La situación social en América Latina está en un momento complejo: agitación en las calles, despliegues militares, protestas, descontento, división y una muy fuerte represión. En el caso de Chile, las autoridades mundiales han hecho caso omiso a una preocupante y violenta tendencia. Los policías están disparando a los ojos de los manifestantes, dejando ciegos a sus propios ciudadanos.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Derechos Humanos de la República de Chile (@inddhh), en sus datos más recientes, van cerca de 200 heridas oculares registradas.
Un estudiante de Chile dándole su testimonio a Brent McDonald, reportero del New York Times // Foto: NYT
Al menos 30 personas han perdido completamente la vista en el Hospital Oftalmológico de Santiago, debido a los disparos directos de bolas de goma y frascos de gas lacrimógeno. Los métodos tradicionales para que las autoridades frenen manifestaciones incluyen tirar hacia el piso o al aire.
Sin embargo, hay cientos de testimonios —y víctimas— que presentan una preocupante realidad: la policía está apuntando a los ojos.
“Esto representa una mutilación”, señala el doctor Enrique Morales en una entrevista con el New York Times. Después de señalar que el número de heridas en los ojos sobrepasa, por muchísimo, lo sucedido en otras protestas alrededor del mundo, comenta lo que todos estamos pensando. “Esto es una catástrofe de derechos humanos”.
Las balas de goma disparadas por la policía de Chile son del tamaño de la pupila, pero al impactar en los ojos con tanta fuerza ocasionan que los globos oculares se abran como si fuera una flor.
Un joven estudiante de ingeniería contó la historia de cómo, después de tan solo unos minutos de estar en la calle, un policía lo encontró de frente y le disparó directamente a la cara, a menos de 15 metros de distancia. Inmediatamente, el agente que lo lastimó bajó el arma como si hubiera estado apuntando hacia el piso todo el tiempo.
Testimonios como ese hay muchos, padres, jóvenes, abuelos, hombres y mujeres de Chile que han sido heridos directamente en los ojos.
Algunos están recibiendo implantes y se encuentran en recuperación. Sin embargo, otros no han podido continuar el tratamiento pues las balas —o restos de los frascos— siguen incrustados en su cavidad orbitaria.
Las protestas en Chile ya van a cumplir casi un mes de estar activas: lo que empezó con el descontento por el aumento a los precios del Metro en Santiago se convirtió en una manifestación entera sobre las políticas del presidente Sebastián Piñera y la situación de desigualdad en su país.
El problema es que la situación, que parecía se había calmado hace unas semanas, se salió completamente de control: hasta este 11 de noviembre, el Instituto Nacional de Derechos Humanos de la República de Chile (@inddhh) reporta 5 mil 700 detenidos, más de 2 mil hospitalizados —sin contar heridas en los ojos—, 5 homicidios y cientos de denuncias por tortura y abuso sexual por parte de las autoridades.