En el campo ya consideran un hecho que el Gobierno reinstaurará retenciones a las exportaciones de productos agrícolas. Y más allá de los pormenores de la medida, el campo espera el anuncio de hoy con una actitud que oscila entre la desilusión y la resignación.
El apoyo del sector agropecuario fue clave para la llegada de Mauricio Macri a la presidencia de la Nación. Ahora los mismos productores advierten que vienen de una campaña agrícola signada por la sequía. Y más allá de la suba del dólar, la vuelta de las retenciones sería la peor noticia para el sector, dicen. Y hasta amenazan bajar el nivel de inversión a la mínima expresión.
Las retenciones de 10% alcanzarían no sólo a la soja (con un freno al esquema de reducción que así llevaría el impuesto al 35% que tenía en diciembre de 2015 ) sino que también abarcaría a todos los productos exportables. Desde el trigo, maíz y girasol, pasando por la carne y otros derivados de las economías regionales.
El Gobierno busca no eximir a ninguna actividad para alejarse de cualquiera puja o especulación entre los distintos sectores productivos que pueda trabar el avance de la medida en el Congreso. Todos tienen que aportar para reducir el déficit de cara al Presupuesto 2019.
Mientras tanto del entorno del ministro de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, explican que el ex Sociedad Rural no fue consultado en ningún momento por el Gobierno e incluso no participó de las reuniones clave que se desarrollaron en la quinta de Olivos durante el fin de semana. Ahora Etchevehere estaría considerando su renuncia porque su ministerio perderá el rango y pasará a Secretaría bajo el paraguas de Producción.
Lógicamente también quedó desdibujada aquella promesa que realizó el saliente ministro a los dirigentes de las entidades del campo: iba a hacer todo lo posible para que no se toquen las retenciones, pero después que el dólar tocó los 42 pesos ya no hubo margen y Etchevehere vio sellada su suerte.
Los dirigentes del campo son sumamente críticos de la medida y explican a quien quiera escucharlos que las retenciones son un impuesto distorsivo. Sin embargo, están lejos de plantear reclamos contundentes con protestas en las rutas como pasó durante el kirchnerismo con la resolución 125.
El campo sabe también que ante el actual contexto económico plantear medidas de fuerza sería por lo menos odioso para el resto de la sociedad.
Por último, ante este escenario también es importante remarcar el alcance que tendrán la vuelta de las retenciones a los distintos sectores del campo argentino.
La producción agrícola podría perder nivel de inversión y aquellas hectáreas ganadas a la soja en trigo y maíz (claves en la rotación y sustentabilidad) también cederían. Pero es totalmente distinta la situación para los tamberos que, con costos dolarizados y precios internos deprimidos, siguen perdiendo rentabilidad. Lo mismo sucede con los porcinos o con economías regionales que ya vienen muy golpeadas, como la vitinicultura, entre otras. A la par, la industria frigorífica se muestra cauta pero no duda en advertir que el cambio de reglas de juego frenaría inversiones.
Las cartas, ya están echadas y es una mano perdedora para todos.