El Gobierno trabaja en dos frentes para lograr que el precio de la carne se mantenga en valores acordes al salario de los argentinos. No solo busca monitorear y controlar no sólo los precios a los que se ofrecen distintos cortes en los puntos de venta, sino que al mismo tiempo impone nuevas reglas para la comercialización de la carne, con la lupa puesta en la lucha contra la subfacturación y la evasión en las exportaciones de carne vacuna.
Mientras tanto, la oferta en el Mercado de Hacienda de Liniers es reducida casi todos los días en los que hay actividad, que son sólo tres por semana.
Y ante la falta de animales, la demanda se comporta firme y presiona sobre los precios. Así, se llegó a pagar el martes $208 por kilo de novillitos, una de las categorías más buscadas para el consumo interno. Ante esta realidad, la semana pasada corrieron algunos rumores de intervención o monitoreo desde la Secretaría de Comercio Interior en un predio en el que cada día que pasa se marcan nuevos precios máximos.
Según Elvio Colombo, presidente de la casa consignataria Colombo y Magliano, los cuestionamientos que recibió Coto (que opera en varios eslabones de la cadena de la carne) “sólo fueron rumores, porque siguió comprando con normalidad. Liniers es un mercado libre donde hay oferta y demanda. Cuando la oferta es inferior a la demanda los precios suben y viceversa”.
Mientras se espera el dato de inflación correspondiente al mes de abril, la realidad es que con o sin controles los precios siguen en alza y la carne, al igual que los alimentos, mes a mes se ubica por encima de la inflación general.
Es por eso que el Gobierno trabaja en un nuevo acuerdo de precios “populares” para la carne vacuna que se podría anunciar en los próximos días. Nuevamente son los frigoríficos exportadores los que aportarán cerca de 6 mil toneladas mensuales para abastecer a más de 1.600 bocas de expendio con la idea de impulsar bajas en las carnicerías donde se vende cerca del 80% de la carne que se comercializa en el mercado interno.
Desde el Gobierno buscarán mantener valores similares a los del acuerdo que se revalidó a principio de año, es decir que se podría conseguir un kilo de asado a $399, el vacío a $499 y la carne picada a $265 entre otros cortes. Aquel acuerdo recibió críticas por la baja disponibilidad de los cortes y al mismo tiempo fue cuestionado porque en algunos lugares se ofrecía carne de baja calidad. En esta nueva etapa, se podrían sumar nuevos cortes a los ya existentes y se mantendría la posibilidad de adquirirlos diariamente en el Mercado Central.
Según distintas fuentes del sector, el nuevo acuerdo tampoco tendría el efecto deseado. Es que se inyectan al mercado cerca de 6 mil toneladas cuando según datos oficiales y del propio sector privado, entre enero y marzo inclusive se comercializaron 505 mil toneladas res con hueso (r/c/h), por lo tanto, el impacto nuevamente sería mínimo y a juzgar por lo acontecido en la etapa anterior, el resultado no fue el esperado porque los precios en las carnicerías nunca reflejaron una baja, más bien todo lo contrario.
Leonardo Rafael, titular de la Cámara de Matarifes y Abastecedores aseguró que es inevitable frenar otro aumento que ya se empieza a aplicar en las carnicerías que “sería de un 10% a un 13%, con subas que podrían variar entre $40 y $60 por kilo. Esto se debe en parte a que aumentó el valor de la hacienda, pero también algunos costos de trámites burocráticos vinculados al proceso productivo”.
Mientras tanto y a pesar de los altos precios de la carne vacuna, el consumo se recuperó en el último mes de marzo. De acuerdo a un informe elaborado por el Rosgan, el consumo per cápita de carne vacuna de marzo fue de 48,6 kilogramos, un número superior si observamos el mismo mes de 2020 e incluso mismo mes de 2019. Lejos de desplomarse en consumo de carne, la demanda sigue convalidando altos precios que indudablemente aún no encontraron su techo.