cerca de la frontera con Pakistán. El objetivo era un complejo de túneles y cuevas de Daesh, que se ha hecho fuerte en esta región montañosa.

La MOAB, cuya fabricación cuesta más de 300 millones de dólares, es una bomba cuya deflagración se produce en el aire, antes de tocar suelo, y que dispone de un gran poder destructivo tanto en la superficie como bajo tierra, donde es capaz de arrasar estructuras a hasta 60 metros de profundidad.







«EE.UU. se toma la lucha contra Daesh de forma muy seria y para derrotar al grupo tenemos que arrebatarle su espacio de operaciones», explicó de forma breve el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, que prefirió dejar los detalles de la operación al Pentágono. Solo señaló que el ataque tuvo como objetivo «un sistema de túneles y cuevas que los miembros de ISIS usan para moverse con libertad».

 El general John Nicholson, que dirige las fuerzas estadounidenses en Afganistán, fue quien decidió el uso de la bomba, para lo que tuvo el beneplácito de la Comandancia Central de EE.UU., que tiene al frente al general Joseph Votel. Según Nicholson, la MOAB es el artefacto «adecuado para reducir esos obstáculos», dijo sobre el complejo subterráneo de Daesh en la región.

Las fuerzas de EE.UU. y del ejército de Afganistán llevan meses tratando de contener la irrupción de Daesh en la región. Según el Pentágono, hay 700 miembros del grupo yihadista en Nangarhar. Para el Gobierno de Kabul, el número se eleva a 1.500. La semana pasada, un miembro del cuerpo de operaciones especiales del ejército de EE.UU. perdió la vida en una refriega con terroristas islámicos.

«Las fuerzas de EE.UU. tomaron todas las precauciones para evitar víctimas civiles en este ataque y continuarán su ofensiva contra Daesh hasta que sea destruido en Afganistán», añadió el general en un comunicado. Este jueves se conoció que dieciocho miembros de las fuerzas opositoras al Gobierno de Bashar al Assad en Siria, con las que EE.UU. colabora, habían muerto como consecuencia de un ataque de «fuego amigo» en un bombardeo de la coalición internacional liderada por Washington.

Trump definió el jueves el lanzamiento de la MOAB como «otro éxito» del ejército estadounidense, del que aseguró estar «muy, muy orgulloso». «Tenemos el mejor ejército del mundo y ha hecho su trabajo, como siempre», añadió.

El ataque de este jueves sucede en pleno aceleramiento de la política exterior de la Administración Trump. El presidente ha visto cómo las operaciones militares le sirven de cortina de humo a la montaña de problemas internos que lastran su joven presidencia —veto migratorio, investigación de las injerencias electorales de Rusia, fracaso del desmantelamiento de Obamacare— y como advertencia a otros enemigos de su disposición a jugar al ataque.

Tras la represalia de Trump de la semana pasada contra el Gobierno de Al Assad en Siria por su ataque químico a población civil —una respuesta inesperada para muchos—, Spicer aseguró que la decisión del presidente de EE.UU. mandaba «un mensaje» a otros países y entes.

Corea del Norte es uno de ellos. Las ambiciones nucleares de Pyongyang son un quebradero de cabeza para Trump, que discutió la semana pasada con su homólogo chino, Xi Jinping, cómo contener su escalada armamentística. «Tengo mucha confianza en que China conseguirá arreglar la situación con Corea del Norte», escribió Trump ayer en Twitter. «Si no son capaces de hacerlo, ¡EE.UU., con sus aliados, lo hará!».

Señal de advertencia

El lanzamiento de «la Madre de todas las bombas» en Afganistán es una forma de hacer ver a Corea del Norte, donde el fin de semana llegó una flota de ataque liderada por un portaaviones, que EE.UU. no tiene inconveniente en utilizar su arsenal militar.

También es una nueva señal al Gobierno de Siria y, por lo tanto, a Rusia, el principal aliado de Al Assad, que criticó con dureza la represalia estadounidense. Como candidato, Trump se dedicó a cortejar al presidente ruso, Vladímir Putin, y a prometer una nueva era en las relaciones entre ambos países. Pero el primer embate serio con Moscú -la respuesta al ataque químico de Al Assad- ha devuelto al presidente a la realidad.







«No nos estamos llevando nada bien con Rusia», reconoció el miércoles en una rueda de prensa conjunta con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberng. «Puede que estemos en el punto más bajo de nuestra relación», añadió el presidente, que aprovechó para mostrar un compromiso rotundo con la alianza atlántica, a la que ha criticado con dureza durante el último año. «Dije que era obsoleta. Ahora ya no lo es», rectificó.

El jueves, Trump trató de enderezar el rumbo y aseguró en Twitter que «las cosas se arreglarán entre EE.UU. y Rusia» y que habrá una «paz duradera».

Gráfico que reconstruye el lanzamiento de la bomba GBU-43Gráfico que reconstruye el lanzamiento de la bomba GBU-43