Los arqueros fueron las grandes figuras de la noche en Avellaneda, por la ida de los cuartos de final. La revancha será el martes 2 de octubre, en el Monumental.
Parece difícil de creer, casi que hay que pellizcarse en el Libertadores de América. Después de tanta intensidad, de ese ida y vuelta frenético, de una birome que se queda sin tinta de anotar tantas situaciones claras, de este partidazo… Sí, resulta inverosímil ese cero a cero que se dibuja bajo la luna de Avellaneda. Porque jugaron un clásico espectacular Independiente y River.
Brindaron noventa minutos cargados de adrenalina, con jugadas de peligro en cada área y sólo es posible explicar esta noche vacía de gol en las manos de Martín Campaña y Franco Armani, dos arqueros de Selección, extraordinarios, de los mejores del continente. Le bajaron la persiana a sus tres palos.
Se corporizaron en murallas. Entonces, la serie quedó abierta. Y esta historia copera se definirá el 2 de octubre en el Monumental.
Todo lo bueno que produjo River en el primer tiempo murió en las manos de Campaña. Todo lo lúcido que resultó Independiente en el segundo chocó contra los guantes de Armani. El uruguayo sostuvo su arco en los cuarenta y cinco minutos iniciales y en ese final en el que su equipo perdió terreno en el mediocampo con la salida de Nicolás Domingo.
El santafesino tapó una pelota sobrenatural. A Emmanuel Gigliotti se le debe haber venido a la cabeza Marcelo Barovero, como cuando falló el penal en la Copa Sudamericana, hace cuatro años.
El Puma tenía servido el gol. Pero el todopoderoso arquero de la banda roja se incorporó cuando estaba vencido y bloqueó el disparo del delantero.
Dinámico, intenso, punzante por las bandas… Así salió River en el primer tiempo, dispuesto a cargar con la mayor responsabilidad del partido. Atacó de entrada y lo sometió a Independiente. Utilizó los laterales, lanzados al ataque con mucha agresividad.
Primero, Gonzalo Montiel. Después, Milton Casco. Siempre con Gonzalo Martínez lúcido para cambiar de ritmo y filtrar el pase. Fue una puñalada cada habilitación del Pity. A espaldas de Silvio Romero y de frente a Fabricio Bustos. Encontró vulnerabilidad por ese sector. Y lo aprovechó en todo momento.
Audaz, con ímpetu y un cambio de nombres y sistema que revitalizó al equipo… Así salió Independiente a encarar la segunda etapa. Ariel Holan archivó el 4-2-3-1 con el que arrancó la noche, armó una línea de cinco atrás con el ingreso del uruguayo Gastón Silva, pero se soltaron como nunca sus laterales. Y mejoró Pablo Hernández. Y encontró espacios por los costados, aunque tuvo en Milton Casco un oponente demasiado duro. Casi nunca pudieron superar al lateral entrerriano. Cómo habrá sido que el técnico rojo mandó a la cancha a Ezequiel Cerutti y Pocho no pudo superarlo ni una vez, más allá de la falta del final, que derivó en un tiro libre que tapó Armani.
Hubo un tiempo para cada uno. Campaña evitó la debacle en los primeros cuarenta y cinco minutos, cuando River fue superior en el juego. En ocho minutos, ya había rematado cuatro veces al arco del número uno nacido en Maldonado.
Porque recuperaba rápido la pelota con Leonardo Ponzio y Exequiel Palacios, era incisivo por afuera y especialmente con el tándem Pity-Casco. Rafael Santos Borré fue de mayor a menor. Lucas Pratto participó del circuito, pero fue más importante en el retroceso.
Y a Juan Fernando Quintero le pesó el partido contra la raya. No era el plan original de Marcelo Gallardo. El colombiano entró por la lesión de Nacho Fernández, quien se resintió en el isquiotibial de la pierna izquierda horas antes del comienzo.
Independiente pobló la cancha con volantes. Dos de corte, como Nicolás Domingo y Francisco Silva, pero equivocó el camino Ariel Holan en la distribución del juego. Silvio Romero se quedó a mitad de camino a la derecha porque lució más preocupado en frenar las subidas de Casco que en atacar.
Pablo Hernández no se hizo cargo de la conducción y Maximiliano Meza fluyó poquito por la izquierda. Eso sí, cuando lo hizo, generó la situación más clara. Un remate de media distancia que explotó en el travesaño. Romero tomó el rebote, Franco Armani tapó a medias y Emmanuel Gigliotti perdió el gol increíblemente abajo del arco.
Holan advirtió esta deficiencia en la elaboración. Por eso adelantó a Domingo y dejó a Silva a cargo del primer pase.
Y conectó mejor. Aunque recién pudo desequilibrar cuando se soltó Bustos, que parece un wing más que un lateral. Armani le tapó un cabezazo venenoso.
Pero recién en el segundo tiempo se hizo dueño de la situación. Hubo una jugada extraordinaria de Silva. Pegó en el palo. Hasta el guiño de la fortuna ayudó a Armani. A esa altura, Independiente ganaba terreno, Ponzio se desdoblaba en la marca, Palacios y Pity estaban cansados.
Dominaban los rojos, pero no podían vulnerar al súper arquero. Holan sacó a Domingo, mandó a la cancha a Martín Benítez y perdió el medio.
Gallardo contestó con Ignacio Scocco. Ya estaban los uruguayos Rodrigo Mora y Camilo Mayada. Y de nuevo apareció Campaña.