En medio de las tensiones comerciales y diplomáticas con Estados Unidos, los presidentes de Rusia, Irán y China se reúnen el sábado en una cumbre paralela a la del G7, que se celebra en Canadá y donde participará Mauricio Macri de invitado.
La cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), que además de China y Rusia incluye a varios países del centro y el sur de Asia, comenzó este sábado en la ciudad costera de Qingdao, en el este de China, y revela profundos desacuerdos entre Washington y sus aliados.
«El espíritu de Shanghái se centra en explorar una causa común a la vez que ponemos a un lado nuestras diferencias y buscamos cooperación en beneficio mutuo», señaló el presidente chino, Xi Jinping en el banquete previo a la cumbre, que se celebra en la ciudad portuaria en la península de Shandong.
Xi expresó el deseo de esta XVIII cumbre de la OCS, la primera que se realiza con la India y Pakistán como miembros de pleno derecho, marque un segundo comienzo para la organización «en el que nos embarquemos en un nuevo viaje», según informó la agencia EFE.
«Hemos conseguido fructíferos resultados en cooperación de seguridad, económica y comercial», por lo que la OCS, vista por algunos observadores como una versión análoga a la OTAN en Eurasia, «se ha convertido en una fuerza importante para mantener la seguridad regional y promover el desarrollo común», afirmó Xi.
El principio de esta cumbre paralela coincide con las últimas horas, al otro lado del Pacífico, de la reunión de los países industrializados del G7, que dejó de ser G8 desde que Rusia fue excluida del club en 2014. El G7 intentaba reducir las grandes fracturas que el presidente estadounidense Donald Trump ha abierto sobre comercio y el programa nuclear iraní.
Vehículos blindados y fuerzas de seguridad patrullaban el sábado las calles de la gran ciudad portuaria china, conocida por sus colinas de pinos y sus mansiones de estilo alemán. Las autoridades evacuaron a comerciantes, residentes y turistas de varios barrios, antes de una ceremonia oficial de apertura programada a última hora local del día.
Junto al presidente ruso Vladimir Putin y el chino Xi Jinping, participó en el encuentro un invitado especial: el presidente iraní Hasan Rohani.
Y aunque la cuestión del acuerdo nuclear iraní no figura en el orden del día, Rohani podría hablar del tema con sus homólogos.
Hasta ahora, trascendió que Putin mantuvo una entrevista personal con el iraní, quien realiza en China su primer viaje al exterior desde que Washington anunció su retirada del pacto nuclear multipartito con Teherán.
Moscú y Pekín firmaron, junto a Estados Unidos, Francia, Alemania y Reino Unido, el acuerdo de 2015 por el que Teherán aceptó limitar sus actividades nucleares a cambio de un levantamiento parcial de las sanciones internacionales.
Pero la decisión de Donald Trump de retirar a su país del pacto abrió la puerta a nuevas sanciones contra Irán y contra las empresas extranjeras presentes en el país.
Teherán busca ahora garantizarse el apoyo de los otros firmantes, y en especial de China, gran consumidora del petróleo iraní, para mantener a flote su economía.
«Irán no puede esperar de forma indefinida. Hemos sido un actor fiel a nuestros compromisos.
Y estamos frente a una región extremadamente volátil», afirmó a la AFP una alta responsable iraní, Masoumeh Ebtekar, durante una visita a Lituania.
Frente a la retirada estadounidense «los miembros de la OCS podrían acordar un estatuto de miembro para Irán, para expresarle su apoyo y su apego al acuerdo nuclear», observa Dawn Murphy, profesor de relaciones internacionales del US Air War College.
Rohani es el segundo presidente iraní que asiste a una cumbre de la Organización de Shanghái, donde Teherán solo tiene un estatuto de observador.
La OCS cuenta entre sus miembros a cuatro exrepúblicas soviéticas de Asia Central (Uzbekistán, Kazajistán, Tayikistán, Kirguistán) y dos recién llegados: India y Pakistán.
El primer ministro indio Narendra Modi viaja también a Qingdao.
Esta cumbre se celebra además justo antes de la histórica reunión, el martes en Singapur, entre Trump y el líder norcoreano Kim Jong Un.
China, que no pretende dejarse marginar por las conversaciones entre Washington y Pyongyang, debe además aprovechar la cumbre de la OCS para impulsar su gran proyecto de infraestructuras de «nuevas rutas de la seda».
Ello se produce asimismo en un momento en que el gigante asiático sigue bajo la amenaza de sanciones aduaneras estadounidenses, preludio de una posible guerra comercial.
En este contexto, el comercio y las cooperaciones económicas ocuparán buena parte de las conversaciones en la OCS, según Dawn Murphy.