PRONÓSTICO EXTENDIDO

Campaña: Jóvenes y celestes, los votos que busca Macri para alcanzar a Alberto y a Cristina

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En el comando de campaña del PRO reconocen que no llegan al votante de entre 16 y 29 años. Los nexos con los antiaborto, el éxito con los abuelos.

En el edificio de Balcarce 412, la histórica sede del PRO, sobra juventud. Abundan millennials con ropa holgada que producen contenidos en sus Apple, sillas de colores y hasta un patio con parrilla para compartir algún anochecer, cuando empiece a bajar la temperatura.



Marcos Peña pasa seguido y los alienta, a veces hasta con mensajes de audio. «Están viviendo un momento histórico que marcará sus vidas», suele decir, para que no aflojen, como reza aquel slogan de 2017, con el emoticón del bíceps forzudo que sigue vigente en las cadenas de chats de los amarillos.

Pero tanta sangre fresca no puede solucionar un karma que Macri arrastra desde sus inicios en política y está en su peor etapa: el rechazo de los votantes jóvenes, un segmento de entre 16 y 29 años que en su mayoría no quiere que continúe en la Casa Rosada.

Tanto, que en el equipo de Defensores del Cambio, encargados de captar potenciales votos en micro segmentos elegidos tras dos meses de encuestas diarias, consideran a los sub 30 como el votante más hostil y estudian día y noche estrategias de seducción.

El otro grupo a capturar son los celestes, como se denomina al colectivo que rechaza el aborto legal y donde pesan fuerte los evangélicos, con presencia en listas de muchas provincias, como la Ciudad, la Provincia y San Luis.

Fueron estratégicamente ubicados en lugares lejanos de la nómina, para que todos sus feligreses salgan a militar para ganarse su banca. Su capacidad de movilización no es fácil de equiparar en estas épocas.

En el laboratorio PRO identifican que los chicos de entre 16 y 29 años se dividen entre progresistas y antisistemas de derecha. Ninguno quiere a Macri.



Mauricio Macri recibió antes del cierre de listas a Amalia Granata, que le ganó a Cambiemos en Santa Fe en la categoría de legisladores con el pañuelo celeste en sus muñecas y un proselitismo implacable de los pastores.

En la Rosada temen que un fenómeno similar se esconda detrás de la figura de Juan José Gómez Centurión, el ex jefe de Aduanas y el único candidato presidencial con campaña Provida.

Su compañera de fórmula es Cyntia Hotton, recordada por su rechazo al matrimonio igualitario en 2010, cuando era diputada y aliada del PRO.

Son los únicos en hablar contra la «ideología de género», como definen al supuesto lobby internacional para destruir las familias tradicionales que denunció el brasileño Jair Bolsonaro en su acto de asunción y apareció en el frustrado debate por la ley de educación sexual integral.

Ex combatiente en Malvinas, Gómez Centurión podría concentrar el voto militar, un micro segmento compuesto por familias tradicionales de la armada, que supera el 1% en todas las elecciones y este año puede ser tenido en cuenta porque es una batalla pareja, como nunca.

El apresurado anuncio del servicio cívico militar no tuvo otro fin que contenerlos.

Pero los jóvenes son muchísimos más y si la mayoría desprecia a Macri en agosto podrían dejaron varios puntos debajo de Alberto Fernández, y un resultado muy malo ese día, si bien no es definitivo, podría alterar a los mercados que en los últimos meses vienen bien calmos tras la presentación del cierre de listas.

Los pibes, según la segmentación PRO, se dividen mayormente en dos grupos: los más progresistas, afines al kirchnerismo o a la izquierda; y los «anti sistema» de derecha, un nicho que emerge en todas las elecciones del mundo y en Argentina, sin imaginárselo, lo capitaliza el economista José Luis Espert.

La magnitud del fenómeno se explica en su sorpresa por tantos fans juveniles, que lo conocieron por sus videos en youtube para cuestionar a los políticos de todo color, empatizaron con sus ideas, las viralizaron y están dispuestos a defenderlas en las urnas.

«En la última feria del libro había chicos de 17 años que esperaban una hora para que le firmara un ejemplar. Los mayores de 30 años no llegan a entender que hay rebeldes de derecha», explicó uno de los asesores de Espert, que este mes vio como la justicia electoral le bajaba listas y candidatos en Ciudad y Provincia y hasta necesitó que apareciera un partido político que desconocía, Unite, para poder presentarse.

Espert, Gómez Centurión y Roberto Lavagna complican el crecimiento de Macri y acorralarlos fue, es y será un objetivo hasta las primarias.

En estos días, los jóvenes PRO de la Capital arman jornadas de debate entre jóvenes liberales para invitarlos «al cambio real», como se autodefinen.

«Nosotros somos progresistas del cambio, porque proponemos un progreso real. Ellos son utópicos: les ofrecieron un viaje a Disney que nunca llega. Ese tiene que ser nuestro diálogo con ellos», explicó a LPO uno de los organizadores de esos encuentros juveniles, donde no escuchan referencias al bipartidismo del siglo 20.

Definen como una excursión a la tierra de Mickey y Pluto propuestas de Espert como eliminar toda la ayuda social, cerrar el Banco Central para que no haya inflación y reducir drásticamente los impuestos para que, de una vez por todas, lleguen las soñadas inversiones prometidas por Macri.

El mensaje al final de los chicos macristas es siempre es la grieta, o sea, la necesidad de votar a Macri para que no vuelva Cristina Kirchner. Y hacerlo en octubre, porque en un escenario de polarización extrema el presidente puede elegirse ese día.

Para acercarse a los chicos, además, Peña mandó a la campaña a Martín Lousteau, no sólo en la Ciudad de Buenos Aires, donde competirá para senador, sino también en la provincia de Buenos Aires junto a María Eugenia Vidal.

La logística de los Defensores del Cambio funciona sin sobresaltos. Los referentes de cada rincón del país, legisladores o dirigentes de peso, fueron instruidos sobre el alcance de las nuevas tecnologías en el debate público, con foco en el impacto de whatsapp.

Desde el comando de campaña, con un minucioso rastreo por redes sociales, reclutan a votantes de Cambiemos de cada rinconcito del país y los invitan a trabajar con sus celulares por la reelección de Macri.

Con esa base de datos se organiza una reunión y los referentes locales los desafían a conseguir una decena de contactos en whatsapp para propagar los contenidos producidos en Buenos Aires en sus smarphones.

«Eligen gente que nos votó, está más o menos conforme, pero no quiere que vuelva Cristina. A veces pasamos un powert point oras sólo hablamos, pero dejamos siempre claro que son un medio de comunicación», explicó un legislador del interior del país que esta semana tuvo varios coucheos con los defensores del cambio.

La segmentación también trajo buenas noticias, como la altísima aceptación que Macri sostiene entre los adultos mayores, pese a que las jubilaciones perdieron poder adquisitivo y la oposición denuncia un aumento desmedido de los medicamentos.

El sector rural sigue siendo de los más fieles al presidente, tanto que en el bunker se esperanzan en un «voto oculto chacarero» que lo empuje para arriba. Por lo pronto, las pymes rurales, productores que no cotizan entre los grandes jugadores pero facturan bien con sus granos, se convirtieron en los mejores aportantes de la campaña electoral.

Es que desde este año las empresas pueden ayudar a los candidatos en el interior profundo florencieron campechanos generosos. «Hay mucha gente totalmente desconocida que te ayuda con un millón de pesos para que Cristina Kirchner no vuelva nunca más. La ley es muy útil para esos casos. Antes tenían que hacer aportes individuales», celebraron en San Telmo.

Los más experimentados definen esta campaña como la más tranquila de la historia PRO, porque «no hay errores para corregir sobre la marcha y el rival ni siquiera puede unificar un discurso propio», celebran. Pero necesitan sumar evangélicos y llegar a al menos una parte de los jóvenes. Es su nuevo desafío.