PRONÓSTICO EXTENDIDO

Las devastadoras inundaciones de Brasil acercan a Bolsonaro y Alberto Fernández

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El gobierno argentino le ofreció «sus herramientas y capacidades para ayudar a atender esta emergencia humanitaria», en la que ya murieron 47 personas.

En un gesto de buena voluntad hacia un gobierno con el cual tiene roces ideológicos, el gobierno de Alberto Fernández ofreció este lunes a Brasil los recursos que precise a raíz de las lluvias e inundaciones que causaron decenas de víctimas en el estado de Minas Gerais. El Ejecutivo «pone a disposición del Gobierno brasileño sus herramientas y capacidades para ayudar a atender esta emergencia humanitaria», señaló el ministerio de Relaciones Exteriores en un comunicado. Entre el 23 y el 24 de enero, en la región de Belo Horizonte cayeron 171,8 milímetros de precipitaciones en 24 horas, un récord desde el inicio de esos registros en 1910. Y desde entonces prácticamente no para de llover. Las lluvias llevaron a las autoridades a decretar el estado de emergencia en un centenar de ciudades de la región, donde bomberos y policías trabajan en la busca de desaparecidos. La cancillería, a cargo de Felipe Solá, también su solidaridad y condolencias al gobierno y al pueblo de Brasil por las víctimas y miles de evacuados producto de las lluvias e inundaciones».  El último boletín oficial, divulgado la tarde de este lunes, señala 47 muertos, cuatro desaparecidos, 65 heridos, unos 14.600 desalojados y casi 3.400 personas sin hogar.

La intensidad de las precipitaciones se debe a la coincidencia poco frecuente de la llamada Zona de Convergencia del Atlántico Sur (ZCAS) con un sistema de baja presión sobre el océano. La ZCAS es un corredor de humedad que va de la selva amazónica, en el norte de Brasil, hasta la región sudeste. Para los próximos días, los servicios oficiales de meteorología prevén «lluvias típicas» de la temporada, con chaparrones en puntos aislados. El ofrecimiento de ayuda acerca a dos personas enfrentadas desde la campaña presidencial argentina.  Bolsonaro advirtió que si la izquierda ganaba las presidenciales, Argentina sería una «nueva Venezuela» y miles de argentinos emigrarían a los estados del sur de Brasil; después de las elecciones se negó a felicitar a Alberto Fernández por su victoria y no acudió a su toma de posesión, aunque después lanzó algunos mensajes conciliadores.