Gracias a los brigadistas, los guardaparques, los voluntarios y las lluvias que regresaron a los Esteros del Iberá, en Corrientes, el tercer humedal del mundo ya opera al 100% de su capacidad.
Haberlo recuperado es otro milagro argentino. Baste recordar cómo quedó Corrientes tras los dos meses de estío en los que se quemaron 959.000 hectáreas de la provincia litoraleña.
Y digámoslo de una vez: todos temíamos que fuera el certificado de defunción de los esteros.
Y sin embargo no fue así. Milagrosamente, junto a los pastos negros crecieron los verdes, y en el bosque de troncos quemados ya despuntan los primeros brotes de la vida esmeralda en la incipiente primavera.
Tras casi dos años de sequía, durante el último verano Corrientes comenzó a arder con más de mil focos de incendios.
Muy lejos habían quedado los 1.800 mm anuales de precipitaciones que daban alivio en los veranos correntinos tórridos y los inviernos de hasta 39º C.
En febrero, sin ir más lejos, ya se estimaba que el impacto del fuego sobre la biodiversidad de los esteros era “incalculable”.
Con 75.000 hectáreas bajo las llamas, “los portales Carambola, San Nicolás, Cambyretá, Yerbalito, San Antonio y Galarza fueron severamente afectados”, informaba en su momento la Fundación Rewilding, que trabaja in situ.
La recuperación del Iberá
“En el Portal Carambola, ya se habían perdido 10.000 hectáreas en abril de este año”, recapitula hoy con merecido aplomo Adrián Kurtz, el primer guardaparque que tuvo ese portal de acceso al humedal, uno de los mejores para visitar los humedales de Iberá.
“Cuando fueron los incendios trabajamos 24 horas al día deteniendo las llamas con contrafuegos y cortafuegos. Por más que estemos rodeados de agua, acá los guardaparques no controlamos las llamas con agua. Nuestras herramientas son los machetes, tractores y motoniveladoras”, comenta el responsable máximo de Carambola, mientras se toma su tiempo para responder a los visitantes que se le aproximan en busca de recomendaciones. Ellos son las personas más esperadas en Iberá.
“Acá el guardaparque hace de todo: es brigadista y la presencia provincial en cada lugar en que no hay hospitales ni salas de primeros auxilios. El otro día acercamos a una persona al hospital, murió y le llevamos un cajón y hasta lo enterramos. Con algunos voluntarios, estamos construyendo baños secos para que puedan usarlos los turistas en las islas de los esteros. Cuando estudiás la carrera, te dicen ‘si te gusta ostentar, no seas guardaparque’ ”, sintetiza Kurtz y una piensa en cuánto heroísmo se desconoce.
Iberá después del fuego
Los esteros del Iberá, que ocupan el 13% de la superficie de Corrientes, son el humidificador de la provincia y aún con el fuego en el umbral, nunca perdieron la totalidad del agua que cobijan.
“Iberá no tiene que ver con el acuífero Guaraní. Es una gran olla que dejó un cambio de curso del río Paraná. Ese cauce vacío trabaja como esponja y absorbe el agua de lluvia”, explica Adrián Kurtz.
“Los esteros equilibran porque nunca pierden agua, aunque el nivel de precipitaciones disminuya”, redobla el guardaparque. El Iberá desagua en el río Corriente (sin “s”) y éste en el Paraná, que funciona como una compuerta natural.
En ese equilibrio, el yaguareté es sumamente importante, por eso tanto el estado como los organismos privados que muestran garra invierten tanto esfuerzo y dinero para que la única hembra esquiva que se conserva en la zona elija al fin aparearse con alguno de los ocho soberbios candidatos correntinos que le trajeron para despertar su libido.
Y algo pasó y en Corrientes están de fiesta: ya nacieron dos cachorros, que pueden ser monitoreados por cámaras.
“El yaguareté regula todas las poblaciones de los esteros: come a los animales enfermos, a los más débiles y cada tres días, a un yacaré. Los yacarés comen peces, pero si hay una superpoblación de peces y ningún yaguareté, todo se desequilibra.
Un yacaré –algunos alcanzan los 3 metros- también podría comer un carpincho bebé, el mayor roedor del mundo, pero le insumiría mucha energía; prefiere a los peces”, añade Kurtz, nativo de San Pedro, graduado como guardaparque en la Universidad Nacional de Misiones, presente en los Esteros del Iberá desde hace 15 años, y pionero en el Portal Carambola del Parque Nacional Iberá, que hoy ya suma otros cinco colegas.
Esteros del Ibera, milagro argentino
La capacidad de recuperación del Iberá sorprende a todos. A tal punto, que tanto la Fundación Rewilding como las autoridades locales y provinciales repiten al unísono que este ecosistema correntino es tan mágico que en medio del réquiem mundial por la pérdida de biodiversidad, “Iberá produce Naturaleza”.
Aun así, los entendidos anticipan que el daño de suelos que dejaron las quemaduras no se percibe a simple vista. Tendrán que ser evaluados por especialistas de Parques Nacionales, anticipan.
Sin embargo, no son todas “pálidas”: el puma sorprendió a todos volviendo a Iberá por sus propios medios. En ese contexto, de todos modos, es esencial que no cese el trabajo de recuperación de las especies animales del humedal.
Por caso, la Estancia San Alonso, una isla hoy administrada por la Fundación Rewilding, la estela acuática que dejó en el litoral el conservacionista Douglas Tompkins.
La Fundación Rewilding es una gran nursery que, desde el año 2005, hace nacer yaguaretés, nutrias gigantes, guacamayos, muitúes, osos hormigueros y muchas otras especies autóctonas, únicas y representativas de los humedales, pastizales y montes nativos del vasto Iberá.
El pecarí de collar, el tapir imponente, el bellísimo ocelote también fueron a su turno beneficiarios de la partida pública y privada que les destinó tiempo y esfuerzos para perpetuarles la vida en un mundo que al fin de cuentas aprendió que no podría vivir sin ellos.
Y sí, la cereza del postre es el yaguareté (Panthera onca), el “el rey de los esteros”.
La nutria gigante también está en la mira, y ya se encuentra en la fase inicial del proyecto de cría y reinserción en su hábitat salvaje, un gesto que también asumió sobre sus espaldas la Fundación Rewilding, un organismo que piensa en verde y sigue dando sentido a la “locura” filantrópica del estadounidense Douglas Tompkins, el hombre que despertó conciencias en Iberá.
Riquezas del Iberá
Si sólo se mira el listado de los vertebrados, la riqueza correntina es inmensa: se han registrado 641 especies diferentes de vertebrados, agrupados en 125 tipos de peces, 40 de anfibios, 63 reptiles, 347 aves y 66 mamíferos.
El ciervo de los pantanos, el venado de las pampas, el aguará guazú y el lobito de río encabezan de lejos la lista de los animales con los que uno quisiera un encuentro cercano, ni bien arranca la navegación o el trekking por los esteros. Pero la fauna de los humedales, monumento natural de la provincia de Corrientes, hace valer su sangre noble y realmente aparece cuando les da la real gana.
Lo único que jamás pierden los turistas en Corrientes son las esperanzas. El premio siempre llega. Los turistas lo saben y comenzaron a asomar por Iberá. Hoy, las 14 lanchas de los guías de turismo que recorren el sitio operan a pleno desde las primeras horas de la mañana.
Cada una de ellas puede transportar hasta 10 personas por viaje (un recorrido de 3 horas, $3.500; todo el día con almuerzo en alguna de las islas, $7000; algunas de las empresas más buscadas se encuentran en Instagram salvajeibera; o en aventurayvera o se contactan desde la flamante Agencia Jackeline, la primera agencia de turismo de Concepción, la localidad que se perfila hoy como la vía de acceso más práctica para visitar los esteros del Iberá.