PRONÓSTICO EXTENDIDO

Macri no se quiere jubilar y se acerca cada vez más a Milei

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Mauricio Macri no quiere jubilarse y sus herederos decidieron que ya es tiempo, que su momento ya pasó. En el instante en que se tomó esa definición, casi como un acto reflejo para sobrevivir, el ex presidente lanzó el manotazo y encontró una soga para agarrarse y salir de abajo del agua, apareció Javier Milei. 

Carcasa vacía, en caso de ser gobierno necesitará del líder que ya los propios decidieron desconocer. Éste no sólo podrá condicionar su gestión sino también ser un faro en ella y no un mero consultor, el lugar al que fue relegado en Juntos por el Cambio.

Patricia Bullrich lo dijo varias veces desde que salió triunfal de la PASO de la alianza, ella es la nueva líder y Macri es una figura con un pasado que le da autoridad pero no mucho más que eso. Un consultor, no alguien que tenga que ocupar un ministerio. El gran temor de la ex ministra es ganar las elecciones y que la acusen de ser el títere del ex presidente. Entonces decidió sacar la curita de un tirón.

Horacio Rodríguez Larreta también lo intentó y Macri lo abandonó por completo. La victoria de Bullrich el domingo 13 de agosto fue la coronación del plan venganza. El jefe de Gobierno no lo había dicho pero lo sabía, si ganaba las elecciones el traspaso del liderazgo sería automático y Mauricio pasaría a un segundo plano. Lo que quiere hacer Patricia.

Pero para el macrismo, ese bastón no se traslada ni se hereda, se gana. Y no sólo por elecciones sino por aclamación popular. Por lo tanto, la banda debería seguir en manos del hombre de la FIFA, uno de los más aplaudidos en el escenario montado en Parque Norte el día de los comicios.

Macri ya ganó. Él apostó por un Milei primero – o completamente sorpresivo – y una Bullrich vencedora de su propia PASO. Las dos cosas sucedieron. Es el clásico padre diciéndole a sus hijos «te lo dije». Leyó, interpretó y ejecutó en base a los reclamos y demandas de la sociedad. Ahora, el que triunfe, sea quien sea, le será útil. Probablemente, el libertario mucho más maleable que Bullrich.

Para el ex presidente, los únicos que no tienen que ganar son los kirchneristas. Después, nada más importa. Lo dijo hace un par de meses cuando soñó con un balotaje entre Milei y Juntos por el Cambio sin darse cuenta que un escenario semejante sería difícil de enfrentar, en especial para la propia tropa, por el electorado común y la falta de novedad.

El fin de semana, los exponentes del bullrichismo salieron a cruzarlo. Ricardo López Murphy le pidió «lealtad» hacia Patricia y el espacio que el propio Mauricio fundó. Damián Arabia, candidato a diputado nacional por la CABA, enfrió los ánimos y dijo no tener ninguna duda con el respaldo de Macri aunque lo ubicó como una figura más en el esquema de liderazgo de Bullrich. También, al descenso.

Macri, para demostrar la lealtad que le vienen pidiendo, no debería desmentir rumores mediante voceros – como lo hizo con Fernando de Andreis al negar un cargo en un eventual gobierno de Milei – sino hacerse cargo del lugar que le toca.

No militar a Bullrich, sino dejar de hacerlo por el libertario. En línea con la estrategia incipiente que se planteó en esta segunda etapa, sacarle el apoyo y señalarlo como un teórico sin experiencia frente a alguien que tiene una vida en el Estado.

Pero probablemente no lo haga y actúe como actuó hasta el momento. Con tibiezas. Se notó cuando el PRO tuvo que publicar un video suyo, en Twitter, apoyando a Patricia para que él pudiera replicarlo. No se hizo cargo, retuiteó.

Esa será una actitud tan cuestionable como la que se le achacó a Larreta con Juan Schiaretti. Aunque es más difícil cuestionar a Mauricio que al jefe de Gobierno. ¿No confunde la posición de Macri?

Esos guiños, en lugar de mantener los lazos con el libertario y buscar robarle votos, lo que generaron fue el efecto contrario: demostó la falta de apoyo a Patricia, o generó el trabajo extra en una campaña reñida para tratar de despejar dudas, y le dio mayor fuerza al hombre de La Libertad Avanza.

Ahora se dice que Mauricio acompañará más explícitamente a Bullrich. ¿Alcanza? ¿O lo único que alcanza es dejar de darle la mano a Milei?

Esto derivó en inconvenientes internos, como la renuncia de Elisa Carrió a su candidatura. Algo coherente con su posición de republicanismo. No debería sorprender porque ya lo venía alertando. Pero Maximiliano Ferraro, presidente del partido que ella armó, salió a manifestar su apoyo público por Patricia. Fue el único. Ningún otro dirigente lo hizo.

Bullrich quedó en la incómoda posición de tener que mantener sus votos duros, los moderados de Larreta, atraer a los que no fueron a votar, recuperar los que se fueron con Milei y, encima, convencer a la dirigencia de su alianza para que milite por ella. Demasiados trabajos para una sola persona. Por eso se vio que empezó a desligarse de algunas tareas.

Se abandonó el megáfono único y la vía de comunicación concentrada en una sola persona. Patricia empezó a buscar voceros. En economía, Carlos Melconian y Luciano Laspina.

Para el discurso más blando y joven, Damián Arabia, su mano derecha y armador político en el interior. Para los más liberales, Ricardo López Murphy. Claramente, todavía el equipo no se amplió y ganaron protagonismo quienes ya estaban con ella.

Su tarea será aliviarle el trabajo, sacarle frentes de combate, llevar la marca y concentrarse en lo que se puede hacer. Crecer en las provincias consideradas como propias pero que ganó Milei el 13 de agosto. Santa Fe, Córdoba, Mendoza y Buenos Aires se van a transformar en los objetivos de Patricia para las generales. Salvo la provincia del centro, el resto todavía tiene pendientes sus comicios generales.

En Mendoza se espera un triunfo de Juntos por el Cambio con Alfredo Cornejo y en Santa Fe con Maximiliano Pullaro. Las dos en septiembre. Con los dos estará Bullrich. En Córdoba ya se perdió pero la alianza no puede darse el lujo de quedar terceros cuando hasta hace unos meses pelearon por el primer puesto. 

Buenos Aires será más compleja. Dependerá del involucramiento de Diego Santilli en la campaña de un Néstor Grindetti complicado por la situación de Independiente y la pelea con el sector libertario de Carolina Píparo.

En materia de votos, en forma individual, ella quedó por sobre el candidato de Juntos por el Cambio pero la coalición, en su conjunto, se ubicó arriba de ella y sólo a tres puntos de Unión por la Patria.

Ganar Buenos Aires implicaría sacar al kirchnerismo de su «guarida», como ya lo definió Bullrich, para lograr tener gobernabilidad. Además de que será un distrito clave para dar la pelea para entrar al balotaje. Los incentivos internos para garantizar la participación total estarán sobre la mesa. Ya lo dijo Patricia, «vamos a llamar a todos» los sectores de JxC.