Ningún fármaco es inocuo. Pero tomarlo sin prescripción médica ni aval científico supone una temeridad. Donald Trump ha pasado de recomendar la ingestión de lejía a afirmar que usa el ‘combo’ azitromicina e hidroxicloroquina para sortear la infección por SARS-CoV-2.
Y Jair Bolsonaro también lo recomienda, mientras mueren un millar de brasileños al día. Pues bien, aunque este fármaco constituya una de las ‘balas mágicas’ en las que la Medicina ha confiado en esta pandemia, aún no se conoce con seguridad si uso protege y cura la Covid-19, ya que se encuentran pendientes resultados científicos de más de 200 ensayos.
Fernando de la Calle, Unidad de Medicina Tropical y del Viajero de Hospital La Paz-Carlos III (Madrid), explica: «Se trata de un virus nuevo, no se puede tener tratamientos exactos ‘ya mismo’. Ha habido una ausencia de rigurosidad, no se puede correr y dar validez a un tratamiento nada más empezar». La precaución reside en los efectos secundarios que provoca la hidroxicloroquina y su ‘homólogo’, la cloroquina. «Enseguida se postulan fármacos con beneficios, que han demostrado resultados positivos in vitro, pero no en pacientes. Necesitamos resultados y análisis».
Por eso, desde la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) emitió una alerta de que se puede producir trastornos neuropsiquiátricos como, por ejemplo, cuadros agudos de psicosis, intento de suicidio o suicidio consumado. Celso Arango, jefe de Psiquiatría del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid, afirma que «tiene claros efectos en el sistema nervioso central (SNC). Los síntomas más frecuentes son los mareos y las cefaleas, eso es lo normal. Luego están los otros, las crisis de ansiedad y menos habituales la sintomatología psicótica».
Desde la Aemps, recogen la notificación de algunos casos graves de este tipo. En concreto, los trastornos en el comportamiento han aparecido principalmente durante los primeros días de tratamiento y, o bien se habían descartado los antecedentes psiquiátricos o se desconocía esta información. «Esto nos permite tomar la decisión de quitar el tratamiento y valorar si el riesgo-beneficio que ofrece», apunta Arango.
Administrar a los enfermos de Covid-19 este fármaco, «supone una decisión de sopesar los beneficios y los riesgos. No se puede arriesgar a una persona sana a los efectos que produce», explica Luis Seijo Maceiras, especialista en Neumología de la Clínica Universidad de Navarra en Madrid. Este neumólogo cuenta que hay más de dos centenares de estudios en la actualidad que intentan medir el impacto terapéutico y también preventivo de este fármaco, «sobre todo como antiviral en la primera parte de la enfermedad, antes de que se den las manifestaciones de inflamación sistémica».
TAMBIÉN PARA PREVENIR LA ENFERMEDAD
No sólo se estudia para combatir la presencia del virus y el desarrollo de la infección, «también hay trabajos en los que se usa como quimioprevención. Se observa si sirve para evitar el contagio en profesionales sanitarios, también en familiares de hospitalizados y de contagiados», cuenta Seijo Maceiras.
Y alude que, «a menos que Trump esté incluido en un ensayo o cuente con información privilegiada, resulta contraproducente sus declaraciones».
Uno de los aspectos positivos es que, como recoge la literatura científica, los efectos psiquiátricos, si son producidos por la hidroxicloroquina, desaparezcan entre varios días y una semana tras suspenderla. «Sin embargo, ésta tiene una semivida de eliminación prolongada (32-50 días), ya que se acumula en tejidos, por lo que en algunos casos el tiempo requerido podría ser mayor», subraya Isabel Sancho de Sala, del Hospital Monte San Isidro-Hospital Psiquiátrico Santa Isabel Complejo Asistencial Universitario de León y miembro del grupo de Farmacia Neuropsiquiátrica de la SEFH (Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria).
Junto los trastornos neurológicos, se hallan otros de tipo cardiovascular muy a tener en cuenta. «Se trata sobre todo del desarrollo de síndrome de QT largo, una alteración del ritmo cardíaco que puede causar latidos rápidos y caóticos. Estos latidos podrían provocar desmayos repentinos o convulsión, e incluso la muerte súbita», apunta Seijo Maceiras.
¿POR QUÉ SE DAN ESTOS EFECTOS?
En cuanto a la composición de este medicamento, Sancho de Sala explica que «los mecanismos moleculares por los que produce los efectos neuropsiquiátricos no son del todo conocidos actualmente». Hay varias teorías contempladas por las que este fármaco podría ejercer un efecto estimulante sobre el sistema nervioso central.
«Por ejemplo, podría interferir en el sistema colinérgico disminuyendo la acetilcolina, o bien actuar como un estimulante dopaminérgico, o bien producir una disfunción de los lisosomas dando lugar a la acumulación de metabolitos y residuos tóxicos. Incluso se considera la posibilidad de que pueda ser una reacción adversa idiosincrásica», detalla Sancho de Sala. En todo caso, como apunta la farmacéutica, «todos estos mecanismos parecen demasiado simplistas para explicar los efectos psiquiátricos, siendo necesarios más estudios de investigación para llegar a una conclusión».
El problema se ha registrado en las dosis altas. Prácticamente la totalidad de los pacientes recibieron una dosis inicial de 800 miligramos el primer día seguida de una dosis de 400 miligramos diarios.
«Aunque en la aparición de estos cuadros psiquiátricos pueden influir otros factores que pueden estar presentes en cada paciente como por ejemplo la propia enfermedad, estas reacciones están descritas para cloroquina/hidroxicloroquina», señala la Aemps.
Aunque los datos son limitados, la Aemps ha reconocido que la hidroxicloroquina constituye un potencial tratamiento para el Covid-19 y se están utilizando en la práctica clínica de forma extensa en estos pacientes, a dosis superiores a las recomendadas en sus indicaciones autorizadas y frecuentemente en asociación con azitromicina.
Fuente: (ElMundo.es)