Con un duro mensaje del arzobispo de Salta, Mario Cargnello, la Iglesia le hizo saber al presidente que no cumplió su promesa de campaña «Pobreza cero».

En la misa por la Fiesta del Milagro -de la que también participaron la primera dama, el gobernador Urtubey, Isabel Macedo, el senador Esteban Bullrich y el secretario de Culto, Alfredo Abriani-, al cierre de un discurso en tono conciliador, el presidente recibió una fuerte crítica que dejó en evidencia el malestar que despierta su presencia entre los párrocos.

Ya la invitación había generado polémica en la curia local. El presbítero Raúl Méndez , cercano al obispo había considerado que la invitación al presidente se trataba de «una provocación» y había sugerido que Macri los dejara tranquilos y se dedicara a «resolver los graves problemas en que nos embarcó».

En este sentido, no llama la atención que el presidente se atuviera solamente a presenciar la misa y prefiriera no participar de la procesión a la que también había sido invitado por el mismo arzobispo.

La festividad del Señor y de la Virgen del Milagro, santos patronos de la provincia de Salta, convoca todos los años a miles de peregrinos que en el mes de setiembre llegan a Salta provenientes de distintas localidades argentinas y de países limítrofes.

«Quiero agradecer la presencia del señor Presidente. Así como hemos palpitado el sentido de la iglesia, él es el signo de la patria. Quiero decirle lo siguiente: usted le dijo a todos los argentinos que se había sentido golpeado y en el clima de ese golpe, voy a hablar de corazón a corazón, quiso venir aquí. Ha venido a un buen lugar, a encontrarse con el Señor. Y Dios no hace las cosas mágicamente, sino que transforma el corazón y provoca la libertad», dijo Cargnello.

«Y lo que voy a decir vale para todos. Aquí tenemos también un candidato a vicepresidente, que es nuestro Juan Manuel [Urtubey]; dos candidatos a gobernador; el señor intendente; el señor vicegobernador. Cuando empezó usted dijo ‘voy a luchar por la pobreza cero’. ¿Qué puede decir Salta ahora? Le da rostros a la pobreza», les dijo a todos los políticos presentes.

«Cuando veía a los mineros, que trabajan horas y horas en situaciones de inclemencia para darle riqueza a la república… Recordar una cosa que decía y vale para todos: los pobres no son una molestia, son una oportunidad. Los pobres son maestros. Por eso, Mauricio has hablado de la pobreza, llévate el rostro de los pobres. Son dignos, son argentinos y son respetuosos; merecen que nos pongamos de rodillas delante de ellos. Vale para todos, hermano. Nada más, gracias», concluyó el arzobispo de Salta.

Pese a que se había congregado más gente que la que le dio una tibia bienvenida a su llegada al cántico de «Sí, se puede», el presidente salió por la parte de atrás de la Catedral de la capital salteña tras un recorrido por el edificio histórico.