La conclusión llega después de analizar datos obtenidos entre noviembre de 2018 y febrero de 2019, donde 22 policías bonaerenses estaban bajo los efectos del consumo de drogas prohibidas en sus puestos de servicio. Los casos fueron detectados por la Auditoria General de Asuntos Internos de la policía de la provincia de Buenos Aires a partir de exámenes toxicológicos sorpresivos.
Fueron analizados 723 casos. De ellos, 22 (un 3% del total) dieron positivo ante los reactivos que revelan la presencia de estupefacientes.
Los exámenes se hicieron sin que los efectivos supieran que se producirían ese día. Fueron realizados en 14 dependencias de la ciudad de La Plata, Avellaneda y Quilmes.
No fue casualidad la elección de esos lugares: ya había denuncias de que personal de esas reparticiones había estado en servicio bajo los efectos de algún tipo de sustancia estupefaciente.
«Estos son solo las detecciones de los exámenes sorpresivos. Fuimos a lugares que determinamos ir porque habíamos juntados las denuncias y la mayor cantidad de sumarios. El hecho de encontrar estos análisis positivos no me llama la atención», explicó el auditor general de Asuntos Internos, Guillermo Berra. No obstante, advirtió: «Este resultado no se puede extrapolar a toda la policía; quizás vamos a otras dependencias y nos da cero».
De los 22 policías que estaban drogados, 12 habían consumido cocaína, ocho marihuana y dos, psicofármacos (benzodiazepinas).
Los exámenes toxicológicos habían sido anunciados por el ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo, en junio de 2017. En aquel momento se explicó que se les haría a los 93.000 efectivos de la fuerza, que se iniciaría con los cuadros superiores (unos 1670), en un plazo de 90 días, y que el total de los análisis sería completado «en los próximos meses».
Sin embargo, desde que se anunció la medida solo fueron examinados 4038 policías. De ese total, apenas el 18% fueron análisis sorpresivos. Es decir, en casi el 80% de los exámenes toxicológicos realizados, los policías ya sabían de antemano que se los harían.
De los 3315 efectivos a los que les realizaron esos controles preventivos no sorpresivos, solo siete dieron positivo (seis de marihuana y uno de cocaína): fue el 0,21% del total, 15 veces menos que con los análisis inesperados. De allí se deduce que en los casos de estudios con preaviso pudo haber policías que se abstuvieron especialmente de consumir sustancias para salir «limpios».
Según indicaron fuentes del Ministerio de Seguridad, cuando a un policía le da positivo uno de estos exámenes (es decir, cuando se lo encuentra bajo los efectos de estupefacientes en pleno servicio) «se abre una carpeta médica, se les da licencia, se les pide el arma reglamentaria y se comienza con el tratamiento de rehabilitación».
«Los efectivos que forman parte de áreas de la lucha contra el narcotráfico en la fuerza no pueden volver a ese lugar; si se rehabilitan pasarán a integrar otra dependencia», explicaron los voceros consultados.
Fuente: (Diario La Nación)