Tras tres horas largas de conversaciones, una hora y media del cara a cara a solas de los dos jefes de Estado y una hora y cuarenta minutos en presencia de la respectivas delegaciones, finalizó hoy por la tarde en Vladivostok la primera cumbre que mantienen el presidente ruso, Vladímir Putin, y su homólogo norcoreano, Kim Jong-un.
Brindaron a continuación con vino blanco y se sentaron a la mesa en una gran recepción para cenar con platos típicos de la cocina rusa amenizados con canciones y danzas folclóricas.
«Partimos del hecho de que no hay ni puede haber alternativa al arreglo pacífico del problema nuclear y de los demás problemas de la región», anunció Putin durante el banquete ofrecido a su invitado.
Según sus palabras, «necesitamos la activa participación de la comunidad internacional y de todos los países interesados. Así lograremos con toda seguridad el objetivo de garantizar estabilidad, prosperidad y una paz sólida en la península coreana».
Después, durante su rueda de prensa, el presidente ruso afirmó que la desnuclearización de la península coreana «es posible». Para ello, reiteró que «Corea del Norte necesita garantías de seguridad. Eso es todo». El servicio de prensa del Kremlin había advertido que no hay previsión de firmar ningún acuerdo ni declaración conjunta, tras el encuentro. Tampoco había planes de ofrecer una rueda de prensa conjunta, pero sí de Putin individualmente.
El encuentro tiene lugar en la isla Russki, separada de Vladivostok por un moderno puente, en el edificio principal de Universidad Federal del Lejano Oriente. Allí se celebró en 2012 una cumbre de la APEC, a la que acudió Hillary Clinton siendo secretaria de Estado.
Ambas delegaciones aseguran que los dos altos mandatarios mantuvieron conversaciones en un ambiente «constructivo, profesional y amistoso». La cuestión principal que ha estado sobre la mesa ha sido la desnuclearización de la península coreana y las vías de lograrla de forma pacífica por «medios políticos y diplomáticos»
. La cooperación bilateral entre Rusia y Corea del Norte (comercio, inversiones, cooperación energética y militar) ha sido el otro gran asunto abordado en la cumbre.
«Estoy seguro de que su visita hoy a Rusia nos ayudará a comprender mejor de qué manera podemos resolver la situación en la península coreana y lo que Rusia puede hacer para apoyar las tendencias positivas que tienen lugar actualmente», dijo Putin al comienzo de su cara a cara con Kim durante los pocos minutos que la prensa pudo estar presente. Señaló también que «en el plano bilateral, tenemos mucho que hacer para desarrollar nuestras relaciones económicas».
Por su parte, el máximo dirigente norcoreano señaló que «es de esperar que este encuentro será muy útil para desarrollar los vínculos históricos entre los dos países, que tienen una amistad de largo recorrido, y convertirlos en una relación más estable y más sólida». Kim también hizo hincapié en la necesidad de abordar «de forma significativa la situación en la península coreana». Los dos reconocieron que estaban teniendo un diálogo «sustancial».
Levantamiento de sanciones
La posición de Pyongyang al respecto de la situación en la península coreana pasa por una desnuclearización gradual acompañada de un levantamiento progresivo de las sanciones, algo que el presidente estadounidense, Donald Trump, rechazó en la cumbre de Hanói en febrero.
Washington exige un acuerdo de envergadura de desarme nuclear total y de limitación del número de misiles.
Moscú, sin embargo, aunque también defiende la desnuclearización, considera que hay que adoptar medidas de confianza mediante el levantamiento de sanciones y concesión a Corea del Norte de garantías de seguridad.
Expertos rusos comentaban hoy al canal Rossiya-1 que Pyongyang nunca aceptará deshacerse totalmente de su arsenal atómico.
El embajador ruso en la Unión Europea , Vladímir Chízhov, asegura que Putin y Kim se plantean la posibilidad de reanudar las conversaciones a seis bandas (las dos Coreas, EEUU, Rusia, China y Japón).
Este formato se empleó sin demasiado éxito en 2003 y 2009. En realidad, tal propuesta, si es que llega a formularse, sería más bien un llamamiento para que Washington abandone su actual postura y se avenga a ser más flexible en relación con el régimen de sanciones.