Desde el domingo, los bombardeos diarios de la aviación siria causaron la muerte de 250 civiles, entre ellos casi 60 niños.
La ciudad de Guta Oriental, cerca de Damasco, vive desde hace varios días uno de los ataques más sangrientos de la guerra civil siria, que está a punto de cumplir siete años. Desde el domingo murieron más de 320 civiles, entre ellos, seis niños.
Según los últimos datos ofrecidos por el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, entre muertos y heridos suman 2.350.
La ciudad pertenece a las pocas zonas del país aún bajo control de los rebeldes. El dominio lo ejercen milicias islamistas.
Desde hace meses está sitiada por las tropas del Gobierno y se estima que unas 400.000 personas se mantienen aisladas del mundo exterior, sin acceso a alimentos o medicinas.
La zona en torno a la ciudad de Duma fue alcanzada en la mañana de hoy por al menos 200 granadas, lo que fue definido por un local como “un infierno en la Tierra”. «Cada minuto caen decenas de granadas», dijo el activista Masen al Shami.
A causa de ello resulta imposible para los equipos sanitarios asistir a los heridos. «Entre cinco y diez granadas caen en la misma calle estrecha al mismo tiempo, causando una especie de terremoto en la zona”.
Desde mediados de 2017, esta región es supuestamente una de las zonas de distensión creadas en virtud de un acuerdo entre Rusia e Irán, principales apoyos del régimen, y Turquía, que respalda a la oposición. Estas zonas debían teóricamente provocar una disminución de los combates. Pero los bombardeos siguen siendo casi diarios.
Hay edificios destrozados, calles enteras inhabitables y habitantes mortificados por la angustia. En represalia, los rebeldes disparan obuses contra Damasco.
El 5 de febrero de 2018, el régimen lanzó una ofensiva aérea de una intensidad inédita contra Guta, causando unos 250 civiles muertos y cientos de heridos, en cinco días. En los últimos días, el ejército envió refuerzos a los límites de Guta. «La ofensiva (terrestre) espera sólo la luz verde», según el Observatorio.
La ONU condenó la «intencionada privación de comida a los civiles» como táctica de guerra, después de la publicación de fotos impactantes de niños esqueléticos en Guta oriental.
Y Unicef denunció la peor crisis de desnutrición desde el comienzo de la guerra en 2011, con el 11,9% de los niños de menos de cinco años con desnutrición severa. Casi 400.000 personas siguen viviendo en Guta, bajo escasez de alimentos y de medicamentos en medio de bombardeos. La mitad son niños.