Los efectivos fueron condenados a penas de un año y un año y dos meses de prisión por la «desidia» en la que incurrieron durante el rastrillaje para dar con la familia que murió en 2009 en un accidente cerca de Salto.
Dos policías bonaerenses fueron condenados a penas de un año y un año y dos meses de prisión por la «desidia» en la que incurrieron durante la investigación por la desaparición de la familia Pomar en 2009.
El juez correccional de Pergamino, Carlos Picco, condenó este viernes a dos de los tres policías imputados por «falsedad ideológica» debido a la «desidia» que mostraron al falsificar actas de rastrillajes que nunca se realizaron.
Tanto la fiscalía como la querella habían solicitado penas de hasta cuatro años de prisión para los tres imputados, Daniel Fabián Arruvito, Luis Ángel Quiroga y Benito Barcos, quienes se desempeñaban en la Patrulla Rural de Pergamino al momento del accidente en el que murieron los Pomar.
El fiscal de la causa, Guillermo Villalba, había pedido una pena de un año y seis meses de prisión tanto para el ex comisario Arruvito como para el ex teniente Barcos por el delito de «falsedad ideológica de instrumento público». El ex teniente Quiroga no fue acusado por falta de pruebas.
Luis Fernando Pomar, de 40 años, y su esposa, Gabriela Viagrán, de 36, viajaban desde José Mármol a Pergamino con sus hijas, María del Pilar (3) y Candelaria (6), el 14 de noviembre de 2009. Pero nunca llegaron a destino.
El caso Pomar se convirtió en un misterio durante 24 días durante los cuales se desarrollaron toda clase de hipótesis hasta que el 8 de diciembre apareció su auto volcado al costado de la ruta 31 a la altura de la localidad de Salto, a 40 kilómetros de Pergamino.
Aquilino Giacomelli, abogado de la madre de Viagrán, explicó que en las actas labradas por los oficiales de la bonaerense «aseveraban que habían buscado en la ruta, en las alcantarillas y en los puentes rastros del accidente o indicios que ayudaran a demostrar la ubicación del vehículo o las personas».
Giacomelli explicó que en el lugar donde estaba el auto «había sobre la cinta asfáltica una huella de 12 metros de frenada y en la banquina había partes del auto y enseres de los ocupantes», por lo que «o no pasaron nunca por allí o pasaron y no rastrillaron bien».