El papa Francisco oficializó la medida que degrada a la influyente organización católica Opus Dei, conocida en Europa y América Latina por sus posiciones ultraconservadoras, en el marco de una serie de medidas «progresistas» para reformar el Vaticano y limpiar su imagen.
Así lo estableció este jueves 4 de agosto en su documento papal «Ad charisma tuendum» («Para tutelar el carisma»), que ya había sido divulgado en julio pasado.
En el escrito, Bergoglio «restó poder e independencia» a la poderosa organización creada en 1928 y respaldada por el papa Juan Pablo II, que la elevó al inicio de su pontificado al grado de «prelatura personal».
La medida está enmarcada en una serie de reformas de transparencia de la Iglesia que encabeza el sumo pontífice para transparentar la imagen y modernizar la institución. En este caso coincide con el cuestionamiento al Opus Dei en los últimos meses tras las denuncias de 43 mujeres por instrucción y trabajo no remunerado que provocaron un escándalo internacional.
El cambio de status del Opus Dei
Según consta en el documento papal, el titular de la prelatura de la Santa Cruz y del Opus Dei, la orden religiosa conocida como «Opus Dei», «no será distinguido» con el cargo de obispo. Tampoco podrá portar el anillo o las vestiduras episcopales. En tanto, de acá en más el prelado ostentará el título de protonotario apostólico supernumerario.
En tanto la idea del Papa jesuita es que la forma de gobierno del Opus Dei, que históricamente gozó del privilegio de no ser controlada por la Curia, esté «basada más en el carisma que en la autoridad jerárquica». A modo de justificación, Francisco citó a Josemaría Escrivá de Balaguer, el fundador de la organización católica.
Además, a partir de las modificaciones del sumo pontífice la prelatura pasará a «depender del Dicasterio (o ministerio) del Clero». Ante ese órgano, deberá rendir cuentas una vez por año año (en vez de cada cinco) mediante la presentación de un informe que describa la situación interna y el desarrollo de su trabajo apostólico. Esto incluye «las cuestiones que en cada caso corresponda afrontar», como la formación de sus sacerdotes o «eventuales controversias».
Por último, el motu proprio (como se conoce al documento papal) insta al Opus Dei a adaptar «de manera conveniente» sus estatutos del Opus Dei, con previa aprobación del Vaticano.
La respuesta oficial
A pesar de que estos cambios se consideran una «degradación» de la figura de la poderosa organización, presente en más de 60 países, desde la misma aseguran que no es así. «Algunos han interpretado las disposiciones de la Santa Sede en términos de ‘rebajamiento de categoría’ o ‘perdida de poder’. No nos interesan ese tipo de dialécticas, pues para un católico no tiene sentido el uso de categorías de poder o mundanas«, dijo a AFP Manuel Sánchez, de la oficina de prensa del Opus Dei.
«Aceptamos filialmente», había afirmado el prelado del Opus Dei, Monseñor Fernando Ocáriz Braña, cuando a finales de julio el Vaticano anunció las reformas de la institución que -hasta ahora- era la única prelatura existente, equiparada a una diócesis.
Los escándalos que salpicaron al Opus Dei
A pesar de la desmentida oficial, la organización ha sido acusada por sus detractores de ser una especie de secta secreta para manejar los hilos del poder dentro y fuera del Vaticano. Además, se vio envuelta en una serie de escándalos, como las las denuncias de 43 mujeres de Argentina, Paraguay Uruguay en situación de vulnerabilidad que presentaron una denuncia formal ante el Vaticano por abuso de poder y explotación contra la institución. Según la denuncia, trabajaron en el servicio doméstico de los miembros del Opus Dei durante 10, 20 y hasta 30 años sin recibir remuneración.
Qué es el Opus Dei
El Opus Dei está presente en más de 60 países y lo integran unos 90 mil miembros laicos, entre ellos personalidades políticas o empresariales, y más de 2.000 sacerdotes sobre todo en Europa y América Latina. Fue fundada en 1928 y elevada a «prelatura personal» en 1982 por Juan Pablo II. La creó el sacerdote español Josemaría Escrivá de Balaguer, cuya canonización en 2002 suscitó controversias por su cercanía con la dictadura en España de Francisco Franco.