En sintonía con estimaciones de precios privadas, la inflación medida por el Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET) marcó en junio 2,7%, lo que mostró una leve desaceleración respecto de mayo.
Pero ya alcanzó el 55,7% interanual. Con esta inercia inflacionaria, el salario real se hundió 8,8% en los últimos doce meses y acumuló su decimonovena caída consecutiva, que lo llevó al nivel más bajo en más de diez años.
Así, el poder adquisitivo cayó 16,4% desde que asumió Mauricio Macri.
El 2,7% mensual se ubicó dos décimas por debajo del dato revisado de mayo. Así, la medición interanual mostró un leve retroceso de 1,7 puntos desde el pico de 57,4% de mayo, que fue el más alto en 27 años.
En junio, la inflación estuvo motorizada por las categorías Esparcimiento (6,3%), a raíz del alza estacional de la hotelería y las entradas de cine; Vivienda (3,7%), por la suba del 8% en las facturas de gas de mayo que se pagaron el mes pasado y del 3% en alquileres; Alimentos y bebidas y Equipamiento del hogar (2,7%).
La desaceleración, apoyada principalmente en la baja del dólar del 5% a lo largo de junio, coincide con otras estimaciones privadas: Eco Go midió 2,6%; LCG y Ecolatina, 2,7%; y el índice de supermercados del CESO dio 3,2%. Pero por la suba de las naftas y las prepagas, las consultoras advierten que la baja podría frenarse este mes, informó Bae.
Si bien la leve baja del ritmo inflacionario frenó el desplome de los ingresos, el poder de compra sigue sin rebotar. «Comparado contra mayo, el salario parece haberse estabilizado», señala el informe, que advierte que en términos reales alcanzó el menor nivel de la serie elaborada por el IET que comienza en enero de 2009.
La devaluación, la inflación y las paritarias a la baja fueron los ingredientes clave del cóctel explosivo que pulverizó los sueldos en términos reales durante la gestión de Cambiemos. Desde su asunción, cayeron 16,4%.
El declive se profundizó desde diciembre de 2017 cuando se inició una racha de diecinueve caídas en fila.
En lo económico, este deterioro salarial, sólo comparable con la caída de 2001-2002, contribuyó a agudizar la recesión mediante el derrumbe del consumo. En términos sociales, significó la incorporación de unas cuatro millones de personas a la pobreza, según las estimaciones del IET que anticipó hace quince días BAE Negocios.
A partir de los datos de distribución del ingreso del Indec del primer trimestre, los analistas del instituto calcularon que el «semestre móvil» octubre de 2018-marzo de este año los argentinos que no pudieron satisfacer sus necesidades básicas representaron el 35,2% de la población, nueve puntos más que un año atrás.
Además, la indigencia saltó al 7,3%, lo que implicó que 1,2 millón de personas pasaron a ser indigentes en tres años y medio.