Por Hugo Sager
Diez años se cumplen hoy de la partida de Néstor Kirchner, un hombre, un político, un compañero militante y un presidente que nos legó una visión distinta de la política, sustentada en la energía para impulsar cambios en beneficio de las mayorías populares y más vulnerables, y en la defensa de los derechos humanos como premisa.
Ese hombre que el 25 de mayo de 2003 llegó para proponernos un sueño, el de “reconstruir nuestra propia identidad como pueblo y como Nación”, el de “la construcción de la verdad y la justicia”, y el de “tener una Argentina con todos y para todos”, nos propuso un cambio de fin de época, para avanzar en un país con más equidad social.
Néstor nos planteó la idea de reconstruir un capitalismo nacional como base para generar oportunidades y reinstalar así la movilidad social ascendente. “Se trata de hacer nacer una Argentina con progreso social, donde los hijos puedan aspirar a vivir mejor que sus padres, sobre la base de su esfuerzo, capacidad y trabajo”, nos decía en su discurso ante la Asamblea Legislativa, al asumir la Presidencia de la Nación.
Sus políticas hicieron posibles mejoras en lo económico y en lo social, que hoy nos siguen marcando un horizonte permanente en busca del desarrollo económico del país sustentado en la generación de nuevos puestos de trabajo y en la mejor y más justa distribución del ingreso.
Él ponía énfasis en la idea de un Estado presente para lograrlo, porque para él “la presencia o la ausencia del Estado constituye toda una actitud política”.
Néstor nos decía, y nuestro proyecto político lo incorporó como un lineamiento básico, que el Estado debe actuar como el gran reparador de las desigualdades sociales, en un trabajo permanente de inclusión y creando oportunidades de acceso a la educación, la salud y la vivienda, promoviendo el progreso social basado en el esfuerzo y el trabajo de cada uno.
Para él, y para quienes sostenemos y defendemos sus ideas, el Estado debe viabilizar los derechos constitucionales protegiendo a los sectores más vulnerables de la sociedad, es decir, a los trabajadores, los jubilados, los pensionados, los usuarios y los consumidores.
La presencia de Néstor fue la recuperación de la política como ordenadora de una sociedad. Fue volver a creer en el peronismo. Solía decir que de Perón y Evita hay que acordarse cuando se gobierna. Así, miles de jóvenes recuperaron la esperanza a través de su figura, y hoy miles de jóvenes son peronistas.
Su ausencia, abrupta, impensada, fue un desafío para el Proyecto Nacional, para la unidad latinoamericana y, por qué no decirlo, para comprobar la fortaleza de su compañera Cristina.
Los chaqueños y chaqueñas tenemos mucho que agradecer a su mirada federal y a su decisión de reparar históricamente esta región postergada de las grandes decisiones.
Su legado para las nuevas generaciones, los y las jóvenes que hoy enarbolan esas ideas de equidad e inclusión, nos da la ilusión de un país mejor, donde sea posible progresar con el esfuerzo propio y con las políticas de estímulo económico y social de un Estado siempre presente.
Con el respeto, el afecto y la emoción de este recuerdo, hoy y siempre Néstor vive en el corazón de cada argentino y argentina que pudo acceder a un derecho con sus políticas.