El inicio de la semana corta estuvo atravesado por intensas precipitaciones que volvieron a dejar al descubierto una postal conocida para los vecinos de Resistencia. Un video enviado a esta redacción muestra con crudeza la situación en Marcelo T. de Alvear, entre Liniers y Remedios de Escalada, donde el agua cubrió por completo la calzada y convirtió la rutina diaria en una secuencia de demoras, riesgos y maniobras improvisadas.
La escena se repite con mayor frecuencia en un diciembre que ya cuadruplicó el promedio histórico de precipitaciones, mientras los pronósticos no anticipan mejoras en el corto plazo.
Lluvia intensa, residuos arrastrados por la corriente, bocas de tormenta colapsadas y un sistema de escurrimiento insuficiente confluyen en un mismo resultado: calles intransitables, familias aisladas, comercios que bajan sus persianas a medias y trabajadores que avanzan calculando cada paso para no perder el calzado en plena vereda.
Apenas a dos cuadras de la Plaza 25 de Mayo —centro geográfico de la ciudad— el agua llegó a unir ambas veredas.
“Somos prisioneros del temporal”, relataron los vecinos que registraron las imágenes. Para muchos, no se trata de un hecho aislado sino de un nuevo capítulo de una historia que se repite cada vez que el cielo se cierra.
En el tramo comprendido entre los números 200 y 400 de Marcelo T. de Alvear, la calle quedó completamente bajo agua.
Tramos transformados en verdaderos zanjones obligaron a desvíos improvisados y pusieron a prueba la paciencia de quienes intentaban llegar al trabajo, regresar a sus casas o simplemente cruzar la calle.
Cada bolsa de residuos atrapada en una reja funciona como un tapón visible. Los desagües pluviales saturados aceleran el anegamiento y ralentizan el descenso del agua. En cuestión de minutos, una lluvia intensa se convierte en un obstáculo urbano cotidiano.
Los reclamos vecinales apuntan a dos frentes que resultan inseparables: limpieza sostenida y obras de infraestructura que mejoren el drenaje. Sin mantenimiento, cualquier chaparrón se transforma en problema; sin obras, el problema se vuelve permanente.
El video recibido por esta redacción es, en definitiva, un reflejo de la ciudad cada vez que llueve fuerte: autos avanzando a paso de hombre, motos empujadas a pulso y veredas convertidas en orillas improvisadas.
También es un recordatorio de que, en temporada de tormentas, la prevención no es un lujo sino una necesidad compartida: respetar los horarios de recolección, no arrojar residuos a la vía pública y mantener despejadas las rejillas puede marcar la diferencia.
