PRONÓSTICO EXTENDIDO

«Hubo desidia» | El ataque al micro de Boca se produjo en una zona a cargo de Prefectura y complica a Patricia Bullrich

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El promocionado operativo de seguridad para impedir incidentes en la Superfinal de este sábado, fracasó de manera absoluta, provocando un papelón mundial a días del G20 que reunirá en la ciudad a los principales líderes del mundo. El micro que traía a los jugadores de Boca fueron atacados a piedrazos por hinchas de River al llegar al Monumental, en medio de una notable ausencia de efectivos para resguardar a los jugadores visitantes.







«Fue una emboscada», comentó uno de los presentes en los incidentes, que terminaron astillando los vidrios del micro que llevaba a los jugadores del club de la ribera y que obligaron a suspender el inicio del partido previsto para las 17 horas, desatando una guerra de intereses cruzados para que se reanude.

Las primeras imágenes que trascendieron confirman en efecto serias fallas en el operativo, ya que se ve que los organizadores hacen ingresar al micro con los jugadores de Boca ingresa al monumental por una avenida Monroe desbordada de hinchas de River a ambos lados y con la escolta de apenas un puñado de motos de policía.

Esa zona estaba a cargo de Prefectura, que según fuentes al tanto del operativo no hizo lo que tenía que hacer, que era básicamente acordonar la zona. El operativo estuvo a cargo del gobierno porteño, pero por sus dimensiones -se trata de un evento que movilizó unas cien mil personas- pidieron ayuda a las fuerzas federales que aportaron efectivos de Gendarmería y Prefectura para que se hicieran cargo del tercer anillo del operativo. Ambas fuerzas federales responden a la ministra Bullrich.

El propio secretario de Seguridad porteño, Marcelo D´Alessandro, reconoció a TN que en la zona del ataque al micro «hubo una falla de seguridad», aunque evitó precisar quien fue el responsable.

Como en tantas otras ocasiones la mala relación de la ministra con el gobierno de Rodríguez Larreta complicó la situación. Las fuerzas federales suelen resistirse a cumplir las órdenes de sus pares porteños, cuando estos están a cargo del operativo, como sucedió este sábado.







El ataque al micro se produjo en una zona que estaba a cargo de Prefectura, que responde a la ministra Bullrich. «Hubo desidia», fue el diagnóstico.

«Hubo desidia de Prefectura», fue el diagnóstico. «El área a cargo de Gendarmería fue impecable», agregaban las fuentes. Se sumó la furia del sector más duro de la barra de River que el día anterior sufrió una serie allanamientos, donde les incautaron diez millones de pesos y entradas.

Se les aplicó derecho de admisión y por eso en la cancha se veía un sector vació. «Querían armar quilombo», reconoció la fuente. La incompetencia de un sector del operativo les dio la ocasión para cumplir sus deseos.

Luego cuando intervino la Prefectura, todo fue peor. Para intentar dispersar a los hinchas los efectivos empezaron a tirar gases lacrimógeno afectando a los propios jugadores. Se vio entrar a los jugadores al vestuario heridos y con dificultad para respirar.

El chofer del micro bajó desmayado y seis jugadores vomitaron y quedaron tirados en la antesala el vestuario: Carlos Tevez, Fernando Gago, Julio Buffarini, Agustín Almendra, Nahitán Nandez y Darío Benedetto.

«No hacen inteligencia, los barras son los más fácil del mundo para infiltrarse porque son todos habladores, con un micro con vidrios blindados nada de esto pasaba. Con un dron que vaya 200 metros adelante y donde ve cosas raras desvía el trayecto alcanzaba», explicó un experto en la materia, pasmado por la falta de profesionalidad exhibida, en un evento de repercusión global.

Incluso trascendió que ante los ataques, el chofer del micro recibió un ladrillazo en una ventana y tuvo que ser reemplazado de manera urgente en el volante por un dirigente del club, con el riesgo de desencadenar una tragedia si no se lograba controlar el micro.

Mientras, en Libertador y Udaondo los miles de hinchas de River que no habían logrado empezaron a chocar con la Prefectura, que volvió a usar gases y hasta balas de goma, en una sucesión de incidentes que llegó hasta Libertador y Monroe, donde fue la Policía de la Ciudad la que encabezó los choques.

Pasadas las 17 horas, el panorama era completamente confuso. Mientras la Conmebol informó a través de su cuenta oficial de Twitter que el partido fue postergado para las 18 y luego para las 19.15, desde de Boca insistían en que su plantel no está en condiciones de jugar -con Pablo Pérez y Gonzalo Lamardo lastimados- y las fuerzas de seguridad apostadas en la puerta del estadio les decían a los hinchas que el partido no se jugaría hoy. Pablo Pérez tenía una úlcera en el ojo izquierdo.

Se supo además que el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, presente en el estadio para ver la final, le habría dicho al presidente de Boca, Daniel Angelici, que la final debía jugarse sí o sí. Mientras que el técnico de River, Marcelo Gallardo, dijo que de ninguna manera iba a aceptar jugar si el plantel de Boca no estaba en óptimas condiciones.

Nos están obligando a jugar, hace cinco horas que estamos en el vestuario, tenemos tres compañeros lastimados. Las condiciones para jugar no están dadas y lo quieren jugar los presidentes de la FIFA, la Conmebol.

Luego de una reunión entre Infantino, Angelici y el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, se acordó que el partido se juegue a las 19.15, pese a todo. Sin embargo, las autoridades del club xeneixe y los jugadores se resistían. «La posición de Boca es que no se juega», dijo el vicepresidente de Boca, Darío Richarte.

«Nos están obligando a jugar, hace cinco horas que estamos en el vestuario, hace siete que almorzamos, tenemos tres compañeros lastimados. Las condiciones para jugar no están dadas y lo quieren jugar los presidentes de la FIFA, la Conmebol y nosotros ni siquiera estamos cambiados», afirmó Carlos Tevez.

Finalmente a las 19.30 cuando la situación en la calle en los alrededores del estadio se descontrolaba, la Conmebol finalmente aceptó suspender el partido y pasarlo para este domingo a las 17, con público presente.

Domínguez reconoció que tuvo que suspender el partido porque los dos planteles se negaban a jugar. Los futbolistas aportaron el sentido común que faltó en la dirigencia.

 

jorge bermudez@patronbermudez

Por una vez en toda tu carrera como dirigente de @BocaJrsOficial te pido que demuestres tu sensatez y sentido de pertenencia Angelici, debes Suspender el partido. No se debe jugar después de la agresión sufrida por el plantel. Es un NO rotundo.

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Los incidentes se desencadenaron pasadas las 15, con la llegada en micro del plantel de Boca al Monumental. En ese momento, cuando faltaban menos de dos horas para que comenzara la final, un grupo de hinchas de River empezó a lanzar piedras contra el plantel visitante. La zona parecía liberada, sin policías que controlaran las inmediaciones del estadio.

Bullrich quedó en el centro de las críticas, ya que de modo reiterado había afirmado que «el Estado está en condiciones de garantizar la seguridad en los estadios».

Incluso, hace un par de semanas cuando Macri pidió que hinchas visitantes puedan presenciar el partido, la ministra había respaldado la polémica propuesta con una pregunta retórica: «Vamos a tener un G20, imaginese que lo de Boca y River parece algo bastante menor al lado de tener veinte presidentes y ocho organismos internacionales», sobró la ministra en una nota en TN (ver video).

Los incidentes preocupan porque se dan, justamente, a días de la cumbre mundial en la que participarán en Buenos Aires los líderes de las máximas potencias, con un megaoperativo de seguridad también a cargo de Bullrich.