PRONÓSTICO EXTENDIDO

Punto limite | Los ríos Negro y Paraná no paran de crecer y aumentan dia a dia el número de evacuados

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Las lluvias no cesan en el Gran Resistencia, el río Paraná eleva su nivel así como el río Negro. Las familias ribereñas tienen que arreglárselas para no perder la totalidad de sus pertenencias y proteger a sus hijos y animales del agua.







El agua ingresa en los hogares y el peligro se acrecienta al contar con casas precarias, conexiones de luz irregulares y la posibilidad de picaduras de víboras y alimañas.

os vecinos de Villa Río Negro, así como los del barrio Los Teros y del asentamiento Los Teros, se ven afectados por las inclemencias climáticas que no dan tregua desde el pasado sábado. 

 

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Los pobladores se ven afectados por la crecida del río Negro.

Colegas del diario Norte Local, realizaron una recorrida ayer por la mañana por lugares afectados por el temporal. Un grupo de vecinos del asentamiento Los Teros se encontraba reunido en la esquina de avenida Italia y la calle Combate de Vuelta de Obligado esperando una ayuda que les había prometido minutos atrás el intendente Jorge Capitanich. 

Walter Pera es uno de los afectados por las precipitaciones. Comentó a este matutino que en el asentamiento viven alrededor de 200 familias, y más de 100 se encuentran perjudicadas por la entrada de agua en las casas. Según los pobladores, hace más de 30 años existe esa barriada e históricamente tienen problemas que nunca se han podido solucionar.

Su principal problema es que al ser zona baja es propensa a inundarse cada vez que llueve. Los pobladores desean rellenar el terreno pero necesitan apoyo estatal. ‘El agua nos llega a las rodillas‘, lamentó una de las vecinas.

La mayoría de los ciudadanos tiene su pequeña granja. Crían cerdos, chivos, ovejas, gallinas, además de dedicarse a las changas.







Como una cuestión que se añade a la problemática del asentamiento, la activación de la bomba de avenida Vélez Sarsfield y calle 15 eleva el nivel del río Negro y los inunda, por lo que piden que no se active. 

 

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Walter Pera cuenta lo que les toca vivir a los vecinos del asentamiento Los Teros.

En mi casa llueve más adentro que afuera. La chapa no sirve‘, señaló Pera.

Por otra parte, Ángel Cisterna contó que para que sus hijos no anden por el agua, previniendo picaduras de víboras, los llevó al CIC del barrio Mariano Moreno de la capital. Es que pediatras del gobierno acudieron a la zona y han encontrado niños con mordeduras de tortuga, entre otras cuestiones, según comentó Cisterna.

Seguridad colaborativa

Incluso cuando el barrio atraviesa una delicada situación por las familias inundadas, la inseguridad se hace presente. Según mencionó la vecina Elba Martínez, una de las vecinas se autoevacuó el lunes y cuando volvió le habían robado la ventana y la puerta de su humilde casa. Desde entonces, se organizaron para custodiar la zona aunque de igual manera solicitan mayor presencia policial.

‘Nadie quiere irse. Nadie quiere dejar sus cositas que con esfuerzo consiguió. Por eso entendemos a los que no quieren irse y organizamos cuidarnos entre todos‘, detalló Pera.

En Antequera, el ganado en la ruta

Yendo a Isla del Cerrito también hay afectados por la crecida del río Paraná. NORTE fue hasta la zona de Antequera para conocer lo que le ocurre a la comunidad de ese territorio. En plena ruta provincial 63 camino a Isla del Cerrito se encontraba Edilio López con su ganado. Vacas, toros, terneras, caballos a la vera de la ruta. 

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Camino a Isla del Cerrito, el ripio y el agua se unen. Emanuel Flores cruza descalzo el charco.

López contó que por la crecida tuvo que vender sus animales. Chivos y ovejas a 1500 pesos cada uno. “Quería vender más para tener menos ganado en esta época de lluvia pero no pude”, se sinceró.

Hace 15 años vive en la zona de Antequera y toda su vida se dedicó a la cría de ganado, ahora se encuentra en aprietos por la crecida.

Por su parte, Emanuel Flores vive con sus padres y hermanos en Antequera y venía del acceso a Isla del Cerrito caminando descalzo sobre el agua que en la calle no permitía ver la profundidad del suelo.

Emanuel, aunque joven, ya sabe cómo hay que arreglarse ante estas situaciones y con resignada madurez lamentó que haya perdido toda la plantación de mandioca que cultivaba en su chacra para consumo y venta. Contó que se le ahogó un caballo por la crecida y que otro murió a causa de la mordedura de una víbora.

“Si sigue lloviendo vamos a armar una ranchadita de nylon a la vera de la ruta”, sostuvo el joven.

Fuente: (Diario Norte)