El turismo no es una actividad más, puede ser el motor del desarrollo de las comunidades y a la vez el escaparate para enseñarle al mundo su valor cultural.
Hasta hace unos años se pensaba que el Chaco no tenía mucho que ofrecer. No se pensaba en el turismo más allá de eventuales viajes de negocios de empresarios y comerciantes que circulaban la muy transitada ruta del NEA, un lugar de paso entre Brasil, Paraguay y Buenos Aires, con pueblos originarios dispersos en un territorio que pocos se animaban a explorar, El Impenetrable.
Más allá de algunos pocos visionarios, que emprendían bajo su propio riesgo y a pulmón, la idea de convertir al Chaco en un destino turístico comenzó a tomar fuerza desde la visión de quienes entendieron desde el cambio de paradigmas en esa materia, hasta las nuevas tendencias que pusieron nuevamente en valor la naturaleza como uno de los principales atractivos que buscan los viajeros en estos tiempos.
Chaco es y ha sido siempre una provincia prolífica y diversa, pero sus riquezas han estado largo tiempo ocultas y desconocidas para la mayoría del país, e incluso de los chaqueños. No es de extrañarse que el eslogan de la provincia sea “El secreto de Argentina”. Chaco ha sido el secreto mejor guardado hasta hace pocos años, cuando se tuvo la visión de rescatar su riqueza y darla a conocer: El Impenetrable, uno de los bosques nativos de Sudamérica en mejor estado de conservación y con mayor biodiversidad; Campo del Cielo, un sitio único que contiene más de 300 meteoritos provenientes de una lluvia de hace cuatro mil años, dos de los cuales se encuentran entre los más grandes del mundo; pueblos originarios que mantienen vivos sus saberes ancestrales y que crean textiles y artesanías con la materia que produce esta tierra; aguas termales con propiedades medicinales indicadas para tratar unas 40 afecciones, desde respiratorias hasta de la piel; sitios históricos como la Isla del Cerrito, escenario de una de las batallas que tuvieron lugar de Sudamérica, la Guerra de la Triple Alianza. Y la lista continúa, desde una gastronomía que se caracteriza por los sabores del monte y del río con influencias traídas de Europa por los inmigrantes hasta el espíritu progresista, emprendedor y curioso que se refleja en la oferta cultural al punto de llenar una ciudad, Resistencia, de esculturas y celebrar este arte con una Bienal Internacional única en su género, hasta la calidad humana que convierte a sus comunidades en generosas anfitrionas en todo tipo de eventos.
Por más que se suela ver el turismo como una actividad meramente hedonista, en el fondo se trata de una actividad social y cultural que, adicionalmente, genera una importante actividad económica y por ende, empleos, y no exclusivamente –como podría pensarse- en el sector turístico: por cada visitante que recibe una comunidad se ponen en marcha diversos sectores, desde el transporte público hasta las farmacias.
El turismo es capaz de transformar a las ciudades y potenciar su desarrollo. Y esta es la visión que tiene hoy el Chaco con respecto al desarrollo turístico: articular acciones entre los sectores público y privado para gestionar la creación de nuevos emprendimientos, para fortalecer la imagen de las localidades y sus bienes culturales y naturales, para promover al Chaco y sus secretos en el país y frente al mundo, para crecer conservando nuestra esencia y nuestra mayor riqueza, la naturaleza.
