PRONÓSTICO EXTENDIDO

«Vendo mi riñón»: así funciona en Irán la venta de órganos como propone Javier Milei

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Las declaraciones del diputado nacional Javier Milei a favor del comercio de órganos en un debate publicado por el diario PERFIL causaron revuelo y abrieron el debate sobre un tema controversial a nivel mundial. Tal es así que hay un solo país en el mundo donde la compraventa de un órgano entre personas vivas es legal: Irán. 

Paradójicamente, la clave del mercado legal de riñones del país persa reside en la fuerte intervención estatal, algo que no encuadra con la ideología que profesa Milei.

En este caso, el estado es el intermediario entre el donante y el comprador, y cubre parte del tratamiento.

De esta manera, sirve de garante de la «igualdad» en el acceso a los órganos con el fin de evitar la discriminación entre ricos y pobres. Esta premisa es la misma que utiliza la normativa argentina pero justamente para prohibir su comercialización. Lo mismo ocurre con otros países como Estados Unidos. Mismo fundamento, enfoques diferentes.

Cómo es el mercado de riñones de Irán

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El estado iraní paga parte de la operación y garantiza un año de cobertura de salud al donante.

Irán es el único país del mundo donde la venta de al menos un órgano está regulada: el riñón.

Así lo dispuso la ley conocida como «regalos recompensados», aprobada por la Junta de Ministros iraní en 1997. Como consecuencia directa, dos años después de promulgada la normativa la lista de espera para trasplantes de riñón se redujo casi a cero.

Consiste en un «mercado regulado de riñones inter-vivos», una manera menos peyorativa de referirse al mercado de órganos y tejidos. En tanto, una organización gubernamental registra compradores y vendedores, los empareja y fija un precio fijo por órgano. 

Luego el estado iraní garantiza una recompensa en efectivo a cada donante y un año de seguro médico. El resto lo paga el comprador, y, si no tiene los medios, intervienen oenegés caritativas que lo asisten con el saldo.

El precio actual de un riñón compatible es entre dos y cuatro mil dólares estadounidenses, pero como es una transacción privada las partes pueden acordar un precio mayor que puede superar los diez mil dólares en algunos casos. En tanto, cuanto más se acerque el donante a los 35 años -la edad máxima para donar un riñón en Irán- menor será el precio.

El modelo de compensación iraní fue pensado para solucionar la «donación en vida de riñones entre no parientes» y evitar el comercio ilegal, como también reducir la espera de un órgano en un país donde no todos acceden a donar los restos de sus familiares fallecidos.

«Vendo mi riñón»: los iraníes pobres que compiten para vender sus órganos

«A+, 25 años, vendo mi riñón», o «B- vende riñón, 33 años». En Teherán abundan los papeles pegados en las paredes exteriores de los hospitales donde se realizan trasplantes. En ellos se leen anuncios de personas que dejan sus datos para vender sus riñones: el tipo de sangre, el número de teléfono y la edad. 

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El comercio de riñones iraní está permitido entre nacionales y residentes de la misma ciudad.

A pesar de que redujo las listas de espera de riñones -algo que aqueja a todo el mundo- el modelo iraní es apuntado por resultar inequitativo en la práctica. 

Con el 30% de la población bajo la línea de la pobreza y un creciente costo de vida, es criticado desde el plano ético por empujar a los pobres «a saldar sus deudas» de esa forma, en un acto de desesperación y no «de amor».

Debido a la brecha entre el precio oficial de un riñón y el precio de mercado, muchos iraníes se vuelcan a vender sus riñones en el mercado paralelo no solo local sino también de países vecinos, donde piden mayores sumas de dinero escapando de la regulación estatal. 

Además, un funcionario de una asociación de apoyo a pacientes renales del norte de Irán apuntó al portal Iran International que el número de personas que quieren vender sus riñones está aumentando debido a la «pobreza y los problemas financieros».

Otras consideraciones en torno a la venta de órganos

Otra de las críticas al modelo reside en que, al fin y al cabo, las personas de bajos recursos no son beneficiadas debido a la sobrecarga de las ONGs que no dan abasto a cubrir todos los tratamientos, mientras que el estado iraní, sumergido en una crisis económica acentuada por las sanciones internacionales, tampoco podría afrontar el costo entero del tratamiento.

Asimismo, especialistas señalan que el talón de Aquiles del modelo iraní es la ausencia de un sistema de registro y seguimiento a largo plazo de los donantes en vida, especialmente de aquellos de bajos recursos que no pueden cubrir las consultas médicas luego del año del trasplante, como tampoco atender las consecuencias económicas, psicológicas, físicas, culturales y sociales que resultan de la venta.

La Organización Mundial de la Salud, por su parte, dictaminó que la venta de riñones «debería prohibirse».  «La comercialización de trasplantes tiene como objetivo a los donantes empobrecidos y vulnerables», señaló en la Declaración de Estambul firmada en 2008. «Conduce inexorablemente a la inequidad y la injusticia y debería prohibirse», consignó.