El ministro de seguridad bonaerense se subió a su BMW R1200 GS y recorrió las zonas bancarias de San Justo y Ramos Mejía, en el partido de La Matanza
La decisión de reabrir los bancos para que jubilados y beneficiarios de planes sociales puedan cobrar sus haberes generó un tremendo caos.
El viernes pasado, cuando abrieron las puertas, se formaron interminables colas y el distanciamiento social se tornó imposible, una situación sumamente grave teniendo en cuenta que la mayoría forma parte del grupo de riesgo de la pandemia. Por suerte, el panorama cambió entre sábado y domingo en la mayoría de las entidades, y el propio Sergio Berni se encargó de confirmarlo.
A bordo de su moto BMW R1200 GS, el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires salió a controlar los operativos policiales en la zona bancaria de San Justo y Ramos Mejía, en el partido de La Matanza.
Durante la recorrida se encontró con el intendente local, Fernando Espinoza, y juntos analizaron el trabajo coordinado entre Municipio y Provincia para asistir a quienes lo necesitan.
Los desbordes del viernes encendieron las alarmas entre las máximas autoridades de seguridad y el ministro decidió convocar al personal policial de reserva para que colaboren en la organización del cobro de las jubilaciones.
“Pusimos a todo el personal de reserva de la Policía en las sucursales bancarias para reforzar la seguridad de los jubilados. Hay un trabajo fuerte en bancos, cajeros y también en los corredores comerciales”, explicó Berni.
La situación más caótica en estos tres días se vivió el viernes, cuando reabrieron los bancos. Casi nadie respetó las recomendaciones.
Hubo ejemplos extremos, como el caso del hijo de una pareja de jubilados que pasó la noche en la puerta de la sucursal del Banco Piano de Avellaneda.
Hernán (49) llegó a las 21 del jueves. Y no era el primero de la cola. «Es lamentable que haya que hacer esto, pero sabíamos que iba a haber mucha gente porque era el día de pago de todas las jubilaciones. Yo tengo salud y es mi obligación cuidar a mis padres», explicó en la puerta.
Con 75 años, Andrea Rodríguez también madrugó para poder cobrar. Llegó con una silla a las 5.30 de la mañana y sentada esperó su turno.
«Vine a cobrar mi jubilación y también la pensión de mi marido», dijo y enseguida se quejó: «No piensan en la gente, los que venimos a cobrar somos jubilados y estamos en el grupo de riesgo». Antes de que abriera el banco la cola en esta sucursal tenía casi seis cuadras. Una locura.
En el Banco Nación de Mitre al 400, también en Avellaneda, la situación fue similar. Hubo poco distanciamiento social e interminables filas.
«Deberían poner distintos horarios, quizás según la terminación del documento y que los bancos hagan horarios extendidos hasta la noche para evitar que se junte tanta gente y además se puedan turnar los empelados», entendió Carlos (44), que también fue a cobrar en nombre de sus padres.
La ciudad de La Plata registró colas eternas. Pero también situaciones dramáticas, como la que se vivió en la esquina de 12 y 60, cuando una mujer se descompensó en la vereda mientras esperaba su turno a dos cuadras del banco Industrial ubicado en las calles 13 entre 58 y 59.
Dos agentes de la Brigada de Investigaciones local -que funciona a unos pocos metros- corrieron a socorrerla antes de que llegara una ambulancia del SAME.