Fuera de la agenda presidencial había un evento que era inamovible para Mauricio Macri el viernes último. El gran festejo que su amigo Nicolás Caputo le organizaba a Agustina Lhez, su segunda mujer, que cumplía cincuenta años.
Ese día las actividades oficiales se centraron en la residencia de Olivos donde el Presidente y María Eugenia Vidal recibieron a 69 intendentes de la provincia de Buenos Aires con asado, papas fritas y ensaladas para un encuentro motivacional precampaña con frases para alentar la conquista de los 66 municipios restantes y, sobre todo, dos que interesan en especial al núcleo duro de Cambiemos, Avellaneda –en manos de Jorge Ferraresi–, y por supuesto La Matanza, en las de Verónica Magario.
También hubo un recorrida a una planta de mantenimiento de la Dirección de Arsenales, en Boulogne, y llamado a Marcos Peña para saludar por sus 47 años.
Terminado todo lo oficial, solo quedaba prepararse en familia –él y Juliana Awada– para volar al Country Cardenal Newman para la fiesta. A bordo del helicóptero presidencial, descendieron en el hoyo 8 y de ahí a la carpa.
La puesta en escena daba cuenta de la importancia de la celebración para los Caputo. La organizadora fue Sofía Caputo, una de las hijas de Nicolás que tiene una empresa de eventos.
Primero se accedía a la propiedad donde había columnas de magnolias blancas y negras hasta llegar al palier donde una joven recibía y anotaba los regalos con el nombre del invitado correspondiente.
De ahí, a través de un tunel espejado se accedía a la carpa donde toda la decoración era en blanco y salvo algunos detalles de hojas verdes y de orquídeas.
El resto, todo era blanco y negro: suelo, mesas, living, “techo”, la pista de baile que además en lugar de bolas espejadas se había decorado con una suerte de estalactitas, algo que se usa mucho ahora.
Los mozos y mozas no escaparon a la propuesta: todos de negro y para ellos, un detalle en escocés bicolor; ellas con una suerte de cofia con una flor blanca y otra negra.
No había dress-code para los invitados y aunque la mayoría de las mujeres fueron de corto, Agustina Lhez de Caputo estaba con vestido sirena largo blanco con breteles negros. Opípara cena.
Infaltable barra de tragos, enorme, casi tanto como las mesas donde se sirvieron, sobre todo productos de mar. Pulpos, vieiras, salmón presentado en diversas formas, langostinos “normales” y empanados, mariscos y demás.
Si no fuera por el jamón que se ofrecía en otra mesa, se podría suponer que la ausencia de carne vacuna correspondía al respeto a la Cuaresma. En otra mesa, Olivier Falchi –ex chef del cerrado Sofitel Retiro– ofrecía bruschetas con distintas opciones.
Luego se sirvió rissotto con zucchini y “huevo poché empanado”, y finalmente espacio para lo dulce y en igual abundancia para los casi 250 invitados.
Entre ellos, Macri y Juliana, con un vestido corto brillante y detalles de plumitas, y sus infaltables sandalias de Gianvito Rossi. Ellos disfrutaron de la pista de baile tranquilos de que la consigna pedida por los anfitriones respecto del uso de celulares para hacer fotos y filmar fue comprendida y acatada por los invitados.
También estuvieron Rogelio y Victoria Frigerio, Esteban Bullrich y su mujer, Diego Santilli fue solo porque su esposa está de viaje; no estuvieron Horacio y Bárbara Rodríguez Larreta.
Como el cumpleaños en sí era el sábado, recién minutos antes de las doce se hizo el ritual de la torta.
Hubo una introducción a cargo de Bebé Contepomi –amigo de los Caputo porque tienen hijos en la misma escuela–, y finalmente palabras de Agustina, quien agradeció a todos los invitados y a Nicolás por los más de 25 años de amor.