Cada día, en el planeta Tierra caen alrededor de 100 toneladas de polvo y pequeñas rocas extraterrestres. La mayoría proviene de asteroides y cometas, pero hay partículas que vienen de más allá.
Un reciente estudio, publicado en Physical Review Letters y dirigido por Dominik Koll, investigador en la Universidad Nacional Australiana en Canberra, ha descubierto lo que parecen ser trazas de una explosión de supernova en la nieve de la Antártida, tal como ha informado The New York Times.
Los investigadores analizaron polvo proveniente de nieve antártica caída en los últimos 20 años por medio de sofisticados espectrómetros y encontraron un exceso de hierro radiactivo.
Después de descartar que este proveniera de los miles de ensayos atómicos realizados en el siglo XX, se concluyó que su origen puede ser una explosión de supernova que roció el sistema solar.
El indicio definitivo fue el hierro-60, un isótopo originado en supernovas. Este se ha encontrado en materiales geológicos antiguos, como la corteza terrestre, e incluso en la Luna, pero nunca en nieve relativamente joven. Esto sugiere que este isótopo está a día de hoy lloviendo en la Tierra.
Para detectarlo, los investigadores recorrieron a una de las dos instalaciones del mundo con la sensibilidad suficiente para detectar las bajísimas concentraciones a las que se encuentra este isótopo.
Además, tuvieron que descartar que su origen estuviera en los rayos cósmicos, explosiones atómicas o accidentes nucleares.
Para hacerlo, analizaron la proporción de manganeso-53 frente a hierro-60, dado que el primero es producido por los rayos cósmicos. Las cifras no indicaron que el culpable fuera esta fuente. Los investigadores también concluyeron que las otras fuentes humanas, o bien no producen hierro-60, o bien su influencia no llega tan al sur como la Antártida.
Todo esto indica que una o varias supernovas, quizás las que recubrieron la corteza y la superficie de la Luna con este isótopo en el pasado, siguen hoy en día rociando hierro-60 sobre el planeta.
A continuación, los científicos buscarán huellas de este isótopo en materiales más antiguos que la nieve analizada pero más recientes que la corteza terrestre, con la finalidad de averiguar si el hierro-60 ha estado cayendo de forma continua en la Tierra.
De ser así, significaría que el hierro-60 fue inyectado al sistema Solar después de una explosión de supernova.
Si no, indicaría que el Sistema Solar está atravesando una zona de la Vía Láctea rica en este isótopo. Tanto una cosa como otra son, según Koll, una interesante posibilidad que podría proporcionar información muy útil sobre las supernovas.