El 13 de junio pasará a la historia no solo del enfrentamiento, mayoritariamente en la sombra, entre Israel e Irán, sino de toda la región.
Poco antes de las 3:00 de la mañana, la Fuerza Aérea israelí inició una ofensiva a gran escala contra objetivos nucleares y militares de Irán, descabezando a la cúpula del ejército y de la poderosa Guardia Revolucionaria así como la conocida central nuclear de Natanz. Tras el ataque de 200 cazas de combate contra un centenar de objetivos en territorio iraní apoyado por la acción de agentes del Mosad en las últimas semanas y esta noche, Irán inició su anunciada represalia con más de 100 drones contra su gran enemigo. Pasadas las 9:30 horas de la mañana, las diferentes capas defensivas israelíes empezaron a neutralizar los vehículos aéreos no tripulados lejos de su territorio.
Mientras su escudo defensivo se encontraba en máxima alerta ante la posibilidad del disparo de misiles balísticos, los cazas de Israel realizaron al mediodía una nueva oleada de bombardeos en Shiraz (suroeste) donde hay una importante instalación de misiles balísticos y en la zona del aeropuerto de Tabliz (noroeste). De esta forma, se confirma que la ofensiva no se limita a una cadena de ataques nocturnos sino que se trata de una campaña programada, ensayada y planeada con el objetivo de golpear de forma crítica no solo el plan nuclear iraní sino el régimen de la República Islámica.
Nada más anunciar lo que llamó «ataque para evitar que Irán tenga armas nucleares antes de que se llegue al punto sin retorno y pueda cumplir su objetivo de destruir a Israel», las autoridades israelíes declararon el estado de emergencia en todo el país (cierre de espacio aéreo y de escuelas, vuelos anulados hasta «próximo aviso», una sirena para avisar a todos los ciudadanos de la nueva situación aunque no hubo lanzamiento de proyectiles, prohibición de aglomeraciones, cancelación por ejemplo el multitudinario Desfile del Orgullo Gay en Tel Aviv previsto para este viernes, consignas de quedarse cerca de refugios, etcétera) ante la prometida respuesta iraní al «crimen imperdonable» en una nueva fase que solo tiene un nombre: guerra.
En las primeras horas del ataque sin precedentes, Irán seguía inmerso en el shock y la sorpresa pese a que en la última jornada informaciones, declaraciones y algunas decisiones de Estados Unidos sobre la evacuación de su personal en la región y la denuncia de la OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica) de que Irán no cumple sus obligaciones nucleares invitaban a pensar en un ataque inminente israelí contra sus centrales nucleares.

La sorpresa iraní ha sido mayúscula por el momento del ataque –dos días antes de la sexta ronda negociadora entre Irán y EEUU en Omán- y por la dimensión de las al menos cinco oleadas de ataques, con una intensidad infinitamente superior al intercambio de golpes directos de 2024 en el marco de la escalada regional desatada tras el ataque de Hamas del 7 de octubre de 2023.
Los cazas no solo bombardearon la conocida central de enriquecimiento de uranio de Natanz sino también bases militares (vinculadas por ejemplo con la fabricación de misiles) como el conocido complejo de Parchin. Entre los muertos en el ataque, el jefe de la Guardia Revolucionaria, Hussein Salami, el jefe militar Mohammad Bagheri y varios científicos nucleares.
«El mayor general Hossein Salami, jefe del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica, fue martirizado en el ataque del régimen israelí contra la sede de los Guardianes», indicó la agencia de noticias Tasnim mientras la Guardia Revolucionaria aseguró que su liderazgo y el resto de fuerzas armadas estaban «totalmente preparadas para dar una respuesta decisiva y contundente».
La agencia estatal IRNA comunicó que «varios comandantes fueron asesinados en los ataques del régimen sionista». Entre ellos, también el jefe de Khatam al Anbiya, Gholam-Ali Rashid. También ha muerto el comandante de la fuerza aérea iraní,A mir Ali Hajizadeh .
«Hemos iniciado esta operación porque ha llegado el momento; estamos en un punto sin retorno. No podemos permitirnos esperar otro momento, no tenemos otra opción. Los acontecimientos recientes y pasados de la historia nos han enseñado que cuando el enemigo intenta destruirnos, no debemos hacer la vista gorda. Necesitamos luchar por nuestra existencia», anunció el jefe del Estado Mayor israelí, Eyal Zamir que preparó a sus ciudadanos ante los días que se avecinan: «El régimen iraní intentará atacarnos en respuesta y el costo esperado será diferente al que estamos acostumbrados».
Israel filtró en su momento la aprobación de 1.300 millones de euros para 2022 y 2023 con el objetivo de preparar a sus Fuerzas Armadas para un ataque contra las centrales nucleares de Irán.
«Aunque sabemos que no estamos solos en nuestro esfuerzo para evitar que Irán adquiera armas nucleares. Israel es el país más amenazado por Irán y siempre se defenderá a sí mismo y por sí mismo ante una amenaza existencial», nos dijo el que fuera primer ministro y hoy jefe de la oposición, Yair Lapid.
Tras confirmar la muerte de varios altos mandos y de científicos nucleares prometiendo que sus sucesores harán su trabajo, el máximo líder iraní, el ayatolá Ali Jamenei ha prometido un severo castigo a Israel.
Las defensas iraníes, seriamente dañadas por la Fuerza Aérea israelí a finales de octubre en un ataque de represalia a los 200 misiles balísticos contra Israel el pasado 1 de octubre, no han podido hacer nada ante un enemigo militarmente superior y con el factor sorpresa a su favor.
Además, su principal brazo armado en la región (Hizbulá en Líbano) atraviesa su momento de mayor debilidad en décadas.
Desde hace casi 20 años, los sucesivos gobiernos israelíes avisaban con un ataque contra instalaciones nucleares de Irán. Basándose en la doctrina de seguridad puesta en práctica por Menajem Beguin en Irak (1981) y Ehud Olmert en Siria (2007), Benjamin Netanyahu ha ordenado atacar el plan nuclear de Irán.
Pero la operación se presentaba mucho más compleja debido a la mayor distancia, la posible respuesta iraní y la diversificación de su proyecto nuclear en una decena de instalaciones por debajo y por encima de la tierra. Nada que ver con los reactores de Osirak (avanzado) de Saddam Hussein y Al Kibar (incipiente) de Bashar Asad.
El primer y sorprendente golpe inicial del ejército contó también con la intervención del Mosad en todo lo relacionado por ejemplo con desbaratar en territorio irani la acción de las baterías defensivas.
El servicio secreto israelí es el que llevaba el peso de la campaña en la sombra para sabotear el programa nuclear iraní mientras el ejército preparaba desde hace años escenarios posibles de un ataque aéreo a casi 2.000 kilómetros de distancia.