Con los ya clásicos tópicos de su discurso (de campaña y de gestión) más el agregado de “el dedito, el atril y la canchereada”, el presidente Mauricio Macri llamó a superar “la página de la frustración” de las PASO y convocó a las miles de personas concentradas frente al Obelisco a “dar vuelta la elección real” de la semana próxima.
Macri fue el único orador de la pretendida “Marcha del millón” con la que Juntos por el Cambio busca el milagro de conquistar a los más de 4 millones electores necesita para revertir el resultado de las primarias de agosto, en que la fórmula Alberto Fernández–Cristina Fernández de Kirchner triunfó por 16 puntos de ventaja.
“No nos vamos a quedar callados, viendo cómo nos roban el futuro con dedito, con el atril, con canchereadas, con soberbia y esa forma de concebir el poder que muchos argentinos rechazamos”, dijo al recurrir a los mismos argumentos con que intentó contrastar los argumentos de Alberto Fernández durante el debate presidencial del domingo pasado.
Luego apeló al tramo memorístico de los discursos que dio en varias ciudades: “Estamos mejor parados para crecer sobre bases sólidas. Se viene una etapa de crecimiento, de empleo, de mejor salario y de alivio para todos los argentinos”.
En otro tramo intentó borrar con el codo su largo discurso de la antipolítica: “Tenemos que reconocer que somos una mayoría que muchas veces miró en silencio, creyendo que a la política había que mirarla desde lejos, que no había que meterse, y sin darnos cuenta fuimos dando espacio y dejando el país en manos de unos pocos”, lanzó.
Según la vista ofrecida por los drones de los canales de TV, la ambiciosa “Marcha del millón” del macrismo sobre la 9 de Julio se extendió hasta la calle Viamonte, a dos cuadras y media desde el escenario, con huecos importantes del lado de Carlos Pellegrini. Luego se deshilachaba en la cuadra hasta Córdoba. Es decir que quedó lejos de las pretensiones de Macri que soñó con emular al “Obelisco de Alfonsín” en aquel cierre de campaña del radicalismo en 1983. En esa oportunidad, la multitud llegó desde el Obelisco hasta más allá de Independencia, es decir unas 13 cuadras.
Alrededor de las 18:15, el Presidente llegó a pie saludando a la gente, mientras por los parlantes sonaba la canción “Corazón valiente”, en la voz de la cantante Gilda que popularizó varios éxitos también utilizados por el macrismo, como “No me arrepiento” y “Todo eso fuiste, pero perdiste”.
El escenario fue montado sobre la 9 de Julio de espaldas al sur de la ciudad y al tradicional edificio que despliega el rostro de Eva Perón. La concentración ocupó los alrededores del Obelisco, parte de la avenida Corrientes, un tramo de Diagonal Norte y se extendió hacia el lado de Retiro.
Ante el caos de tránsito generado alrededor de la Plaza de la República, hubo personas que no pudieron traspasar hacia el lado norte, hacia Avenida del Libertador. Por eso, un pequeño grupo debió ubicarse detrás del escenario. Para ellos se puso una pantalla gigante.
Los simpatizantes macristas llegaron en micros alquilados, en auto y en transporte público desde alrededor de las 16. Varios de los colectivos y micros escolares rentados se estacionaron sobre la zona del bajo para que los adherentes no se priven de caminar hasta el Obelisco, como si se tratara de una marcha espontánea.
No faltaron las teorías conspirativas. Como todos los días, la línea del ferrocarril Roca registró varios percances que le provocaron algunas demoras. Los canales de televisión oficialistas hablaron de supuestos “sabotajes”.
Sobresalieron las banderas argentinas y remeras estampadas con la leyenda «Sí, se puede», que identifica a la campaña de Juntos por el Cambio. “El gato se queda”, “Los gatos tienen siete vidas”, “Honesto no vota corruptos”, “Queremos una república democrática” y “Sí se puede”, son algunas de las leyendas desplegadas en los carteles que sobresalieron entre las banderas argentinas y de Venezuela. Algunos cantaban en loop “Argentina/ sin Cristina”.