La nafta y el gasoil aumentarán este lunes hasta un 4% promedio en surtidores, según indicaron importantes fuentes del sector de refinación. La suba contemplará, principalmente, el 1% de incremento del impuesto a los combustibles líquidos (ICL) que definió el Gobierno desde el primero de julio, la devaluación mensual del 2% del tipo de cambio oficial y la última suba de biocombustibles de esa misma magnitud.
De esta manera, la nafta súper de YPF, líder local con cerca del 60% del mercado, pasará desde la semana que viene de $905 a la zona de los $941 por litro en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). El gasoil pasaría de $941 a cerca de $980 por litro. Se espera que sus competidoras se muevan en una línea similar.
En el Ministerio de Economía entienden que las petroleras – YPF, Shell, Axion y Puma – colaboran al aplicar el menor incremento posible para contribuir a la desaceleración de la inflación ante expectativas de mejoras en la macro. A eso se suma que desde que asumió Javier Milei los combustibles aumentaron más del 110% promedio y las ventas acumularon seis meses consecutivos de caídas interanuales.
El ministro de Economía, Luis Caputo, decidió diferir, al igual que lo había hecho en mayo y junio, el incremento del ICL que estaba previsto en el decreto 466/2024 para evitar un impacto mayo en la inflación. Una fuente oficial dijo a este medio que si se aplicaba la suba del tributo prevista en la norma la nafta aumentaría 15% y el gasoil 10%, solo por el componente impositivo.
Los cálculos privados arrojaban un salto de al menos 18 por ciento. Finalmente, el impacto será de solo 1% sobre los precios finales.
Con el mismo objetivo, Caputo suspendió la indexación por inflación prevista para las tarifas de luz y de gas, ya que los usuarios residenciales, en particular los de ingresos medios y bajos, sentirán el impacto de la quita de subsidios aplicada ese mes en una época en donde el consumo es más alto por el descenso de las temperaturas. Es decir, las boletas serán más abultadas en los próximos meses.
Así lo explicó el asesor del Palacio de Hacienda, Felipe Nuñez, a través de su cuenta oficial de X: “Las tarifas energéticas no van a aumentar en el mes de julio. Esto estaba planificado así en virtud de los aumentos realizados en junio y teniendo en cuenta la estacionalidad. En relación a los combustibles, se decidió aumentar el 1% el componente de impuestos a los combustibles. El grueso del ajuste esta hecho y ahora hay que pasar de la motosierra al bisturí”.
La decisión tomada por Caputo no solo tiene que ver con garantizar el sendero de desinflación. El superávit fiscal conseguido hasta mayo y la sanción del paquete fiscal en el Congreso, entienden en el Ministerio de Economía, dan más aire para recalcular el ajuste. La inflación lleva hasta mayo cinco meses de desaceleración pero la quita de subsidios en energía de junio podrían poner presión sobre el IPC del Indec y cortar esa racha, por lo que la intención oficial es quitar presión para julio.
En paralelo, el Gobierno busca darle un alivio a los debilitados bolsillos de los consumidores en el marco de un aumento de la pobreza, la desigualdad y el desempleo durante el primer trimestre. Ese empeoramiento de las condiciones sociales también se sintió en el consumo y, en particular, en las ventas de combustibles.