lo largo del último mes y medio una nueva sombra comenzó a cubrir los cielos pandémicos que parecían comenzar a despejarse. Una nueva variante del coronavirus SARS-CoV-2 original, esta vez descripta en la India, que atravesaba una tragedia humanitaria que recién ahora comienza a ceder. En India, los casos diarios confirmados de Covid-19 llegaron a 414.188 el 6 de mayo, y los fallecidos reportados a 7.374 el 10 de junio, los hospitales no daban abasto, las personas morían en la puerta de las instituciones, en algunos crematorios se derretían las estructuras de tanto tener los hornos encendidos. El horror en la Tierra, en vivo y directo, sin necesidad de ninguna distopía transmitida por plataformas digitales.
En ese escenario, una variante comenzaba a campear: el linaje B.1.617, que ya había sido detectado en ese país de Asia en diciembre del 2020. De allí surgió un sublinaje, el originalmente conocido como B.1.617.2, que ahora fue bautizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como Delta, luego de otorgarles a las variantes de preocupación (VOC, Variants of Concern) nombres concordantes con letras del alfabeto griego, para evitar asociaciones con los países donde fueron detectadas por primera vez.
Hasta ahora se cree que Delta es la variante más transmisible de las conocidas. El organismo sanitario de las Naciones Unidas ha dicho que continúa observando «una transmisibilidad significativamente mayor» y un «número creciente de países que informan de brotes asociados con esta variante».
Incluso las naciones con altas tasas de vacunación están experimentando un aumento en los casos durante las últimas semanas, «por lo que nadie está fuera de peligro», advertía ya el 2 de junio Mike Ryan, director ejecutivo del Programa de Emergencias de Salud de la OMS.
Delta está presente en al menos 74 naciones de todos los continentes, y constituye el 91% de los nuevos casos de Covid-19 reportados en el Reino Unido. En este momento, alrededor del 10% de los enfermos confirmados en los Estados Unidos se deben a la variante Delta y esa proporción se duplica cada dos semanas, de acuerdo con Scott Gottlieb, excomisionado de la Administración de Drogas y Alimentos (FDA). Un estudio realizado por el gobierno indio halló que Delta se ha convertido, con mucho, en la cepa más dominante en ese país. La provincia china de Guangdong cerró áreas para tratar de controlar un brote de casos impulsado en gran parte por la variante Delta.
En la Argentina, la variante aún no tendría circulación comunitaria. De acuerdo con Mariana Viegas, investigadora del laboratorio de virología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, Delta fue detectada el 24 de abril en dos menores de edad argentinos procedentes de Francia.
Hasta el cierre de esta edición no ha habido nuevos casos hallados por el Consorcio interinstitucional para la Secuenciación del genoma y estudios genómicos de SARS-CoV-2 (Proyecto PAIS), que integra. Y es fundamental que la variante no entre, a través de viajeros, al punto de convertirse en comunitaria.
Por qué preocupa
La OMS clasifica una variante como COV cuando está asociada con un aumento de la transmisibilidad o un cambio perjudicial en la epidemiología de Covid-19; aumento de la virulencia; o disminución de la eficacia de las medidas de salud pública o de los diagnósticos, vacunas o terapias disponibles.
¿Qué características hacen de la variante Delta una preocupación?
Las diferentes variantes del coronavirus pandémico original se caracterizan por mutaciones o alteraciones en el material genético del virus. Un virus de ARN, como el SARS-CoV-2, está compuesto por aproximadamente 30.000 pares de bases de aminoácidos, colocados como ladrillos uno al lado del otro.
Una alteración en cualquiera de estas bases provoca una mutación, cambiando efectivamente la forma y el comportamiento del virus. Y aunque los virus mutan de manera constante, la variante Delta contiene múltiples mutaciones en la proteína Spike (o de pico). Al menos cuatro de esas mutaciones son importantes por las consecuencias que conllevan.
Una de ellas, la L452R, reportada por primera vez en Dinamarca en marzo del año pasado, es más transmisible y se relaciona con una eficacia reducida tanto de los anticuerpos como de la capacidad de neutralizar el virus por parte de las vacunas.
Otra mutación, la P681R, se ha asociado con procesos químicos que pueden mejorar la transmisibilidad del virus. La mutación D614G, por su parte, fue documentada por primera vez en los Estados Unidos: de acuerdo con los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC), «hay evidencia de que las variantes con esta mutación se propagan más rápidamente». Y finalmente, la cuarta mutación riesgosa de Delta es la T478K, asociada con una mayor infectividad.
Luego de varios estudios científicos, ahora se estima que Delta es hasta un 60% más transmisible que Alpha (a la que hasta hace poco conocíamos como la variante británica o B.1.1.17), que es en sí misma es más transmisible que la cepa original del coronavirus detectada en China a fines de 2019, y es por eso que los científicos creen que se convirtió en una variante dominante a nivel mundial. Solo en la semana del 27 de mayo al 9 de junio el ingreso de personas enfermas de Covid-19 a instituciones de salud británicas aumentó entre un 51% y un 64%.
Por otro lado, la evidencia preliminar muestra que Delta está asociada con al menos el doble de riesgo de ser hospitalizado por Covid-19 entre quienes no están vacunados, de acuerdo con un estudio escocés publicado en la revista especializada The Lancet.
Algo que también se ha observado es que se han invertido las edades de los más afectados. En el caso del Reino Unido, más del 70% de las admisiones hospitalarias corresponden a pacientes menores de 65 años, cuando en enero de este año (cuando la vacunación ya llevaba poco más de un mes de desarrollo), la proporción era casi la inversa.
Esquemas completos de vacunación
Sin embargo, algo más preocupa (y mucho) de Delta: ¿cómo actúan las vacunas ante las mutaciones que conlleva esta variante?. Hay malas noticias, pero la última semana también dio buenas nuevas.
Las malas tienen que ver con el abastecimiento y provisión de vacunas, porque hay una fuerte diferencia en la acción protectora obtenida con una dosis o con dos. Análisis de Inglaterra y Escocia indican la existencia de una reducción en la efectividad de la vacuna para Delta en comparación con Alpha. Esto es más pronunciado cuando la persona solo tiene aplicada una sola dosis del esquema de dos.
“La evidencia indica que las vacunas son suficientemente efectivas para reducir la cantidad de hospitalizaciones y muertes entre las personas vacunadas”, indica el Reporte de Vigilancia de la Vacunación contra la Covid-19, dado a conocer esta semana en Reino Unido. Los especialistas estiman que la reducción de internaciones entre quienes recibieron una dosis se ubicaría en entre un 26% y un 40%. En el caso de aquellos que completaron las dos dosis, la baja se ubica entre el 76% y el 84%.
Y es por eso que la decisión en ese país es reducir el intervalo de espera entre la primera y la segunda dosis de las vacunas. La estrategia de esperar 12 semanas (también adoptada en la Argentina y en Canadá, entre otros países) está relacionada con apurar la inoculación de mayor cantidad de personas.
Eso, a su vez, se debió a dos realidades: la insuficiente cantidad de dosis para concluir en entre 21 y 28 días los esquemas vacunatorios, el hecho de que en el caso de la vacuna de AstraZeneca diversos estudios demostraran una efectividad mayor luego de 12 semanas del primer pinchazo, y la necesidad de inmunizar al menos parcialmente a la mayor cantidad cantidad de población posible.
Como ante Delta las primeras dosis de las vacunas siguen teniendo efectividad, pero menor, se ha decidido bajar esa espera a 8 semanas en lugar de 12. Dicha decisión ya fue tomada en Canadá y se está planificando en UK.
En la Argentina, se continúa con la recomendación vigente de 12 semanas, pero con el objetivo de acelerar la inmunización las segundas dosis de todas las vacunas que se aplican en el país.
Y es que el punto álgido es que Delta puede convertirse pronto en la variante del coronavirus pandémico más dominante en el mundo y provocar rápidas subidas de casos nuevos de Covid-19 en países que todavía tienen tasas de vacunación muy bajas o casi nulas. En África por ejemplo, se cree que recién hacia fin de año se habrá vacunado al 10% de la población.
¿Las vacunas sirven?
Investigaciones recientes del gobierno del Reino Unido han descubierto que la vacunación completa sigue siendo eficaz contra Delta, aunque menos que contra otras variantes, sobre todo con una sola dosis.
Según datos de Public Health Scotland publicados en The Lancet, al menos dos semanas después de la segunda dosis de la vacuna anticovid, la protección contra la infección cayó del 92% para la variante Alpha al 79% contra la variante Delta en el caso del producto de Pfizer / BioNTech, mientras que para la vacuna de Oxford/AstraZeneca la protección cayó del 73% al 60%. En el caso de una sola dosis, la protección contra la enfermedad sintomática sólo sería de entre un 33,5% en el caso de Delta, mientras que para Alpha es del 51%.
Sin embargo, esta semana trajo buenas nuevas en cuanto a protección contra formas graves de Covid-19. En hospitalizaciones, la vacunación ofrecería una protección similar contra ambas variantes, al menos con Pfizer/BioNTech (94% con una dosis y 96% con dos) y AstraZeneca (71% y 92%) ante la variante Delta. Desde el Instituto Gamaleya de la Federación Rusa se asegura que ya fue enviado a una publicación científica un trabajo que muestra una alta efectividad de la vacuna Sputnik V contra esta variante que, pese a que ya son varios los países que están levantando restricciones, vuelve a despertar angustia en la población.