Jorge Sola, secretario de Prensa y Comunicación de la CGT, aseveró que «la huelga sigue siendo un derecho constitucional» en Argentina.
Jorge Sola es secretario general del Sindicato de Seguros, pero también es secretario de Prensa y Comunicación de la Confederación General del Trabajo (CGT). Previamente fue secretario gremial del sindicato que conduce, es abogado, y profesor de Ciencias Biológicas.
¿Se imagina algo similar a lo que sucedió en la recuperación de la democracia en los años ’80, de huelgas generales, siguiendo con la canción de presentación de «A la huelga» que acabamos de colocar?
Siempre las circunstancias histórica se rodean de los hechos que la conforman. Por lo tanto, aquella vez es solo una referencia en un momento histórico de Argentina y con una situación política y económica diferente, aunque parecida en algunas cosas. Pero el mundo cambió, y Argentina y sus dirigentes también.
En principio, el propio movimiento obrero y la Confederación General del Trabajo (que es a la que pertenezco) estamos a la expectativa por las nuevas medidas que se van a anunciar, preocupados por algunos conceptos que Javier Milei llevó adelante en su campaña que, de confirmarse, nos pondrían en una negociación en una mesa, si es que cree que el consenso es lo mejor para llevarlo adelante.
Imaginemos que se llevan adelante algunos de los anuncios previos en campaña, por ejemplo, quitarle las obras sociales a los sindicatos, una reforma laboral que modifique el sistema indemnizatorio, o la reforma en el sistema de paritarias, no llamando a las mismas sino dejando la libre negociación entre las empresas. En casos como esos, ¿qué es lo que harían? No podría negociar porque lo que te planteo es que se llevan adelante estas medidas y se aprueban en el Congreso. ¿Qué es lo que haría la CGT?
Oponernos. Lo primero que quiero dejar en claro, y lo repetí en alguna otra oportunidad, es que el presidente, por más que decida y quiera tomar un montón de decisiones en el país, está acotado por sus propias atribuciones. Por lo tanto, a priori cualquier ley tiene que abrir un camino de diálogo y consenso. Este país (ya lo habían propuesto varias candidatos y entre ellos está Sergio Massa) solamente tiene salida y es mediante el diálogo.
Si esas mesas de diálogo funcionan, tenemos un montón de problemas vistos y soluciones para aportar, no solamente somos un factor de reacción o presión en la calle sino que también somos un factor de poder que posee para ofertar una gran cantidad de soluciones. Si esto llegara a una instancia de tratamiento en el Congreso, esperemos que cuenten con nosotros para tratar de resolverlo. Siempre la instancia de la huelga, las protestas o los reclamos están situados en última instancia porque somos garantes de la paz social, eso lo tenemos muy en claro.
A veces, cuando veo algunos titulares o decisiones que se toman, es como que le marcan la cancha al presidente electo. Y la verdad que no, nosotros mantenemos la misma defensa de los intereses con todos los presidentes que pasen por el gobierno, defendemos intereses de los trabajadores. Entonces, cualquier interés que sea tocado tendrá con nosotros: primero, una propuesta que seguramente podremos mejorar o aportar a cualquier solución del Estado; y, segundo, siempre tenemos el reclamo como herramienta, es una potestad de nuestra propia Constitución.
Para ver si comprendo, y la pregunta es casi antropológica, ¿los paros generales son de otra época, del siglo XX? Es decir, hoy en día no son una herramienta frente a situaciones extremas, pero tampoco lo son como lo podían ser todavía en el siglo XX, ya sea porque la sociedad no los acepta, no se pueden cumplir, la mitad de los trabajadores son informales o por el motivo que sea. En el caso de que así sea, me gustaría que nos contara cuál es el motivo. ¿Dejaron de ser una herramienta, como lo eran hasta el siglo XX?
Desde la Revolución Industrial hasta aquí, para que el capital pudiera generar su ganancia necesitaba de la intervención de la mano de hombre, de la fuerza de trabajo. No había manera en que la materia prima pudiera transformarse y producir ganancias. Hoy eso cambió y se produce más ganancia a través del mundo financiero que del trabajador efectivamente contratado. Ese es un problema no solamente del país, agravado en Argentina por la situación económica y social, sino que también se da en los propios países del primer mundo. La irrupción post pandemia de herramientas como el home office o el trabajo a distancia también saca al trabajador de sus lugares de trabajo. El llamado siempre a un paro general me pone en una situación porque pareciera que es como una amenaza, pero quiero aclararlo desde un punto de vista muy conceptual de lo que me está preguntando usted. La huelga sigue siendo un derecho constitucional y, para nosotros, un derecho natural. Constitucional en Argentina, no en otros lados. De hecho, hoy en la Organización Internacional del Trabajo, en estos momentos, se está discutiendo la limitación al derecho de huelga y con mucho esfuerzo los trabajadores lo estamos manteniendo. Creemos que es una herramienta fundamental para reclamar por parte de la fuerza del trabajador.
Vuelvo con un interés teórico y amplio, trascendiendo a Javier Milei. El ejemplo de los países que hacen huelgas generales era Francia, ¿no? El ejemplo más aguerrido de los sindicatos. Lo que vemos es que, a lo mejor, frente a la falta de la herramienta, la inoperancia o que ya no son posibles por lo que usted decía del home office, porque no está la gente reunida en un solo lugar, la gente puede seguir trabajando sin que el lugar de trabajo abra, para decirlo de alguna manera, y esto hace que la protesta ya no pueda ser canalizada por los sindicatos y aparezcan los «chalecos amarillos» (Francia) o líderes populistas como Donald Trump, Jair Bolsonaro o Milei, la pregunta que surge es si la falta de representación de los sindicatos cree que, de alguna manera, ayudó a la explosión de la protesta a través de otros canales, que pueden terminar siendo autodestructivos pero encuentran otro canal.
Especialmente en Argentina no lo pondría en términos de falta de representación de los sindicatos. El movimiento sindical en Argentina es uno de los más fuertes del mundo y si hay muchas leyes que todavía no se llevaron adelante en contra de los derechos de trabajadores es por la oposición precisamente del movimiento sindical argentino. Sí reconozco que, por ejemplo, en Francia la aparición de los chalecos amarillos, que eran trabajadores mileuristas cuya condición ya no le alcanza para llegar a fin de mes, salían a protestar los días sábados, es decir, después de su jornada semanal de trabajo, es un caso particular.
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Nuestro caso particular es el hecho de que el 50% de los trabajadores no están formalizados y, por lo tanto, no tienen representación sindical.
Ese es un tema también. Muchos de esos trabajadores podrían formalizarse y muchos decidieron no hacerlo en las formas que se vienen llevando adelante en la legislación argentina, como en el caso de los trabajadores de economía popular. Serán más o menos, pero hay un sector que tenemos que tomarlo como que ya vino para quedarse en Argentina. Por eso quiero centrar nuestro accionar como movimiento obrero argentino en dos cosas: siempre estuvimos parados en un lugar como factor de reacción o presión, es decir, hay un problema, se presiona a través de las reuniones que tengamos con los distintos poderes o en la calle, pero tenemos que recuperar nuestro factor de poder. Éste se recupera en la mesa de decisiones políticas.
Tenemos gobiernos, como el pasado, que en algunos casos no dio las soluciones que queríamos pero que sí abrió sus canales de diálogo para que fuéramos factor de poder y, a veces, no nos prestaron la suficiente atención a alguna de las respuestas que habíamos hecho. Esperemos que este gobierno abra una canal, donde nuestra tríada (que lo venimos sosteniendo desde que asumimos en la CGT que es producción, desarrollo y trabajo) la podamos llevar adelante. Si para eso hay una concepción del trabajador como «empleado esclavo», contará con nuestra reacción y nuestra oposición a todo esto. Para eso representamos a nuestros propios trabajadores.
Quiero ser claro respecto a la gente que votó a Milei: muchos de ellos son trabajadores regulares y gente a la que representamos y le respetamos su voto. Pero también seremos los primeros que defenderemos los derechos porque no solamente no defendemos a las personas, sino también a los derechos que detentan. Por lo tanto, es nuestra firme decisión no dar un paso atrás en todos los derechos conseguidos. Se puede modernizar el mundo laboral sin necesidad de perder derechos. La reforma laboral, que era un concepto político en el gobierno de Mauricio Macri, hoy se puede transformar porque en cada convenio colectivo, cada gremio realizó modernizaciones para que las inversiones que provienen de la propia Argentina o del exterior puedan tener el fin correcto, que son las ganancias, y también que el trabajador tenga puestos de trabajo, mejores derechos y salarios.
Por ejemplo, en nuestro sindicato, que es el Sindicato del Seguro, post pandemia fuimos el primer gremio que incorporamos al convenio colectivo de trabajo la herramienta de home office, el primero en América Latina. No perdimos un solo derecho, muy por el contrario, incorporamos derechos como la tarea de cuidado, la percepción de compensaciones económicas por uso de herramientas tecnológicas, y demás. Ese es el camino, es más largo, más trabajoso, pero es uno que el gobierno tiene que recorrer junto con las organizaciones gremiales.
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Alejandro Gomel: Uno de los temas que está sobre la carpeta, y usted hablaba de la posible reforma laboral, es la caída de la llamada ultraactividad, por la cual se defienden los convenios colectivos y, si cae la ultraactividad, significaría que caigan todos los convenios colectivos y empezar a negociarlos de nuevo. ¿Qué posición tendrán si la postura finalmente es esta?
En primer lugar, para eso tienen que modificar una ley. Pero si esa fuese la postura, nos veríamos obligados a modificar un convenio colectivo, pero vuelvo a insistir con que cada una de las actividades lo realice de acuerdo a cómo funcionan las mesas paritarias. Hasta el 2005 estuvieron detenidas las mesas paritarias. Hoy estamos discutiendo aumentos de salarios, lo prioritario, y dejando de lado lo importante, que son las modernizaciones y la búsqueda de derecho de los trabajadores. Entonces, la chance de la caída de la ultraactividad no necesariamente hace un mejor convenio colectivo, para eso se tiene que convencer a las partes, es decir, los empleadores y los trabajadores, de que hay una nueva moda para relacionarse, que es un convenio colectivo de trabajo que traerá beneficios a ambos.
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Ahora, si le digo que le sacaré un derecho, usted dirá: «¿qué me dará a cambio? ¿Una compensación económica? ¿Otro derecho?», en esa negociación es como funcional las mesas paritarias. En la década del ’90 se hicieron caer muchos convenios colectivos de trabajo, precisamente del año ’75, y esos convenios colectivos de trabajo no fueron mejores para los trabajadores porque se adaptaron a lo que que el poder político necesitaba. Vuelvo a insistir con mi mirada y es que representamos los intereses de los trabajadores, no de los votantes de Milei ni de Massa.
AG: Por eso. Si aparece una ley para dar de baja a la ultraactividad, ¿se opondrán a esto entonces?
Trataré de citar al presidente electo: «lo que se tenga que resolver entre privados, se debe resolver entre privados». La negociación entre la Cámara de Empleadores del Seguro y los trabajadores es entre el sindicato y la Cámara, no debieran meterse y, en todo caso, tendrían que gestionar ahí para que esa paritaria funcione del mejor modo posible.
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En nuestra mirada, el Ministerio de Trabajo, que termina también interviniendo en estas negociaciones, termina tratando de llevar esto un punto medio. Para nosotros, que esa ultraactividad se cayera, sería una mala noticia. En todo caso, pretendería que el convencimiento fuera actividad por actividad.
Daré algunos ejemplos: en el caso de las construcciones, están armando un convenio colectivo especialmente para la extracción de litio en el Norte Grande de nuestro país, y va por ahí el camino. Como sucedió también en la explotación de Vaca Muerta con muchos sectores que tienen que ver con los petroleros y con la construcción.
No vamos a oponernos a alguien que venga a invertir y necesite pautas y que, a cambio de estas, se genere trabajo para los laburantes, mejores condiciones de trabajo y salarios. El camino del diálogo y el consenso es el que tenemos que caminar todos para que podamos tener una Argentina por lo menos encaminada hacia algo que nos lleve a un lugar de beneficios. Dependerá de muchas decisiones del poder político, el cual hoy está en manos de Milei.
Claudio Mardones: En el plazo más inmediato, al menos ya a partir de los próximos 15 o 20 días, el escenario para algunos sectores asombra y aparece como algo muy sombrío, especialmente en el caso de los trabajadores estatales, en donde hay una señal de alarma en los gremios. A eso le sumo otro escenario: los anticipos que surgieron de los posibles funcionarios que estarán en el área del Sistema Nacional de Medios Públicos. La señal es todo lo contrario a la cautela que usted está relatando. ¿Temen que la CGT se vea obligada a tomar definiciones y medidas ante la posible concreción de los planteos de Milei, sobre todo, en el Estado y los medios públicos? ¿Cuál será la respuesta de la CGT frente a una posibilidad de despidos masivos y el cierre tanto de empresas del Estado como una chance, para algunos funcionarios de Milei casi confirmada, de la multiplicación de despidos en el Estado?
Uno de los principales problemas que causa angustia en el hombre es la incertidumbre. Hablando con mis compañeros que están en el sector público, como en casi toda la actividad, lo que tenemos es incertidumbre sobre lo que viene porque fue una propuesta que tiene muchas ideas pero poco desarrollo de ellas.
Con lo cual, estamos expectante a lo que suceda. Lo que tendrá, en caso de que haya trabajadores despedidos, es una posición de oposición a esa medida, que la llevaremos adelante en conjunto con los representantes de cada uno de los gremios.
A lo que usted desarrolló quiero agregarle lo siguiente: la preocupación no solamente es en el sector público, en donde pareciera que fuera el colapso del gasto público, no es en los empleados, no es el gasto político donde está el ajuste fiscal que se hará. El ajuste fiscal lo van a pagar los trabajadores y los jubilados, que es donde más se gasta el PBI. Ahí hay una preocupación, sabiendo que hay datos que dicen que más del 60% de los jubilados votaron a este gobierno, que precisamente necesitaba, como dijo Milei, prometiendo un ajuste.
Luego, hay un montón de actividades que hoy están paradas a la espera de lo que sucederá, porque también es cierto que nos estamos encontrando frente a un montón de indecisiones en el nombramiento de funcionarios e indefiniciones a la hora de llevar políticas que tienen que ver con la importación de productos necesarios para el funcionamiento de la fábrica de automotrices.
El sector de Seguros, por ejemplo, que es un sector financiero y de servicios, necesita dólares para pagar, por ejemplo, las primas de reaseguro. Todo eso está detenido y preocupa demasiado porque las empresas sostendrán hasta que empiecen a despedir, algo que ya empezado a hacer en algunas de obra pública.
CM: En Tierra del Fuego, sin ir más lejos, Mirgor, la empresa de Nicolás Caputo, tuvo 450 despidos y vacaciones anticipadas para una gran cantidad de trabajadores. Hay algunas señales que también están vinculadas con algunas discusiones económicas, como por ejemplo, cuál será la políticas para Tierra del Fuego. Pero en este plano empiezan a surgir estas suspensiones y algunos consideran medidas preventivas del sector empresarial, que lo que hacen es multiplicar la incertidumbre. ¿En qué lugar pone a la CGT esta situación?
En defender el eslabón más débil en esta cadena que es el trabajador. Es así, lo pone en ese lugar. Pero para eso necesitamos exactamente sentarnos con el gobierno para ver cuáles terminarán siendo las medidas. Estos reclamos, en estos casos en particular, se están haciendo a través de los gremios que los representan en algunas de las construcciones y otros de servicio informático.
Tierra del Fuego es un gran problema: son 18.000 trabajadores de empleo directo, que si se les saca los beneficios que tienen, dejan de tener trabajo y 40.000 de empleo indirecto.
Ahí tiene 60.000 trabajadores, multiplicado por cuatro son 250.000 personas con su familia que se verán en un problema. Lo que digo sobre esto, y pido que lo tomen con la mayor sinceridad intelectual, es que cuando alguien toma determinaciones tiene que tener la suficiente sensibilidad y empatía de saber que cada número representa una realidad en sí misma, que tiene relación con su familia, su salud, su manera de vivir y, efectivamente, esa empatía es necesaria que la tengan los dirigentes.
Si no la tienen los dirigentes políticos, evidentemente se las tenemos que hacer ver nosotros, que somos los que estamos todos los días en cada una de las fábricas, oficinas y empresas, tras saber que a ese trabajador, mañana, si no tiene trabajo, tampoco podrá mandar a su hijo a la escuela o lo podrá mandar en peores condiciones. Tampoco tendrá una obra social que le atienda esa salud. Esa empatía es necesaria y es imprescindible que la tengan. A veces veo que en los discursos solo se habla de números y se olvidan de esa característica social que es necesario haber transitado en la vida. Yo no sé si todos las transitaron.