El gobernador Jorge Capitanich lanzó este miércoles un operativo de limpieza y descacharrado contra el dengue, en Fontana. Quizás su mayor temor sea no volver a enfrentar una epidemia de esta enfermedad, como la que le tocó vivir en 2009, donde se registraron más de 10 mil casos en la provincia, y donde él era el jefe del Ejecutivo.

Aquella vez, tanto el mandatario como todo su entorno (su ex esposa, Sandra Mendoza, era ministra de Salud), negaron el contexto real y hablaban solo de un “brote viral”. En el terreno nacional, Cristina Kirchner encabezaba el país como presidente, y Graciela Ocaña, era ministra de Salud, tras suceder en el cargo a Ginés González García.

Tras la propagación del virus en 2009, Capitanich aprendió que se trata de una enfermedad que se puede prevenir con políticas y estrategias útiles para la comunidad. Sin embargo, en caso de un nuevo brote, los hospitales ni los centros de salud se encuentran en condiciones de atender la demanda, ya que los constantes reclamos por falta de insumos, medicamentos y recursos, es moneda corriente en nuestro Chaco.

Hasta el momento solo hay ocho casos sospechosos de dengue en la provincia. Diez años atrás, hasta el propio ministro de Gobierno, Domingo Peppo, se había contagiado, y más de diez personas murieron por la enfermedad.

Posiblemente en esa época ya surgieron las rispideces entre el ex funcionario y “Coqui”, cuando Mendoza hablaba solo de 784 casos y Peppo admitía que eran más de 1160.

Charata fue una de las localidades más afectadas de las 34 que tenían el virus instalado, con más de seis mil personas afectadas.

¿Se encuentra preparada la provincia para atender un nuevo brote? ¿Servirán las acciones actuales o debieran reforzarse? Luego de diez años, veremos si la historia se repite o no.