PRONÓSTICO EXTENDIDO

Martín Guzmán, el elegido por Alberto para dirigir la economía

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Académico sin antecedentes en la gestión pública, impulsa el debate sobre las deudas soberanas. En 2015 respaldó la posición argentina en la ONU contra los fondos buitre. Ha sido un fuerte crítico de la política económica macrista.

Martín Guzmán, el designado ministro de Economía de Alberto Fernández, es un reconocido académico, colaborador del premio Nobel Joseph Stiglitz y con un fuerte posicionamiento en relación a los debates sobre deudas soberanas, aunque sin antecedentes en la gestión pública.

Fue elegido por Fernández para un cargo clave, dada la gravedad de la crisis económica y social que afecta a la Argentina. En ese sentido, superó a otros candidatos para el cargo que venían de antes actuando como “ministeriables” en esa cartera: Matías Kulfas, Cecilia Todesca, Guillermo Nielsen, Emmanuel Álvarez Agis y hasta Martín Redrado.

El nuevo ministro estudió economía en la Universidad Nacional de La Plata, donde nació hace 37 años.

Es hincha de Gimnasia y Esgrima, el Lobo, de la ciudad de las diagonales. Se doctoró en la universidad Brown, considerada una de las de élite de Estados Unidos.

Desde 2008, cuando se mudó a EEUU, Guzmán alterna la vida en ese país con sus visitas a la Argentina.

Especialista en macroeconomía y crisis de deuda soberana, en Columbia es investigador en la Escuela de Negocios y director de la Iniciativa para el Diálogo sobre Políticas (IPD), un espacio fundado en 2000 por Stiglitz.

Guzmán comenzó a tener cierto predicamento entre los políticos argentinos cuando respaldó, en 2014, las iniciativas que impulsaba la Argentina para que en Naciones Unidas se debatiera la situación de las deudas soberanas y sus reestructuraciones.

El gobierno de Cristina Fernández buscaba aliados en la asamblea general de la ONU con los cuales mejorar su posición ante el juez Thomas Griesa que llevaba la causa de los fondos buitre en Nueva York.

En 2015, la ONU aprobó los nueve principios básicos para la reestructuración de deudas soberanas, en cuya confección Guzmán jugó un papel destacado.

Tras los dos primeros años del gobierno de Cambiemos, Guzmán comenzó a tener mayor exposición pública con sus críticas a a política económica desplegada por el gobierno de Mauricio Macri, especialmente desde abril de 2018, cuando la corrida cambiaria  puso de relieve la debilidad estructural de la economía del macrismo.

En junio del año pasado, Guzmán y Stiglitz publicaron una columna en Project Syndicate titulada «Las Raíces de la Crisis Sorpresa de la Argentina», en el que criticaron con dureza la “visión chata” que el gobierno de Macri tenía de la economía, el ajuste y la ausencia de un plan nítido de desarrollo.

El FMI también ha sido blanco de sus reproches. En abril pasado, escribió otra columna para Project Syndicate en la cual advirtió que el plan respaldado por el Fondo «ayudará a alargar la recesión» y que la política monetaria determinada por el acuerdo stand by no lograría domar las expectativas inflacionarias.

«Un año de esta ridiculez. Profundizó los problemas. Y habrá que cambiarlo», disparó Guzmán en Twitter, al hablar del programa del Fondo, el 20 de junio último.

En julio,el diario Perfil publicó una de sus primeras entrevistas con un medio argentino. «La alternativa es buscar una reestructuración de la deuda pública externa, que puede ser la forma de renegociar vencimientos, que es lo que en principio buscaría», afirmó en esa entrevista.

En otra entrevista reciente con El Cronista definió que “nadie quiere un default”. Unas semanas después, en Cítrica Radio avanzó con el razonamiento y, además de dar varias líneas de cómo debe darse la negociación de la deuda, sostuvo que “lo importante es resolver la crisis bien y rápido para no caer en otro 2001”.

Consultado sobre la posible reacción de los acreedores, contestó que sería positiva “porque saben que si la Argentina no se recupera, no va a poder pagar la deuda más adelante”. Guzmán igual consideró que hay riesgos de que no acepten las propuestas y puso como plazo a marzo para llegar con la negociación cerrada.

En la relación con el FMI, plantea no tomar el resto de los desembolsos del programa stand by, que equivalen a unos U$S 12.000 millones. Y renegociar un plazo en el que no se le pagarían ni capital ni intereses.

Semanas atrás, en Ginebra, Guzmán presentó un informe en el que la deuda de la Argentina era un caso testigo de crisis de deuda soberana. Allí propuso suspender los pagos de la deuda durante dos años y retomar los vencimientos recién en 2022, sin recurrir a desembolsos adicionales del FMI.

Casi en simultáneo, Alberto Fernández anunció que no tomará el resto del desembolso del FMI.

Además del tema deuda, Guzmán también ha avanzado en definiciones sobre el crecimiento. En su entrevista con El Cronista planteó que hay que buscar la manera de converger a un superávit fiscal primario sin ajuste fiscal por la delicada situación económica y social. “Un país que no genera recursos es un país que no puede hacer frente a sus compromisos de deuda”, definió.

Ahora Guzmán pondrá en práctica las posiciones que viene elaborando desde hace años. El tiempo dirá si podrá con una economía como la Argentina, en la cual –según los expertos- ciertas leyes de la economía no se cumplen y la excepción es regla.