Carlos Menem asumió como senador nacional en 2005 pero durante años pocos de sus colegas se preocupaban por saber si su banca estaba ocupada. Todavía enfrenado al kirchnerismo, los líderes de la oposición trataban de acercarse cuando lo necesitaba y siempre sufrían más de la cuenta.
Durante el debate por las retenciones del campo, en 2008, se ausentó por la tarde y llegó de madrugada a votar en contra para obligar a Julio Cobos a desempatar. En 2010 la oposición lo necesitaba definir el reparto de las comisiones, no fue a la sesión preparatoria, apareció una semana después para ayudarlos, pero después apagó los teléfonos.
Ubicado siempre en la bandeja inferior del tercio reservado al peronismo, desde hace un año Menem, de 89 años edad, empezó a colaborar, ya en forma disciplinada, con la naciente unidad de su partido político de siempre. Miguel Pichetto, que lo había sumado a la bandada del PJ y lo apoyó en soledad para que fuera por otra reelección en 2017, intentó sumarlo a un bloque propio cuando se convirtió en compañero de fórmula de Mauricio Macri.
Pero Menem lo ignoró y permanenció en el peronismo junto a Carlos Caserio, relevo del rionegrino. Y en noviembre aceptó seguir bajo las órdenes de José Mayans y Cristina Kirchner, quienes lo llevaron a la primera reunión del frente de Todos y aceitaron un diálogo fluido para que no falte a ninguna sesión y vote los proyectos pedidos por el Gobierno.
Así fue: desde diciembre, Menem ayuda con el quórum, escucha los primeros oradores, vuelve a su despacho y retorna a votar. Colaboró en la ley de emergencia económica y no objetó al embajador Carlos Raimundi como el resto de la oposición, por su posición sobre la crisis de Venezuela en la audiencia de la comisión de Acuerdos.
Cristina pierde una senadora, pero sostiene con una mayoría cómoda por Menem y Rodríguez Saá
Menem fue el voto 44 a favor de Raimundi, quien lo denostara toda su vida, ya sea como radical, lilito o kirchnerista. Y será clave cuando llegue al recinto el pliego de Daniel Rafecas como procurador general: se necesitan 48 votos y hasta julio sigue de licencia el tucumano José Alperovich. Por ahora, la UCR no quiere votar a favor.
Su lealtad empezó a ser correspondida en el relato de estos tiempos: cuando se debatió la ley de sostenibilidad de la deuda Oscar Parrilli realizó un racconto histórico del endeudamiento pero saltó sin escalas de 1989 a 2001. «Nos ilustró mucho, pero se olvidó unos años», lo chicaneó el radical Julio Martínez, que es de La Rioja.
Mayans lo cuida y mucho: sus asesores revisan si necesita algo para llegar puntual a dar quórum y votar. Conserva la custodia como ex presidente, sigue junto a él su secretaria de siempre (apodada «La Barby» en el Senado) pero desde el año pasado nunca falta su hija Zulema, que en una entrevista con la revista Noticas reconoció que piensa en ser legisladora por La Rioja.
Zulema, afamada en aquellos años que vivió en la quinta de Olivos, trabaja en una reivindicación de la figura de su padre en las redes sociales y acompañándolo a cuánto evento sea invitado, como la apertura de sesiones ordinarias de hace una semana.
No se ubicó un en el recinto, junto al resto de los senadores, sino en el palco de los gobernadores y al lado de Axel Kicillof. Pudo estrecharle la mano a Fernández después del discurso.
Hace un mes Zulema fue a la Casa Rosada junto a Alberto Kohan, recordado secretario general de Menem, para gestionar algunas donaciones al Museo; y Julio Vitobello, el Kohan de ahora, le anticipó que trabajan en la construcción de un busto del senador para ubicarlo en la galería de los presidentes. Sería el 2 de julio. Cuando cumple 90.