El joven socialista se convirtió en el primer intendente electo musulmán de la principal ciudad del país. Para analistas, encarna una «reacción progresista» al trumpismo, con una base urbana, diversa y educada.
Donald Trump, sé que me está viendo. Solo tengo tres palabras para usted: ¡suba el volumen!». El triunfo de Zohra Mamdani en las elecciones de Nueva York marcó un punto de inflexión en la política estadounidense y encendió una pregunta que hasta hace poco parecía impensada: ¿está emergiendo una nueva «ola progresista» en Estados Unidos como reacción al trumpismo?
Con casi el 51% de los votos, Mamdani se convirtió en el intendente más joven de la historia de la mayor metrópoli estadounidense, una elección local que, por sus particularidades, se internacionalizó (como ocurrió con las bonaerenses de septiembre, salvando las distancias). Nacido en Uganda en el seno de una familia india, el político de 34 años realizó una campaña meteórica con premisas socialistas que atrajeron a sectores urbanos e intelectuales que desconfían de la agenda del presidente republicano Donald Trump.
«Soy musulmán. Soy socialista democrático. Y me niego a pedir disculpas por ello», dijo el martes en su discurso.
No solo le respondió a Trump, quien lo había acusado de «loco comunista», sino que, en un clima político marcado por la polarización y la irrupción de «outsiders», se aferró a otros ejemplos de «socialistas» que protagonizaron la arena política estadounidense de principios de siglo XX (como Eugene Debs), antes de que se consolidara el tradicional bipartidismo demócrata-republicano.
Aunque su victoria sobre Andrew Cuomo -exgobernador neoyorquino respaldado por la Casa Blanca- se circunscriba a un bastión históricamente demócrata, su perfil y discurso —más cercanos al progresismo europeo que al tradicional liberalismo americano— revelan un cambio de clima político, sobre todo entre las generaciones más jóvenes y urbanas, sacudidas por los cambios de la cuarta revolución industrial en el mercado laboral y el alto costo de vida.
«Es un socialista democrático autoproclamado, extremadamente joven, diferente de lo que el país ha visto en los últimos años, y en cierto modo una reacción al populismo de derecha que representa Donald Trump», analizó Ian Bremmer, politólogo estadounidense de la consultora Eurasia Group.
Según su interpretación, el «fenómeno Mamdani» expresa una suerte de espejo ideológico del trumpismo: una movilización emocional, identitaria y anti-establishment, pero desde el otro extremo del espectro.

Mientras Trump apeló a una base que mezcló a hillbillies (trabajadores jóvenes y rurales) con la clase obrera blanca, masculina y en muchos casos vinculada al sector manufacturero o militar —»hombres que sienten que la globalización no los benefició, que las guerras interminables y la inmigración ilegal los perjudicaron», resumió Bremmer—, Mamdani concentra su apoyo en sectores urbanos, con mayor nivel educativo y de clase media profesional.
«Son personas preocupadas porque las oportunidades que les prometieron, o que tuvieron sus padres, ya no existen, sobre todo para sus hijos», apuntó el creador del medio GZERO.
En tanto, el avance de la inteligencia artificial, la concentración corporativa y el estancamiento salarial son algunos de los factores que alimentan ese descontento progresista. Si bien sus posiciones sobre temas internacionales —como el conflicto israelí-palestino— difícilmente encuentren eco a nivel nacional, sus propuestas económicas sí resuenan entre los votantes más jóvenes y desencantados con el bipartidismo estadounidense.
Para el politólogo Juan Bautista Canavesi, magíster del Instituto de Desarrollo de la Universidad de Sussex, el fenómeno tiene que leerse en el marco de la hiperpolarización que atraviesa la política estadounidense. «Nueva York siempre fue gobernada por demócratas, eso no es nuevo. Lo que sí es novedoso es que Mamdani desafió directamente a Trump en plena campaña, y él lo convirtió en un enemigo cómodo para su retórica», explicó a PERFIL.
Por su parte, el presidente republicano no tardó en tildarlo de «loco comunista» y en sugerir, entre ironías y amenazas, que debería ser «encarcelado». Mamdani, lejos de esquivar el golpe, aceptó el desafío mediático. «Sé que me estás mirando por televisión», le respondió en el acto donde consagró su triunfo el 4 de noviembre por la noche.
Más allá de los gestos teatrales, el nuevo alcalde de Nueva York encarna un perfil disruptivo en varios frentes: es musulmán, se autodefine como socialista y es inmigrante. Tres conceptos que, combinados, hubieran sido impensables en una boleta competitiva hace apenas una década.

«Para llegar a cualquiera de nosotros tendrá que pasar por encima de todos nosotros», agregó Mamdani, en relación a la política «anti inmigrantes» que se volvió uno de los ejes de la agenda local de Trump y que encarnó la secretaria de Seguridad, Kristy Noam.
«Trump construyó poder personificando a los inmigrantes como su enemigo político. Que un inmigrante gane en la ciudad más importante del país demuestra que para muchos estadounidenses la inmigración no es el mal que impide que Estados Unidos vuelva a ser grande (NdR: como reza el eslogan trumpista)», señaló Canavesi.
