Los videos con civiles afectados por convulsiones, desmayos, espasmos y espuma en la boca fluyeron a raudales desde temprano y no dejaron lugar a dudas. La guerra siria volvió a dar un golpe bajo, con un bombardeo con armas químicas sobre una localidad rebelde del norte del país, lanzado presuntamente por aviones del ejército, que dejó cerca de 100 muertos y 400 heridos.

El ataque provocó una oleada de indignación internacional. Washington, Londres y París hicieron responsable al gobierno de Bashar al-Assad, que desmintió «categóricamente» toda implicación en lo sucedido en el poblado rebelde, una zona que las fuerzas del régimen intentan recuperar con la ayuda armada de sus aliados Rusia e Irán.

«Mientras seguimos evaluando esta situación terrible, está claro que esta es la forma en que Al-Assad opera: con barbarie brutal e incontenible», dijo el secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson.

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«A las 6.30, aviones de guerra atacaron Khan Sheikhoun con lo que se cree eran gases sarín y cloro», dijo Mounzer Khalil, jefe de los servicios de salud de la provincia de Idlib, donde se encuentra el poblado bombardeado.

La Unión de Organizaciones de Atención Médica, una coalición de agencias de ayuda internacional, dijo que unas 100 personas murieron, entre ellas 11 chicos, y 400 sufrieron problemas respiratorios.

«Aunque no podemos estar seguros de lo ocurrido, esto tiene todas las características de los ataques de un régimen que ha usado repetidamente armas químicas», denunció el canciller británico, Boris Johnson, en un comunicado.

Las víctimas «tienen las pupilas dilatadas, convulsiones, espuma saliéndole de la boca», dijo Hazem Shahwane, un socorrista entrevistado desde un hospital de la ciudad.

El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, un grupo basado en Londres que sigue el conflicto a través de informantes, hizo responsable al régimen de Al-Assad por una serie de factores, como el tipo de avión utilizado en el ataque, los jets Sukhoi 22.

«Negamos completamente el uso de material tóxico o químico en Khan Sheikhoun. El ejército no usó ni usará [armas químicas] en el pasado ni en el futuro», señalaron las fuerzas armadas sirias en un comunicado. El ejército ruso, principal aliado del régimen, también se desligó del ataque.

Pero el historial contradice la desmentida de los militares sirios. La tragedia de ayer sólo se ve superada por la masacre de 2013, cuando murieron 1400 personas en un ataque con gases tóxicos en el distrito de Ghouta, en las afueras de Damasco.

Presionado por las potencias occidentales, Al-Assad aceptó destruir sus reservas de armas químicas, aunque el cloro no entró bajo la prohibición por ser material civil.

La ONU acusó el mes pasado a Al-Assad de haber usado gas cloro en la batalla por Aleppo y otras áreas del conflicto. Un informe del Consejo de Derechos Humanos registró por lo menos cinco ataques con gas cloro de fuerzas leales al gobierno desde principios de año.

Si bien la evidencia apunta al régimen, investigaciones internacionales determinaron que varios actores de la guerra usaron en algún punto gas sarín, gas cloro, gas mostaza y otras sustancias vetadas.

Agencias DPA, AFP y Reuters