En un reunión bilateral, Lula le aseguró a Alberto Fernández que había despejado los impedimentos legales para que el BNDES financiara los tubos y láminas de acero con el que se construirá el segundo tramo del gasoducto hasta la frontera sur de Brasil.
Fue en el cierre de la jornada de deliberaciones de los 11 presidentes de América del Sur, que resolvieron crear un grupo de trabajo para analizar qué mecanismo de integración resulta más conveniente.
Lula le dijo a Alberto Fernández que se habían eliminado los obstáculos legales para la intervención del Banco de Desarrollo de Brasil (BNDES) por lo que su país avanzará en el financiamiento para exportar los tubos y láminas de acero que se utilizarán en la etapa 2 del gasoducto Néstor Kirchner que abastecerá al sur brasileño.
Fue durante un encuentro bilateral que mantuvieron anoche en Brasilia, en el cierre de una jornada de conversaciones entre los 11 presidentes de América del Sur donde resolvieron crear un grupo de trabajo para analizar qué mecanismo de integración resulta más conveniente, con una hoja de ruta que quedó plasmada en una declaración final. Entre los presidentes hubo acuerdos, pero también diferencias.
«Estoy empeñado en ayudar a la Argentina, haciendo todo el esfuerzo posible, no apenas por una deuda que no la produjo Alberto Fernández, sino por la sequía sufrida que causó un estrago económico», sostuvo Lula en la rueda de prensa final luego de la pregunta de un enviado argentino. Sin embargo, dijo que no habían podido avanzar en las negociaciones para modificar el estatuto del banco de los BRICS -que desde hace un mes preside Dilma Rousseff- para financiar las exportaciones de Brasil a la Argentina. «No fue posible», explicó.
Luego se reunió con Alberto y le reveló los avances que había conseguido para que Brasil financie los materiales necesarios para la prolongación del gasoducto, cuyo primer tramo será inaugurado el mes que viene. Todo esto sería confirmado el próximo 26 de junio, día que Alberto volverá a Brasil para celebrar los 200 años de relaciones diplomáticas bilaterales.
La concreción de un segundo tramo del gasoducto hasta la frontera con Brasil significaría una nueva e importante entrada de divisas para el país en un relativamente corto plazo.
Fue en el cierre de una jornada que arrancó temprano en el Palacio de Itamaraty, donde se reunieron 11 presidentes de la región convocados por Lula para discutir a agenda abierta el relanzamiento de la Unasur y la integración continental. Se trató de la primera iniciativa política de Lula para la región desde su vuelta al poder.
Sólo faltó la presidenta de Perú, Dina Boluarte, imposibilitada de salir del país, que envió a su primer ministro. “No tenemos tiempo que perder. América del Sur tiene ante sí, una vez más, la oportunidad de transitar el camino de la unión. Y no hay necesidad de empezar de cero”, sostuvo Lula en el arranque, en referencia a la Unasur, organismo creado en 2008 que luego fue desactivado por los gobiernos de derecha.
Sin embargo, otros presidentes pusieron peros. Estas reuniones suelen ser utilizadas por el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, para hacer campaña y diferenciarse de los gobiernos progresistas. «Tenemos que parar la tendencia a la creación de nuevas organizaciones y pasar a las acciones», sostuvo en un mensaje que se encargó de subir a sus redes.
Criticó a organismos como Unasur porque se convertían en «clubes ideológicos» y, en especial, puso el acento en la situación de Venezuela, que volvía a las deliberaciones regionales luego de mucho tiempo. En ese punto coincidió con el presidente de Chile, Gabriel Boric.
«No es una construcción narrativa, es una realidad, es grave y yo tuve la oportunidad de ver, vi el horror de los venezolanos. Esta cuestión exige una posición firme”, afirmó el chileno.
“Unasur no es un espacio ideológico, es un espacio de intereses comunes que debemos profundizar y concertar intereses sobre los que todos tengamos una misma posición frente al mundo”, refutó Alberto Fernández estas críticas. El Presidente destacó la relevancia de impulsar al organismo “en un momento donde las instituciones democráticas muestran su debilidad en la región”, y manifestó su preocupación: «Hay que potenciar los acuerdos, no los desacuerdos. Si se potencian los desacuerdos todo se rompe».
Citó a Néstor Kirchner, que fue el primer secretario general de la Unasur. «Los viejos moldes se han roto, los nuevos problemas requieran la generación de nuevos tipos de soluciones», sostuvo. Alberto estuvo acompañado por el canciller Santiago Cafiero, el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello, la portavoz Gabriela Cerruti y el embajador Daniel Scioli.
El «Consenso de Brasilia» finalmente incluyó nueve puntos entre los que no se mencionó a la Unasur. El punto 7 estableció la creación de «un grupo de contacto, encabezado por los cancilleres, para evaluación de las experiencias de los mecanismos sudamericanos de integración y la elaboración de una hoja de ruta para la integración de América del Sur, a ser sometida a la consideración de los jefes de Estado».
El colombiano Gustavo Petro fue uno de los presidentes que, como se esperaba, anunció la vuelta de su país a la Unasur pero, para evitar los rechazos de los mandatarios de derecha, propuso que se le cambiara el nombre a Asociación de Naciones Suramericanas. «Para garantizar el pluralismo y la permanencia en el tiempo», explicó.
Lula también fijó el objetivo de profundizar la identidad sudamericana «en el ámbito monetario» con la creación de una unidad de referencia común para el comercio que permita reducir la dependencia del dólar, un objetivo crucial para las finanzas Argentina.
En definitiva, en el último punto del «consenso» quedó planteada una próxima reunión en fecha y lugar a ser determinados, para repasar el curso de las iniciativas de cooperación y resolver los próximos pasos a tomarse. Además de los presidentes ya mencionados participaron Guillermo Lasso (Ecuador), Mohamed Irfaan Ali (Guyana), Mario Abdo Benítez (Paraguay) y Chan Santokhi (Surinam).
En un aparte del encuentro de mandatarios, Alberto Fernández mantuvo una reunión bilateral con Maduro en donde hablaron sobre «el apoyo al diálogo entre los propios venezolanos». El gobierno argentino reiteró su posición acerca de que debe acordarse una hoja de ruta con el oficialismo y la oposición donde se trabaje en las garantías para el proceso electoral del año 2024. Alberto integró, junto al presidente francés Emmanuel Macron, el grupo de paz que trabajó para la reanudación del diálogo en Venezuela.
Además, le pidió a Maduro que Venezuela vuelva a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que funciona en el ámbito de la OEA. También hizo un nuevo reclamo por el fin de las sanciones internacionales contra el gobierno bolivariano. En el comunicado posterior, la Cancillería recordó su postura en anteriores foros internacionales acerca de que la salida política a la situación en la salida política a la situación en Venezuela no debe tener presiones ni condicionamientos externos para garantizar la plena vigencia de la democracia y el respeto de los derechos humanos. .