«Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor», canta el mítico tango “Cambalache”. En él, y para criticar a la sociedad de aquel momento, en que valía lo mismo la honradez que la falta de integridad, Discépolo recurre a la figura del profesor y la enaltece.
Muy lejos está de lo que representa hoy, o así lo ven al menos los propios docentes, pedagogos y sociólogos, que advierten de una flexibilidad en el tratamiento al profesorado y a la autoridad en general.
El tango ilustra así un debate reabierto después de la forma que un niño usó para dirigirse al presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron. Ocurrió en la celebración del aniversario del inicio de la Resistencia francesa.
El presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, caminaba entre el público cuando un joven se dirigió a él y le espetó con un «¿Qué pasa, Manu?». La respuesta (y la bronca) de Macron fue inmediata:«A mí me llamas presidente o señor». Podría ser solo una anécdota, pero muchos ven en este comportamiento un síntoma de un cambio social.
Expertos consultados creen, sin embargo, que el tuteo no es lo preocupante sino la falta de respeto generalizada hacia la autoridad, que se hace más patente en los centros educativos.
«El uso del “tú” en lugar del “usted” es anecdótico, lo básico es que haya respeto, y el problema es que se está perdiendo», señala Valentín Martínez-Otero, doctor en psicología y pedagogía y profesor de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid.
Lo mismo opina Rafael Jacinto, profesor de Tecnología en el Instituto Miguel de Cervantes. «Antiguamente entraba el profesor y los niños se ponían de pie. Que se levanten o no da igual, el respeto tiene que ser de verdad y este se demuestra en clase de otras formas».
La tarima y el «usted»
El uso del «usted» o del «don» se intentó, de alguna forma, reemplazar por la tarima. En 2009, la entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre propuso colocar tarimas en las aulas para elevar al profesor y que este pudiera «tener una visión general de lo que ocurre y evitar así destinar más de un tercio de sus clases a mandar callar».
Pero para los expertos fue más de lo mismo: «Bienvenida para exponer pero no para infundir autoridad», opina Martínez-Otero. Los docentes tampoco creen que la solución sea transmitir ese respeto en forma de contenido curricular, por ejemplo, a través de asignaturas como la controvertida Educación para la Ciudadanía: «Se podría haber dado ese enfoque pero no se dio.
De todas formas, no pasa por asignaturas sino por recuperar valores básicos», concluye Juan José Losana, profesor del instituto Juan de Lucena de Toledo.
Lo que los docentes deben evitar es la falta de respeto, sin olvidar que autoridad no es autoritarismo. «Tiene que haber una horizontalidad entre alumnos y profesores pero también una cierta asimetría de roles para no olvidar que uno es el alumno y otro el profesor», explica Martínez-Otero.
«Cuando yo estudiaba los profesores no eran accesibles, no había ni tutorías, eso no es hoy una opción», agrega Julio Carabaña, catedrático de Sociología de la Educación en la Universidad Complutense.
Por lo tanto, la mejor forma de mantener el respeto es evitando el «colegueo», opinan los docentes.
«Puede tener como consecuencia la falta de respeto, se puede cruzar una línea roja», lamenta Jorge Mateu, profesor de Primaria en el colegio público de Yepes.
A juicio de Mateu la sociedad se ha vuelto más «permisiva». «El alumno te puede insultar y no pasa nada y tú dices cualquier cosa y las consecuencias pueden llegar hasta la cárcel. Hay una sobreprotección al alumno que no existe hacia el profesor», sentencia. Tanto Mateu como Losana consideran que hay que tener cuidado ya que la falta de respeto, puede llegar, en algunos casos, al acoso que sufren los profesores.
El sindicato CSIF publicó el marzo pasado un informe en el que advertía que el 90% de los docentes convive con situaciones de violencia.
Pérdida de valores
«Hay una violencia de baja intensidad que no implica la agresión física pero sí el ninguneo, el desprecio y, en algunos casos, pasar de eso al golpe es fácil», señala Losana.
Si los jóvenes no respetan la autoridad o la ven, como dice Martínez-Otero, como algo «anacrónico», los ojos, antes que en el aula, se ponen en los hogares. «En mi vida escuché a mi padre hablar mal de un profesor.
Ahora, en cualquier corrillo de padres se critica a los docentes», asegura Jacinto. «Si los padres no valoran la figura del profesor los niños tampoco lo harán», concluye Losana.
Todos los profesores coinciden, sin embargo, en que la autoridad no es ignorada por todos los alumnos. ¿Pero qué hay detrás de los jóvenes que no la reconocen? «Hay una significativa desorientación en los valores, hay menos respeto y este es un valor fundamental», opina el pedagogo Martínez-Otero.
«Todas las figuras de autoridad son vistas con menos respeto. Profesores, médicos, policías, pero eso no es culpa del joven, es de la sociedad», concluye Jacinto.
Fuente: (ABC de España)