PRONÓSTICO EXTENDIDO

Jóvenes sin secundario y profesionales con problemas de lectura | La falta de personal calificado amenaza la recuperación industrial

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No era una búsqueda de especialistas en software, sino de personal técnico con secundario terminado para cubrir 200 vacantes en la planta automotriz de Toyota en Zárate. Y el resultado fue público: los que se presentaron incluso con título secundario no contaban con la capacidad de comprensión de texto. En los papeles, las competencias propias de ese nivel educativo estaban, pero en la práctica no.

«Lo que buscamos y venimos buscando desde siempre son chicos que tengan el secundario completo, la mitad de los curriculums que recibimos no tienen el secundario completo y muchos de los que lo tienen tienen dificultades para comprender textos o hacer operaciones matemáticas básicas y no llegan al umbral para acceder a un empleo de calidad», detalló Diego Prado, director de Asuntos Corporativos de Toyota en diálogo con TN. Y explicó que no es algo novedoso, sino «que tiene que ver con una crisis en el sistema educativo en la Argentina, la tasa de abandono en la educación media es muy grande».

Una investigación del ex ministro porteño de Educación Mariano Narodowski señala que aproximadamente uno de cada dos estudiantes no terminaba la secundaria en tiempo y forma a nivel nacional en la década previa a la pandemia.

Así, por ejemplo, en 2019 solo terminaron el 51,8% a nivel nacional con grandes diferencias entre la escuela pública y la privada.

El recorte en el fondeo a los programas para terminar la secundaria como el FinEs que se implementó en 2018 es una gota más que abonó el derrotero de reformas económicas y socioculturales sin una política de Estado de largo plazo para sostener la calidad educativa. 

Como explica el sociólogo Eduardo Donza, investigador del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, «Esto es de larga data, no es de coyuntura ni de la pandemia ni el gobierno anterior, sino de muchas décadas de empeoramiento generalizado. Sí se vio exacerbado por la pandemia con una ampliación de la brecha entre los chicos de las familias más ricas y las menos pudientes, pero es un tema que se repite. Y si bien no es generalizado, es puntual pero cada vez más difundido».

 «La mitad de los curriculums que recibimos no tienen el secundario completo y muchos de los que lo tienen tienen dificultades para comprender textos o hacer operaciones matemáticas básicas y no llegan al umbral para acceder a un empleo de calidad«.

Para la recuperación económica -que el Gobierno busca estimular por el lado del crecimiento de la capacidad industrial y el empleo fabril-, el caso de Toyota es una fuerte advertencia: hay un cuello de botella subdiagnosticado que le pone límites a la capacidad de recuperación económica de la Argentina, un latigazo del mismo empobrecimiento crónico. El error de diagnóstico se traduce en que, pese al engrosamiento de los números de desempleados, las ofertas laborales que se crean con su programa de estímulos no traccionan el empleo en los sectores sociales a los que apunta.

  «No es la primera vez que esto pasa. Tenemos el caso también de Toyota de hará seis o siete años atrás. No se trata de cargar todas las culpas contra la década de los ’90 porque hay problemas que vienen de antes incluso, pero sí se puede ubicar allí el proceso de inflexión en el que aumentaron las exclusiones sociales a nivel general. El tema educativo con la enseñanza técnica que es más rígida en los ’90 empezó a desvirtuarse tras la Ley Federal de Educación. Y otra cuestión es la vida de las familias.

Tenemos una tercera generación de chicos que vienen de padres y abuelos que vieron que la sociedad no les retribuía el esfuerzo que hacían y fueron saliendo del sistema distributivo y de consumo, pero también de una pauta de valores compartidos y de pautas generales de vida: la escolarización genera las habilidades blandas para ser puntual a la hora de llegar a trabajar, sostener la atención en una tarea, postergar las ganas de ir al baño hasta el recreo, cumplir horario… Y muchos de los que se quedaron fuera del secundario, hoy por hoy no tienen esas habilidades que son claves para la vida laboral», agregó Donza.  

La paradoja está en un sistema laboral desorganizado, con sobreoferta en ciertos sectores y sobrecalificación de los que están insertos en el sistema formal, y falta de conocimientos mínimos en otra gran parte de la población económicamente activa.

No pasa solo por la falta de incentivos de largo plazo con señales sostenidas para la organización de un mercado laboral aceitado, sino porque se han ido acumulando obstáculos para la capacitación y formalización. Paradoja que se evidencia en la capacidad de inserción laboral de muchos extranjeros que sí cuentan con las habilidades blandas y la cultura de trabajo del inmigrante que el sistema educativo argentino a muchos hace dos generaciones que no les da.

«Hay que aclarar que los sectores de menores ingresos en muchos sigue persistiendo que la educación los va a sacar adelante, no es una cuestión de estrato socioeconómico. Conocemos el esfuerzo de familias del conurbano profundo que usan la AUH para pagar el colegio de gestión privada de los chicos, donde prácticamente no hay paro. Pero también hay muchos que están caídos completamente del esquema de movilidad social ascendente que no hace tanto era típico de Argentina, en contraste con el resto de América Latina», dijo Donza.

En este sentido, la AUH consiguió a partir de 2009 que se recuperara la asistencia de los chicos a las escuelas. «Que se recuperara la asistencia a las escuelas no alcanzó, porque no se recuperaron los contenidos. El sistema educativo ha ido bajando la exigencia también, pero porque también ha ido ofreciendo menos y sabe que si da menos es menos lo que puede exigir.

A eso se suma el cuidado de los hermanos menores, el cartoneo y otras actividades de colaboración con la familia que los aleja de la escuela a algunos. Pero a otros chicos es el sistema educativo lo que les genera una apatía, con contenidos del siglo pasado. Y todo esto se ve en el marco de una lucha sindical docente permanente para recuperar la capacidad de consumo del salario, que en países con menos inflación no se ve esa conflictividad laboral. Hay provincias que estuvieron meses y meses sin tener clases», recordó Donza.