El acuerdo al que el Gobierno arribó con los técnicos del FMI implicó relativamente pocos cambios desde el punto de vista del diseño de la política fiscal, pero sí un giro copernicano en la política monetaria a cargo del Banco Central.
Este año no habrá meta inflacionaria y Macri aspirará a terminar su mandato con la inflación arriba de los dos dígitos.
Y si bien recortar el gasto en 19.300 millones de dólares en los próximos 3 años no va ser tarea sencilla, buena parte de la reestructuración de las cuentas públicas pasan por sanear la hoja de balance del Banco Central que Federico Sturzenegger venía haciendo crecer.
Su política se basó en hacer aumentar en paralelo del lado del pasivo (Lebacs) y del activo (reservas internacionales), pero a costas de una bola de nieve de Lebacs que aceleraban la emisión de circulante y potenciaban la inflación.
La directiva del FMI es cortar con la emisión de cuajo: reformar la Carta Orgánica para que el Banco Central no tenga que «darle a la maquinita» e imprimir pesos con los que asistir al Tesoro, que el Tesoro le devuelva 25.000 millones de los dólares que le sacó cuando le impuso letras intransferibles y que los use para inyectarlos en el mercado a cambio de retirar los más de $600.000 millones de Lebacs en circulación.
De hecho, en el transcurso de las negociaciones con el FMI, el Banco Central ya recompró casi $90.000 millones.
A priori, señaló Sturzenegger, este monto será devuelto en pesos, aunque todavía depende del ministro Caputo esta definición.
Y esta emisión de pesos puede golpear en la inflación, pasarse a dólares o posicionarse en otros activos en pesos, razón por la cual el Tesoro comenzará a superponer licitaciones de bonos a la fecha de vencimiento de las Lebacs.
El Gobierno reconoció que la promesa de bajar la inflación a un dígito pasa para el segundo año del próximo mandato presidencial, cuando si se dan las nuevas previsiones debería ubicarse en el 9 por ciento.
Si con la emisión de Lebacs el Banco Central buscaba controlar la inflación, con su recompra se espera una mayor inflación para este año.
Por eso el presidente del Banco Central anunció nuevas metas de inflación -que a partir de este momento las fija la autoridad monetaria y ya no el Poder Ejecutivo- para los próximos años: 17% en 2019, 13% en 2020 y 9% en 2021.
Así la promesa macrista de reducir la inflación a un dígito pasa para el segundo año del próximo mandato presidencial.
Se trata del segundo cambio de metas en seis meses. Y deja al 2018 sin meta. «Decidimos no tener meta para 2018», dijo Sturzenegger luego de enfatizar que todos los demás países lograron combatir la inflación con metas y tipo de cambio flotante.
Según explicó, la política monetaria tarda seis meses en mostrar resultados «y prácticamente la mitad de este ya ha ocurrido», por lo que espera que para junio del año próximo la inflación esté en 21%, «un punto por debajo de las expectativas del mercado».
De metas hiperambiciosas a conformarse con terminar el mandato con 17%, la meta que originalmente era para el 2017, pero insistiendo con la tasa de interés como instrumento para hacer que este año la inflación «sea lo más baja posible». Y con el tipo de cambio flotante.
Según explicó el presidente del Banco Central, de ahora en más la autoridad monetaria se centrará en defender el nivel de reservas, razón por la que el tipo de cambio volverá a flotar.
Sin embargo, no precisó si sacará a mañana el techo de $25 que lleva dos semanas imponiendo en el Mercado Único Libre de Cambios (MULC) con su oferta diaria de 5.000 millones de dólares, o si esperará a que el crédito llegue al país antes de volver a la flotación cambiaria.
En el mercado consideran factible que el dólar se dispare a $26,30 luego de la retirada de la presencia oficial en el mercado de cambios, aunque el mismo Sturzenegger antes hubiera asegurado que a $25, el dólar estaba «totalmente fuera de escala».
Con el Tesoro vendiendo dólares del préstamo del FMI y más liquidación exportadora, en el mercado esperaban que bastara para que la moneda estadounidense encontrara un nuevo equilibrio, pero por encima de las previsiones de Dujovne y Sturzenegger.