La ola de derrames de la petrolera de bandera nacional parece no tener fin en este último trimestre del año. En el tercer incidente de importancia en pocas semanas, YPF tuvo un nuevo inconveniente en su principal yacimiento de la provincia de Santa Cruz, a partir del cual se generó una filtración en una de las válvulas de seguridad de los oleoductos.
Se trata del yacimiento Los Perales, el más importante de la compañía en esa provincia y uno de los que tiene más potencial en todo el país dentro de los no convencionales.
El accidente fue confirmado por la petrolera que afirma desconocer los motivos que desencadenaron el hecho y reconoció que el área afectada alcanzó los 3.000 metros cuadrados. Además, YPF comunicó que lleva recuperados el 80% de los fluidos y continúa con las tareas de recuperación y saneamiento en la zona.
Este incidente se suma, entre otras cosas, al escándalo producido en Neuquén -donde el gobernador Gutiérrez sancionó a la estatal con un histórico fallo al quitarle la licencia ambiental para poder operar en el yacimiento Bandurria- y al derrame de 720.000 litros de crudo en Chile, el mayor en las últimas décadas en el país trasandino, lo que despierta muchos interrogantes en el sector respecto al manejo de la compañía.
«El mayor problema, más allá de que esto sea una suma de casualidades o efectivamente un desmanejo en los patrones de seguridad, radica en el deterioro de la imagen de la empresa en el exterior, en un mundo cada vez más atento a la cuestión ambiental.
Recordemos que YPF necesita urgentemente de muchos socios para poder desarrollar el no convencional, ya que el resto de sus yacimientos están en declinación, y estas cosas no lo ayudan para nada», manifestó Andrés Di Pelino, vocero del Centro de Estudio de la Regulación Económica de los Servicios Públicos (Ceres) de la Universidad de Belgrano.
A modo de comparación, la multinacional British Petroleum llegó a perder el 50% de su valor a partir del histórico derrame en el Golfo de México, mientras que la estadounidense Chevron se vio seriamente perjudicada por la contaminación provocada en la amazonia ecuatoriana.
Los especialistas consultados por este medio aseguran que estos incidentes se producen casi a diario tanto en esta como en el resto de las petroleras que utilizan el fracking como sistema de explotación. A su vez, los gremios denuncian un ritmo de trabajo frenético por una obsesión de bajar costos que sostienen trajo como consecuencia la muerte de cinco trabajadores petroleros en lo que va del año.
Por otro lado, las dudas en torno a la empresa número uno de la Argentina surgen a partir de un confuso plan de negocios, que pone a la generación eléctrica como su principal potencial, en un negocio que se sustenta en los altísimos precios en dólares subsidiados por el Estado.
«El Estado argentino no tiene del todo claro lo que quiere hacer con esta empresa. Que una firma que tuvo al petróleo como su nave insignia desde su creación se vuelque a las energías renovables es algo que produce mucho ruido», agregó Di Pelino.
Asimismo, la petrolera no está ajena a la situación macroeconómica y según cuentan en el sector, se vio muy golpeada por la devaluación y cayeron mucho sus ventas en la línea de naftas Premium, una gran apuesta que habían impulsado desde la gestión de Gutiérrez.