Mientras que los laboratorios aseguran que para mediados del año que comienza habrá dosis suficientes para abastecer a casi la mitad de la población mundial, una nueva dificultad asoma para que esas dosis se traduzcan en la deseada inmunidad de rebaño: el actual ritmo de vacunación, por ahora monopolizado por los Estados, es demasiado lento para que en 2021 o en 2022 se llegue a cubrir la población.
El caso del Reino Unido es emblemático. Con su extensa red de salud pública, en la primera semana de vacunación alcanzó a darle la primera dosis de Pfizer a algo más de 130 mil personas.
A ese ritmo necesitaría diez años para darle solo una dosis al total de su población.
Si bien todavía no existen bases de datos consolidadas sobre vacunación, un observatorio global de vacunas de la Universidad de Oxford sostiene que al 27 de diciembre 944.000 personas recibieron una dosis en el Reino Unido. El Washington Post bajaba este miércoles a 600.000 esa cifra.
No en vano el primer ministro Boris Johnson destacó en su mensaje de finde año que su gobierno autorizó la vacuna de AstraZeneca que además de barata es de sencilla manipulación ya que se conserva en la temperatura de una simple heladera.
La situación es tan desesperante que el gobierno británico decidió concentrarse en dar una primera dosis a la mayor cantidad de ciudadanos posibles, espaciando la aplicación de la segunda, para conseguir aumentar el radio de vacunación y así acelerar la salida de la crisis sanitaria que enfrenta el país con más de 50 mil casos diarios en los últimos días y subiendo exponencialmente.
Al ritmo de vacunación actual, el Reino Unido, que posee un formidable sistema de salud público, tardaría una década en aplicarle la primer dosis a toda su población.
Del otro lado del Océano Atlántico, Estados Unidos ya distribuyó 12,4 millones de dosis a los Estados para que se encarguen de la aplicación y solo 2,6 millones de dosis fueron aplicadas, en medio de demoras por problemas logísticos y de organización.
Por ejemplo, no todos los que integran el grupo prioritario para recibir la dosis se acercan a los centros de vacunación y muchos de los que lo hacen no están en las listas.
A este ritmo se necesitarían casi dos años y medio para vacunar a toda la población estadounidense con una sola dosis. Como la vacuna de Pfizer requiere de dos dosis, serían cinco años.
Por eso, ya se empezó a ceder la gestión de las vacunas a cadenas de farmacias privadas como CVS y Walgreens. En el caos que se generó, con hospitales sin dosis y otros con sobrantes, la ciudad de Lee de la Florida resolvió que todos los médicos y mayores de 65 años formen filas en los centros vacunatorios del condado y se apliquen las dosis por simple orden de llegada.
Chile, por ejemplo, celebró esta semana estar entre los diez países que más vacunas aplicaron por habitante, con apenas 8.700 dosis inoculadas en tres días, un ritmo que lo deja también a decenas de años de llegar a vacunar al total de la población. Aunque, conforme llegaran más vacunas (el segundo envío fue mayor al primero) prometen acelerar las inyecciones.
Para la Argentina, la estrategia de distribución de las dosis es similar a la de los Estados Unidos donde la Nación las reparte a las Provincias y luego cada Estado se ocupa de su inoculación.
En este sentido, el cuello de botella en los vacunatorios también implica una mayor dificultad logística. Cada vacuna que se demore en aplicar, es una vacuna más a tener refrigerada en condiciones extremadamente exigentes.
Por eso, en la Ciudad decidieron que van a poner 50 puntos de vacunación con 20 enfermeros y enfermeras cada uno para complementar a los vacunatorios de la red de hospitales públicos y acelerar el proceso de modo tal de reducir la necesidad de almacenamiento de las dosis, aunque como en el resto del país el principal límite para acelerar el proceso es la falta de enfermeros calificados para aplicarlas.
Por el momento, no está pensado una articulación con los vacunatorios privados ni con las farmacias que formaron parte de las últimas campañas de vacunación anti-gripal.
El Ministerio de Salud considera que se podrían tener vacunada a un cuarto de la población para mitad de año. Para cumplir esa meta se necesita vacunar a 400 mil personas por semana durante las próximas 28 semanas con vacunas de una dosis. Si se trata de las de dos dosis como la Sputnik o AstraZeneca, la cifra se duplica.
La meta a nivel nacional es vacunar al 75% de la población para asegurar una inmunidad colectiva contra el coronavirus y para mitad del 2021, Nación considera que se podrían tener vacunadas a un cuarto de la población.
«Tenemos que vacunar a más de 30 millones en Argentina para superar el 75% y eso depende del suministro de vacunas y de la planificación. Para mediados de junio podría estar vacunado un 25% de la población, teniendo en cuenta que se va a estar vacunando en simultáneo en todo el país y con más de una vacuna. En este sentido, la de AstraZeneca es bastante más amigable para la logística», aseguró una importante epidemióloga consultada.
Es decir que, en promedio, se necesita vacunar a poco más de 400 mil personas por semana durante las próximas 28 semanas para llegar a mediados de junio con un cuarto de la población inmunizada con vacunas de una única dosis, o lo que es lo mismo, más de 57 mil personas diarias de lunes a domingo si fuera con vacunas monodosis.
En cambio si se trata de vacunas de doble dosis como la de Pfizer, la de Moderna o incluso la rusa Sputnik V, la cantidad de inoculaciones diarias debería elevarse a unas 115 mil personas para cubrir solo al primer cuarto de la población.
El Ministerio de Salud identificó como un punto crucial del cuello de botella la capacitación de personal sanitario para vacunar. Por eso, es clave incrementar el número de personas habilitadas para acelerar la inmunización colectiva, ya que en el caso de las vacunas que requieren dos dosis -como las que tiene previsto usar la Argentina- se demora hasta 40 días desde la primera inyección para generar la inmunización plena del paciente.
La otra alternativa para ampliar la capacidad de inocular es complementar a los vacunatorios del sistema público con los privados, algo que por el momento está fuera de análisis para las autoridades locales.