PRONÓSTICO EXTENDIDO

El correntino Leo Mayer, y una charla luego de pasar a la 2da. ronda del Abierto de Australia donde lo espera Rafa Nadal: «Me empezó a gustar de nuevo el tenis»

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Al principio de su carrera, Leonardo Mayer le tenía terror a los micrófonos. Veía a un periodista y, literalmente, caminaba hacia otra dirección. Su profunda timidez y sensibilidad le impedían expresarse con libertad y fluidez ante los medios.







Sin buscarlo, con los años y los buenos rendimientos se convirtió en una suerte de líder silencioso en el equipo de Copa Davis y su exposición creció. Maduró, dentro y fuera de la cancha. Se relajó. Aprendió a divertirse.

Auténtico y sin frases pensadas, el correntino tiene un humor irónico contagioso.

A los 30 años, con un hijo -Valentino- que el 27 de este mes cumplirá su primer año de vida, volvió a disfrutar luego de un 2017 opaco; entre lesiones, cambios familiares y la falta de motivación, había perdido ranking y rumbo.

El título en el ATP 500 de Hamburgo, en julio pasado, le reconfiguró la maquinaria, lo energizó. Ahora viajó, acompañado por Mariano Hood, su mujer Milagros y su hijo, a la gira por Oceanía. Después de jugar en Brisbane y Sydney, debutó en el Abierto de Australia con un contundente 6-2, 7-6 (7-1) y 6-3 frente al chileno Nicolás Jarry. ¿Quién será su rival este miércoles? Rafael Nadal, el N° 1.

«El año pasado lo empecé más tarde por la final de la Copa Davis y después llegó el nacimiento de mi hijo. Empecé a jugar, lo hice en los challengers, no me fue tan bien hasta que llegué a Hamburgo y me recuperé.

Pero fue muy raro el año, muy cambiante. Ganar un solo torneo me cambió el ranking y el año. Fue un año de aprendizaje. Con un hijo todo es diferente. Ahora ya me fui acostumbrando, se me hace muy fácil andar con el bebé para todos lados», le dice el Yacaré a la nacion, en uno de los rincones del Melbourne Park.

Y añade, sincero. «Al principio me costó mucho irme a los torneos. Mi hijo nació el 27 de enero, así que si llego a la final le festejamos acá el cumpleaños -sonríe el amante de la pesca-. Fue un cambio grande. La primera gira que hice fue en Sudamérica, entonces estaba cerca. Pero después de la gira en Houston y Sarasota volví a casa luego de un mes y lo vi muy cambiado. Él tenía dos meses y fue un cambio enorme. Ahí dije: ?No, si hago esto y sigo viajando solo, no lo voy a ver nunca y me voy a perder su proceso’. Entonces empecé a viajar con mi señora y con él. Ella me ayuda muchísimo, se ocupa todo el día y puedo entrenarme. Así yo veo su crecimiento».

-¿En qué momento de tu carrera te sentís?

Creo que me reencontré de nuevo con el tenis. Me empezó a gustar de nuevo el tenis. Se me hizo complicado después de ganar la Copa Davis y de tener a mi hijo. No tenía buen ranking y a veces ir a jugar los challengers se me hacía difícil, perdía un poco de motivación, no me quería ir de mi casa tampoco. Ahora es diferente, ya me embalé en el circuito de nuevo y es bueno.







-¿Llegaste a evaluar el retiro?

Sí, tuve el retiro en la mira. Pero después no me veía sin jugar al tenis. Hay veces que uno no le encuentra la vuelta y es difícil. Fueron mis sentimientos. Fue una cuestión de no tener ganas. Ya no quería entrenar más. No tenía la motivación, entonces era complicado. Pero de a poquito me fueron agarrando las ganas de ganar y eso fue bueno. En los challengers es duro, se lucha mucho, porque todos los chicos te quieren ganar, hay que matarlos y yo no estaba con esa garra. No le encontraba la vuelta.

-Hace pocos días Daniel Orsanic confirmó que continuará como capitán del equipo de Copa Davis. ¿Qué opinás?

Sí, sí, para mí Orsa no se podía ir. Yo se lo dije a él. Tiene que estar. Si vos te fijás, casi todos los capitanes de los equipos se mantienen durante muchos años y alguien como él no es fácil conseguir, tan noble. Es muy bueno que siga. No podía irse, ese era mi pensamiento. Después, hay muchas cosas en el medio que uno no sabe, pero es muy bueno para el deporte argentino y más para nosotros que siga como capitán de Copa Davis.

-Te enojaste mucho por algunas críticas que recibiste por no haber estado en el repechaje ante Kazakhstán. ¿Se te pasó?

Un poco. Me enoja mucho porque se habla sin pensar y los que conocen cómo es la historia y este deporte, que es muy duro, lo saben. Yo no me enojé solamente por mí, sino también por todos los jugadores. El que no puede ir es por algo. Cada uno le puso mucho para jugar en su momento. Igual, todavía me duelen algunas críticas.

-¿Te apresuraste en decir que tu etapa en la Copa Davis estaba cerrada?

Por ahora no estoy pensando en la Copa Davis. Pienso en el circuito y en mí familia. Pero estando Orsa también ayuda un poco a que por ahí algún día me pueda convencer de volver (sonríe). Pero por ahora no. Yo lo veo muy bien que él esté. Porque el camino es así: se gana, se pierde, se sale campeón, se desciende. Pero si no hay cosas a largo plazo no se puede construir nada.

-Este miércoles te espera Nadal en la 2» rueda.

Son especiales estos partidos. Son diferentes. Él se acostumbra muy rápido a cualquier cancha. Si arranca mal tiene tiempo para mejorar. Ojalá que yo pueda jugar de la mejor manera. Primero, que él no tenga un buen día, eso es lo principal. Después, también tengo que tener un buen día. Se le juega más por el revés e intentar que no te ataque, porque hace mucho daño. Si le gano me iré a comer a la noche con mi hijo, que es lo más importante.

-Si le pudieras quitar un golpe a Nadal, ¿cuál sería?

A Nadal le quitaría el cuerpo entero. Que no entre. Que no juegue conmigo (lanza una carcajada). Todo lo hace bien.