A pesar de que se creía que el encuentro entre el presidente estadounidense Donald Trump y su par chino Xi Jinping iba a quedar en un compendio de frases optimistas, finalmente se llegó a un acuerdo temporal para aliviar la “guerra comercial”. Estados Unidos se comprometió en Buenos Aires a suspender por 90 días la aplicación de nuevos aranceles a las importaciones de China que entraban en vigor el 1 de enero, mientras que el gigante asiático prometió volver a adquirir productos agrícolas estadounidenses de inmediato.
La amenaza arancelaria de Estados Unidos incluía una suba de la barrera impositiva del 10 por ciento al 25 por ciento a importaciones chinas por valor de 200.000 millones de dólares. La tregua entre ambos países durará tres meses pero estará supeditada a que se logre un nuevo acuerdo en ese lapso, según el anuncio de la Casa Blanca.
Los mandatarios, que tuvieron el sábado una cena al término de la cumbre del G20 en Buenos Aires, estuvieron de acuerdo en comenzar negociaciones de inmediato para conseguir «cambios estructurales» en lo que atañe a la transferencia forzada de tecnología, propiedad intelectual, barreras no arancelarias, intrusiones cibernéticas y ciberpiratería, servicios y agricultura.
Los dos mandatarios se juntaron en uno de los salones privados del Palacio Duhau Park Hyatt, el lujoso cinco estrellas de Recoleta donde se hospedó el mandatario estadounidense. A lo largo de dos horas y media intentaron poner fin a la escalada arancelaria y tranquilizar a los mercados e inversores internacionales.
El ministro de Exteriores chino, Wang Yi, consideró el acuerdo como «provechoso, no solo para el desarrollo y el bienestar de los dos países, sino también para el crecimiento sostenido de la economía mundial». «Si al cabo de ese lapso, las partes no logran un acuerdo, los aranceles que se ubican en 10 por ciento pasarán a 25 por ciento», aclaró la Casa Blanca. En el comunicado, el presidente calificó al encuentro con su par chino como “fantástico y productivo”.
El mundo entero esperaba que ambas potencias se pusieran de acuerdo y acabaran con la “guerra comercial” que se desató cuando Trump impuso aranceles que alcanzaron a 300.000 millones de dólares de importaciones, de los cuales 250.000 millones de dólares correspondían a productos chinos. Luego llegó la represalia de China, que prohibió la entrada de los productos del agro estadounidense. Ante la posibilidad de que se recrudeciera el conflicto, los países participantes del G20 esperaban que Trump y Ji Xinping lograran limar las asperezas.
Antes de dejar Washington, Trump había dicho ver «buenas señales», pero a la vez se mostró reticente a un acuerdo. «Creo que estamos muy cerca de hacer algo con China pero no sé si quiero hacerlo», expresó. En su discurso ante los demás líderes, el mandatario chino dio un claro mensaje: los miembros del G20 deben «apoyar el sistema comercial multilateral».