El juez de Dolores ordenó anoche la detención de los comisarios retirados Ricardo Bogoliuk y Aníbal Degastaldi. Ambos están sospechados de integrar la asociación ilícita que extorsionó y coaccionó a ciudadanos para sacarles dinero y también para declaren ante el fiscal Carlos Stornelli.
Bogoliuk y Degastaldi se presentaron en Dolores el viernes pasado, pero el juez Ramos Padilla decidió no tomarles declaración porque esperaba los entrecruzamientos de llamadas y las pericias sobre celulares y computadoras. Todos esos informes el lunes al juzgado.
En su resolución de ayer, el magistrado dejó expresamente afuera a los comisarios porque se ve que ya tenía pensado avanzar sobre ellos.
D’Alessio dijo que ambos revistan en la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), pero la ex SIDE por ahora mira para un costado. Según parece le entregó un escrito al juez Ercolini manifestando –obviamente– que no tiene relación con la extorsión.
Habrá que ver si entregan más elementos sobre el vínculo de los comisarios con la AFI. Es público que en los últimos años la ex SIDE se llenó de policías, parte de la Federal, parte de la Bonaerense, lo que exhibe la degradación de los organismos de inteligencia en el país.
No es casual que se hayan empezado a filtrar escuchas ilegales en distintas causas, incluyendo el espionaje realizado a los detenidos en el penal de Ezeiza.
Bogoliuk apareció en la causa de la muerte de Alberto Nisman porque el fallecido fiscal pretendió pedirle un arma prestada, pero el comisario estaba en Mar del Plata por lo que el pedido no se concretó. Mucho antes de eso, el entonces ministro de Seguridad, León Arslanián, lo destituyó por irregularidades.
Degastaldi tuvo un papel notorio en la causa García Belsunce porque concurrió la noche de la muerte de María Marta y no notó que se tratara de un asesinato. Estuvo acompañando al fiscal Diego Molina Pico.
El hecho de que ni el comisario ni el fiscal hayan pedido que se haga la autopsia fue determinante en el caso.
Uno de los párrafos más notorios de la resolución de Ramos Padilla es que consigna un contubernio entre el aparato judicial y el de inteligencia para realizar operaciones de apriete, extorsión, carpetazos y hasta colocación de drogas en distintas causas.
Bogoliuk y Degastaldi serían parte de esa relación que “implica gravedad institucional”, sostuvo el magistrado.