PRONÓSTICO EXTENDIDO

Rusia cada dia más lejos: la Selección y una noche que pasó de la fiesta a la desesperación

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Tantos fuegos artificiales se diluyeron en humo. Tanto rock and roll terminó en tango desesperado. De tanto grito a tantos silbidos. De tanta expectativa legítima a una desazón colectiva monumental.







La Selección no logró saltar a la zona de clasificación directa y sigue en repechaje, apenas un punto arriba de quienes se quedarán afuera de todo.

La grieta acecha. Hasta la última fecha de las Eliminatorias no se sabrá si Argentina irá directo a Rusia; se atrasa el negocio de las compañías de turismo que quizá salven la ropa con una costosa escala en Nueva Zelanda.

Como nunca antes el hincha se hizo piña alrededor de Messi.“Que de la mano, de Leo Messi, todos la vuel ta vamos a dar” bramaba el particular público de la Selección cuando los jugadores salieron a precalentar.

La megafonía del estadio disparaba a volumen de recital el listado de temas elaborados por Sampaoli, devenido en discjockey: Redondos, Divididos, La Renga y Callejeros subieron la temperatura de una noche helada. 







Hubo estallido de fuegos de artificio detrás de la tribuna San Martín y bocanadas de humo salían de las ocho bocas instaladas a los costados de los dos laterales. El cuartetero Ulises Bueno puso el broche previo con su versión abreviada del himno, rematada a voz en cuello por todos: ….” O juremos con gloria morir”.

Todo estaba dado, hasta los resultados favorables de los partidos previos: derrota de Chile, empate de Colombia. Sólo había que jugar. Sólo había que ganar.

Fue entonces cuando se le acabó el tiempo a Cenicienta y los caballos volvieron a ser ratones.

 

Los durísimos partidos que se le vienen a Argentina y cómo quedó el escenario

Impericia, acierto del adversario, mala suerte evitaron goles prematuros de Icardi, Messi o Dybala. Remates a la red interrumpidos por una pierna fortuita, lentitud en definir, trayectoria de cinco centímetros desviada…

No entraba y no entró en todo ese primer tiempo en el que la Selección pudo, debió y mereció haber hecho una diferencia notable. En el segundo apareció temprano el golazo de Venezuela y a partir de entonces hubo un fuerte derrumbe conceptual y, en algunos casos, también temperamental. Si antes se buscaba a Messi como parte del todo, desde el gol de Murillo fue buscado como salvador exclusivo de lo que iba camino a la debacle absoluta.

El empate llevó un poco de calma pero no despejó las cabezas, no hubo paciencia, no hubo tranquilidad, no hubo paz interna para tomar las mejores decisiones. “Po nelo a Pipa, la p…” se exigía desde la Centenario cuando desde el rancho aparecían las llamas. Sampaoli lo puso y con Benedetto-Icardi usó doble nueve más de área que la dupla inicial Dybala-Icardi. Pero después salió Icardi.







 

Jorge Sampaoli admitió que la situación empeoró y mostró su enojo

Urgencia, necesidad, proyecto parecen ser las coordenadas de la Selección. La primera no sólo no fue resuelta en las mejores condiciones sino que se agravó. Lo que se necesita está en entredicho porque no hay garantías de que el equipo pueda resolver favorablemente las dos finales con Perú y Ecuador.

Así las cosas, el proyecto es sólo una expresión de deseos que se fagocita a Sampaoli, en tanto cabeza de este nuevo proceso. ¿En qué proyecto puede pensar el técnico si las urgencias y las necesidades lo acorralan hasta la asfixia?

De los últimos 9 puntos, la Selección sacó 2: perdió con Bolivia dirigida por Bauza y empató con Uruguay y Venezuela conducida por Sampaoli.
En esos tres partidos el equipo sólo convirtió un gol, que en realidad fue en contra del adversario. Con Chile un punto abajo, anfitrión de Ecuador en la próxima fecha, aparece ahora Perú como el rival directo.
Los peruanos sacaron 9 de esos últimos 9 puntos. Y encima, Perú es una vieja bestia negra de Argentina en las Eliminatorias: la dejó afuera del Mundial 70 sacando un empate en la Bombonera.
Fue una odisea lograr el pasaje para el Mundial 86 cuando Reyna se le pegó a Maradona en Lima y en Buenos Aires y recién se logró el empate salvador cuando Passarella hizo una jugada heroica y sirvió el centro. La empujó Gareca, hoy entrenador de Perú. A quienes les gustan las coincidencias, ahí tienen una. El 1-1 de anoche dejó otra. El 5 de setiembre de 1993, la Selección perdía 0-5 ante Colombia y se condenaba al repechaje con Australia. ¿Qué será peor, perder con la mejor Colombia de la historia o no poder ganarle a esta Venezuela?

 







Marcos Acuña, de suplente a ser clave para el grito de Argentina

No hay solución posible. Sampaoli hizo lo que pudo. No se advierten errores groseros en las formaciones de los dos partidos. Acaso haya que apuntarle que jugar sin laterales y poner un zurdo a la derecha, como Acuña en Montevideo, provocó la clausura de toda una banda para atacar.

Probó variantes para asociar a Messi y ninguna fue efectiva. Movió el banco y no encontró soluciones. El ingreso de Acuña, clave en el gol de empate, fue obligado por la lesión de Di María.







La suerte del equipo dependerá de que se resuelvan las circunstancias favorables en los próximos dos partidos. Da miedo porque cuando debió hacerlo, el equipo no mostró rebeldía. Anoche se ganaba llevándose por delante al rival. Y ni eso.

Tanta euforia degrada en silbidos, con Messi a salvo por el veredicto. Empezó con rock and roll, terminó en tango. Falta el tiro del final. Que no suceda.