PRONÓSTICO EXTENDIDO

Lo fueron | Renuncio el Ministro de Seguridad de Buenos Aires por el ataque al micro de Boca

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El ministro de Seguridad porteño, Martín Ocampo, presentó su renuncia luego de los incidentes del sábado en el operativo en las inmediaciones de la cancha del Club Atlético River Plate en la previa a la final de la Copa Libertadores.







 Desde el gobierno de Rodríguez Larreta confirmaron que Diego Santilli asumirá el control del área, pero seguirá siendo vicejefe porteño. Es decir, no habrá un nuevo ministro de Seguridad de la Ciudad.

Fue el propio Mauricio Macri había pedido la renuncia del funcionario, muy cercano al presidente de Boca, Daniel Angelici, que es padrino de uno de sus hijos y lo tuvo como abogado de sus empresas.

Los rumores de su salida comenzaron en las últimas horas de ayer, pero tomaron más fuerza después de las declaraciones de Mauricio Macri y Marcos Peña, quienes responsabilizaron al gobierno de la Ciudad por el desastroso operativo que terminó con dos jugadores de Boca heridos, la final suspendida y un papelón internacional a días de la realización del G20 en Buenos Aires.

Santilli por ahora mantendrá a toda la estructura de Seguridad que trabajaba con Ocampo y que tiene como secretario a Marcelo D´Alessandro y como subsecretario a Juan Pablo Sassano.

Así lo ratificó en conferencia de prensa Larreta dos horas después de conocida la renuncia, a la vez que volvió a instar a la Justicia a «ir a fondo» contra los barrabravas a los que calificó de «mafias enquistadas en el fútbol desde hace cincuenta años».

Si bien las declaraciones de Peña y Macri apuraron la salida de Ocampo, lo cierto es que Larreta hace tiempo que estaba disconforme con la gestión de su ministro.

Todas las encuestas que encarga el gobierno porteño revelaban que la seguridad era uno de los puntos de mayor cuestionamiento a la actual gestión, que absorbió a prácticamente toda la Policía Federal, la unificó a la existente Policía Metropolitana y creó la Policía de la Ciudad, una fuerza supuestamente tecnificada que se suponía iba a mejorar la seguridad de los porteños. No ocurrió.

Por eso, Santilli – a quien Larreta presentó para el cargo como «el máximo responsable político después de mí»- enfatizó que: «La seguridad es la principal preocupación y ocupación que tenemos en el Gobierno» en su breve intervención ante la prensa.

La salida de Ocampo fue reclamada por el propio Macri, pero Larreta hace rato que estaba disconforme con su gestión: En las encuestas que encarga el gobierno porteño, la seguridad aparece al tope de las áreas más cuestionadas.







Se sumó a esto la permanente interna del área de seguridad porteña con sus pares de Nación, que exigían mayor dureza contra los piquetes. Diferencias que quedaron en evidencia en el fallido operativo.

La ministra Patricia Bullrich aprovechó para decirle al presidente Macri que esto revelaba que todos los eventos importantes debían quedar a cargo de Nación. «Mira lo que pasó, nos tenemos que hacer cargo nosotros», le dijo la ministra a Macri.

Desde la Ciudad señalaban por lo bajo que el ataque al micro de Boca se produjo en una zona a cargo de Prefectura, que responde a la ministra.

Esta mañana el propio Santilli había salido a respaldar a Ocampo y a aclarar que se estaba investigando «dónde hubo errores e identificar a los responsables». El domingo, Larreta se había hecho cargo no solo por el ataque al micro en el que viajaban los jugadores de Boca Juniors, sino por los hechos de vandalismo contra vidrieras y automóviles en la zona y había quitado relevancia al hecho que se trataba de una zona custodiada por la Prefectura.

Con el G20 en el horizonte, el papelón del sábado enfureció a Macri: el mismísimo titular de la FIFA, Gianni Infantino, había llegado hasta el Monumental para presenciar el partido que nunca se jugó.

La crisis política y futbolística que desató el papelón, en rigor también amenaza la hegemonía macrista en Boca: Angelici quedó en una situación muy delicada con los hinchas xeneixes que se quedaron sin la esperada final.

Como explicó en su columna el ex ministro de Seguridad porteño, Diego Gorgal, para el macrismo es imposible sacarse de encima la responsabilidad de lo ocurrido ya que «la conexión entre la política y el fútbol atraviesa las entrañas de los gobiernos porteño y nacional en sus máximos niveles».

En el PRO aseguran que el Presidente estalló de rabia con Ocampo desde que desautorizó la inclusión de hinchas visitantes para el superclásico.

Consultado por un canal de TV, minutos después de que Macri expresara sus deseos desde Twitter, el ministro porteño había afirmado que era «imposible» que estuvieran presentes los rivales. «A la primera que pudo Macri se lo facturó», apuntaron.

 

En realidad el ex funcionario anticipó las posiciones de Daniel Angelici y Rodolfo D´Onofrio, titulares de Boca y de River, a quienes Macri no consultó.

Jugar con visitantes hubiera dejado a los presidentes enfrentados a los socios de sus clubes: darle lugar al rival hubiera significado quitárselo a los propios.

Ocampo tiene una vieja rivalidad con Patricia Bullrich, una de las «estrellas» el gabinete nacional. La ex ministra de Trabajo nunca había querido transferir la Policía Federal a la órbita porteña.

El tratamiento de la reforma previsional, que terminó con graves incidentes y represión policial, pero con la sesión del Congreso suspendida acrecentó las diferencias.

La primera oportunidad marcó el fracaso de Bullrich y la segunda sesión quedó a cargo de Ocampo, quién logró enderezar una situación que había comenzado descontrolada.

Ayer Larreta había asumido la completa responsabilidad del operativo fallido a pedido, según fuentes porteñas, del propio Presidente. «Horacio no le debe nada a nadie, es más todos los le deben al él. Ese pedido llegó de muy arriba, imagínate vos de quién», comentaron.

Ocampo es el jefe de los fiscales porteños en uso de licencia y esperaba que una buena gestión en el Ministerio de Seguridad lo dejara con posibilidades de reemplazar a Inés Weinberg de Roca en el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad, algo que ahora parece imposible