Estos indicadores son proyecciones elaboradas por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) realizadas en base al Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas que se realizó en el 2010.

El mismo se divide por sexo y se estima los años que viviría una persona si naciera en una provincia determinada, en un año determinado. El análisis comienza en el año 2015 y se extiende hasta el 2040.

En el caso del Chaco, un varón que haya nacido en el año 2015 tendrá una esperanza de vivida de 71,53 años, la más baja del país. Para tener una idea, la esperanza de vida más alta de ese año se da en Tierra del Fuego, con 75,61 años y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con 75,41.

En este sentido, si ese nacimiento se diera cinco años después, en 2020, ese bebé chaqueño viviría 73,03 años. En 2025 viviría 74,35 años; en 2030, 75,52 años; en 2035, 76,54 años y finalmente si el nacimiento fuera en 2040, viviría 77,45 años. Aún así, con esa mejora en la esperanza de vida, la provincia estaría entre las jurisdicciones donde se vive menos años.

En el caso de las mujeres, el Chaco continúa siendo la provincia donde menos esperanza de vida tienen si se compara con las proyecciones de las demás jurisdicciones.

Es así que una niña que haya nacido en 2015 tiene una perspectiva de vivir unos 78,32 años, la peor del país. En Neuquén, donde la esperanza de vida para las mujeres es la mejor del país, una beba nacida en 2015 tiene una perspectiva de vivir 81,97 años. Es decir que si hubiera nacido en el Chaco viviría tres años y medio menos.

De acuerdo a las proyecciones, si esa beba chaqueña naciera en el año 2020 viviría 79,71 años; en 2025, 80,95 años; en 2030, 82,05 años; en 2035, 82,99 años y 2040, 83,83 años.

¿Qué es la “Esperanza de vida”? 

La esperanza de vida constituye el número de años que, en promedio, les resta por vivir a los recién nacidos.

Según el INDEC, es una estimación del promedio de años que un niño recién nacido viviría si los rasgos prevalentes en la tasa de mortalidad en el momento del nacimiento persistieran iguales a través de toda su vida.

Este índice depende del sexo, nivel de educación, de las condiciones sanitarias, de las medidas de prevención, del nivel económico y de la atención de la salud como política de estado, entre otros.