Un estudio señala que una pequeña zona del hipocampo llamada CA2 es la responsable de mediar entre nuestros comportamientos sociales y nuestros impulsos competitivos, como los reproductivos o la necesidad de alimento
En las reuniones sociales, en las que coindicimos con gente que nos presentan por primera vez, no todo el mundo nos sugiere la misma sensación: hay quien solo con un vistazo nos cae bien y, por el contrario y sin motivo aparente, también hay personas por las que sentimos rechazo.
Pasa igual con el resto de animales, que responden con aceptación o con violencia ante el encuentro con otros seres vivos. Esas reacciones, que ocurren en cuestion de segundos en el cerebro, están regidas por una pequeña parte llamada CA2, según revela un último estudio publicado en la revista «Nature».
El citado área se encuentra dentro del hipocampo, una estructura cerebral más grande relacionada con la memoria de personas, lugares, cosas y eventos. De hecho, ya se conocía que CA2 se especializaba en recordar encuentros con otros. Lo novedoso que ha encontrado el experimento, realizado con ratones, es que esta misma zona también sirve para una conducta innata e instintiva, como la agresión social. Por lo que en ese momento en el que el cerebro elige quién es nuestro amigo y quien nuestro enemigo entran en juego dos variables: la memoria social y el instinto, que puede llevar incluso a la violencia.
«Los humanos y los ratones son criaturas sociales. Ambos nos involucramos en interacciones sociales aprendidas e innatas que a veces fomentan la cooperación, y otras veces conducen a la competencia por compañeros, alimentos y dominación. Cómo el cerebro media estos impulsos conflictivos ha sido una pregunta desconcertante», señala Steven. A. Siegelbaum, profesor y presidente del departamento de Neurociencia en el Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia, así como autor principal del artículo.
Hallazgo clave para otras patologías psiquiátricas
Además, se da el hecho de que la disfunción de CA2 está relacionada con enfermedades psiquiátricas tales como la esquizofrenia y el trastorno bipolar. Por ello, los científicos opinan que el hallazgo de que este área también intervenga en el rechazo instintivo e incluso la violencia puede ser la respuesta a comportamientos sociales anormales en este tipo de pacientes.
«El estudio en ratones nos muestra que el diminuto área CA2, que está formado por unos pocos miles de células, actúa como un nexo de conductas sociales, permitiendo que la memoria influya en la decisión de participar en la agresión social», Siegelbaum.
Una zona muy complicada para el estudio
Aunque se sabe mucho acerca de las otras regiones del hipocampo, el pequeño tamaño de CA2, junto con su ubicación inaccesible intercalada entre áreas más grandes y vecinas, hace que esta zona sea un reto para estudiar. Sin embargo, precisamente el laboratorio Siegelbaum desarrolló en 2014 un enfoque genético para activar o desactivar CA2, descubriendo su implicación clave en la memoria social.
Como primer paso para determinar si este pequeño área puede regular otras conductas sociales, los investigadores examinaron las regiones del cerebro que reciben información de CA2.
Encontraron que el CA2 envía una fuerte conexión con el septum lateral, una región del cerebro que se sabía desde hacía tiempo que desempeñaba un papel importante en la limitación de la agresión. De hecho, tanto los estudios clásicos como los más recientes han demostrado que las lesiones cerebrales del septum lateral en varias especies, incluidos los humanos, provocan un estado hiperagresivo.
«Los estrechos vínculos de CA2 con el septum lateral nos hicieron preguntarnos si también este área desempeñó un papel en este tipo de agresión», señala Felix Leroy, científico investigador asociado en el laboratorio de Siegelbaum y primer autor del artículo.
Para averiguarlo, los investigadores apagaron temporalmente el CA2 en un ratón que vivía solo en su jaula. Luego introdujeron un intruso en la jaula y observaron su comportamiento.
Cuando se desactivó CA2, hubo una marcada disminución en la tendencia de los ratones residentes a atacar, en comparación con lo que normalmente ocurriría. Esta diferencia sugiere que CA2 normalmente actúa para impulsar un comportamiento agresivo, además de regular la memoria social.
La relación entre memoria social y agresividad
Pero, ¿por qué una región cerebral que controla la memoria también se usa para regular la agresión? Una pista puede venir del hecho de que los ratones machos desarrollan una jerarquía social cuando conviven en grupo; en éste, un macho alfa dominante se sitúa sobre esta jerarquía, seguido por una sucesión de individuos cada vez más sumisos.
Cuando se introduce un nuevo ratón en una colonia, hay combates entre el extraño y los otros ratones hasta que se reestablezca de nuevo la jerarquía social. Es decir, el nuevo ratón debe buscar su sitio.
«Parece que, al comienzo de una interacción social, como cuando el ratón residente se encuentra con un intruso, el CA2 del animal forma una memoria social, una especie de etiqueta de identificación social, del otro ratón», continua Leroy. «Además a lo largo de la interacción entre los dos ratones, una señal generada en CA2 se envía al septum lateral, lo que facilita el comportamiento agresivo».
La relación con la vasopresina
Una hormona llamada vasopresina también puede estar involucrada en esta acción, según recoge la investigación. Cuando se libera en el cerebro, la vasopresina regula una serie de comportamientos sociales, por lo que el equipo se cuestionó sobre si la vasopresina podría ayudar a determinar si un ratón decide atacar.
«Encontramos que la capacidad de las células CA2 para activar de manera eficiente el septum lateral aumenta mucho cuando se libera vasopresina (…) Investigaciones anteriores habían revelado un vínculo entre la vasopresina y la agresión, y el CA2 parece estar en el centro de este efecto», señala Siegelbaum.
Como los niveles de vasopresina se alteran en las personas con esquizofrenia y autismo, los investigadores esperan explorar más a fondo si estos trastornos están relacionados con la disfunción de CA2.
La CA2 y la esquizofrenia
En 2016, Siegelbaum y el investigador principal del Instituto Zuckerman, Joseph Gogos, encontraron que los ratones portadores de una mutación humana relacionada con la esquizofrenia tienen un CA2 disfuncional.
Esto proporcionó una evidencia sorprendente de que los déficits de memoria social, una característica clave de la esquizofrenia, pueden tener sus orígenes en la CA2.
«Las personas con esquizofrenia exhiben una amplia gama de alteraciones en el comportamiento, incluyendo la memoria social deteriorada y los niveles alterados de agresión.
¿Podría esto ser el resultado de una pérdida o cambio en la actividad de CA2? ¿Y podrían aliviarse estos déficits al aumentar artificialmente la actividad de CA2? Eso es algo que nuestra investigación, y la de otros, tendrán que revelar», concluye Siegelbaum.